Arturo Luna Silva / [email protected] / Twitter: @ALunaSilva
“Sin pelos en la lengua”, como ya es costumbre, el gobernador Alejandro Armenta Mier aprovechó este miércoles su conferencia mañanera para lanzar otro fuerte mensaje, uno que ahora sacudió -sin exagerar- al Tribunal Superior de Justicia (TSJ.
Si el “jalón de orejas” a su gabinete -a inicios de semana- había sacudido las entrañas del gobierno, lo que el mandatario dijo -y cómo lo dijo- sobre el TSJ, rebotó con fuerza en las paredes y ventanas de las oficinas de jueces y magistrados.
Alejandro Armenta alertó que nadie -y nadie es nadie- puede atribuirse su representación para buscar influir en las decisiones del poder Judicial poblano.
“Nadie puede a mi nombre quererse atribuir relación o influencia o derecho de representación en el TSJ. Las amistades, los compadrazgos, las familiaridades se honran, no se presumen”, señaló.
Y añadió, por si faltara algo:
“Quien llegue a querer influir a mi nombre está cometiendo el delito de tráfico de influencias. Hay algunos que han llegado y sienten que la amistad les da pasaporte a la impunidad o al influyentismo. La única fuente de relación es con quienes presiden las tres instancias del poder Judicial”.
El mensaje fue claro, clarísimo, pero la gran duda es a quién o a quiénes se refirió el gobernador, en quién o quiénes estaban pensando cuando dijo lo que dijo.
Según los enterados, son pocas las opciones:
¿A Fredy Erazo Juárez, uno de los “recién llegados” al TSJ, electo apenas el pasado mes de diciembre como magistrado?
¿O a Martín Fuentes Morales, otro “recién llegado”?
¿Te lo digo Fredy para que lo entiendas Martín?
¿Te lo digo Martín para que lo entiendas Fredy?
¿O se los digo a ambos?
¿Qué han hecho estos dos personajes cercanos al gobernador para provocar tan enfático señalamiento?
¿Qué le sabe a Fredy o qué le sabe a Martín que lo llevó a decir, con tanta claridad, que “nadie puede a mi nombre quererse atribuir relación o influencia o derecho de representación en el TSJ. Las amistades, los compadrazgos, las familiaridades se honran, no se presumen”?
¿Qué hay detrás y quién es el verdadero destinatario de tales palabras, palabras mayores?
Ciertamente, en los pasillos del TSJ, se comenta -y mucho- del inusitado protagonismo de, por ejemplo, Fredy Erazo, quien probablemente se ha equivocado -y mucho- desde el día uno que asumió como magistrado tratando de cobrar una relevancia que no es sino inoportuna, por decir lo menos.
Pero qué hay más allá de las fotografías, los videos, los post, las redes sociales…
Sólo lo sabe el gobernador, quien ya lo dijo con todas sus letras:
“Quien llegue a querer influir a mi nombre está cometiendo el delito de tráfico de influencias”.
Sí, tráfico de influencias.
Por cierto: el mensaje de Alejandro Armenta también alcanzó seguramente a otras y a otros.
Me refiero, en concreto, a los jueces y juezas -ya plenamente identificados por el régimen- que están aliados -sí, aliados- a la delincuencia organizada en Puebla.
Mismos jueces y juezas que en las últimas semanas se vienen negando a liberar órdenes de aprehensión contra varios criminales, dejando muy en claro sus oscuros nexos e intereses económicos con las mafias y dificultando la labor de la Fiscalía General del Estado.
Pero ésa, como dice el clásico; ésa, es otra historia.
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