En el escenario del Teatro de la Ciudad aparece Carlos Arellano rodeado de músicos con teclados, bajos y guitarras eléctricas, y una amplia percusión de platillos, tambores y pedales.
Para quien no haya seguido sus más de 44 años de carrera musical, o para quien lo haya visto tantas otras veces acompañado sólo de su guitarra acústica, quizá este vasto ensamble pueda resultar insólito o desconocido.
Pero en cuanto Arellano comienza a cantar, lo que divide a Canciones domésticas (1987) de Amor & daño (2021), el primero y el más reciente de sus discos, se corta de tajo.
Ahí está, como ha estado siempre, la misma voz tranquila y melódica del que ha sido uno de los mejores cantautores en Puebla de los últimos años. Una voz que no envejecerá nunca.
Y ahí está, como ha estado siempre, el resto del sustrato de su obra: la composición, la sabiduría de sus palabras y la riqueza de sus matices, como en su momento opinó el escritor José Agustín sobre su primer disco.
Esa noche, la del jueves pasado, Carlos Arellano presentó Amor & Daño, el séptimo de su carrera musical y quizá el más experimental de todos. Aunque fue liberado en noviembre del año pasado, la pandemia había evitado su bautizo en foro.
El público que escuchaba era reflejo de las audiencias que Arellano ha forjado a lo largo de su carrera: hombres y mujeres que rondan su edad, con el cabello platinado igual que él, y otras personas mucho más jóvenes, con chamarras de mezclilla salpicadas de estoperoles.
El disco iguala la complejidad lírica de las letras con el artificio musical de una banda de rock en donde alcanza a distinguirse funk y jazz. Son 12 canciones donde se mezclan pasajes de piano y teclado, largos y profusos solos de guitarra, y la aparente sencillez acústica que ha caracterizado sus otros discos.
Arellano venía señalando desde hace tiempo que, a diferencia de sus primeras canciones, ahora estaba mucho más preocupado por el sonido. “Antes me bastaban dos acordes, ahora me preocupa mucho la estructura musical, que esté muy elaborada”.
Y ese afán se nota. La banda que hizo posible el sonido de su nuevo disco está integrada por Chario Mánez (batería), Jaime Alvarado Millán (bajo), Gustavo Espíndola (guitarra) y Carlos González Marrufo (teclados).
Con algunos, Arellano ha tocado desde hace cinco años, como Mánez y Millán. Pero con otros, como Marrufo, a quien conoce desde que era un niño, el vínculo musical se formó hace poco más de tres años.
El disco también incluye colaboraciones con Javier Cinco (“Uno, dos, tres”), Darío Parga (“No todo está mal”), José Luis Galindo Tornell (“Yo no caí desde ahí”) y Pedro Sandoval (“Brindo” y “Habrá que insistir”).
Para Arellano, el título Amor & daño refleja exactamente el contenido de sus canciones, cuyas letras fueron escritas, sobre todo, entre 2018 y 2019.
“Fui haciendo canciones que registraban ánimos diversos y situaciones que tienen que ver con el vaivén de las relaciones amorosas. Y la otra cara del amor es el daño. Cuando reuní todas las canciones, vi sobre la mesa del estudio un mapa que unía al amor y al daño”.