Anselmo Salvador Chávez Capó / Catedrático Investigador UPAEP
A pesar de los avances que se han logrado en los últimos años, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo una realidad palpable en México; un fenómeno que no sólo afecta a las trabajadoras del país, sino que también pone en evidencia las desigualdades estructurales que persisten en nuestra sociedad.
En 2025, la disparidad en los salarios sigue siendo un tema candente, que requiere una reflexión profunda y un compromiso firme para lograr una verdadera equidad de género en el ámbito laboral.
UNA BRECHA QUE PERSISTE
De acuerdo con diversas investigaciones y reportes, como los del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las mujeres ganan, en promedio, entre el 20% y 30% menos que los hombres en posiciones similares o equivalentes.
Aunque México tiene una brecha de ingresos de 14%, menor que la de Islandia o Reino Unido, esta cifra tiene como trasfondo que muy pocas mujeres en edad productiva entran a la economía remunerada; la mayoría de ellas (70%) ganan menos de dos salarios mínimos, y pocas crecen durante su trayectoria profesional hasta llegar a puestos de toma de decisión que están mejor pagados.
Esta diferencia se observa en diversas industrias y niveles de empleo; desde el sector informal hasta los puestos de mayor jerarquía.
Si bien los últimos años han sido testigos de un aumento en la participación femenina en el mercado laboral y un número creciente de mujeres en cargos directivos, la disparidad salarial sigue siendo un obstáculo de difícil superación.
FACTORES DETRÁS DE LA BRECHA SALARIAL
Este problema estructural responde a la serie de barreras que enfrentan las mujeres para entrar, permanecer y crecer en sus empleos, entre ellos, una mayor carga de trabajo no remunerado para ellas, que se traduce en jornadas laborales más cortas.
Una de las principales razones está relacionada con la segregación ocupacional. Las mujeres suelen estar concentradas en sectores que históricamente han sido menos remunerados, como la educación, la salud y el trabajo doméstico. Aunque estos sectores son fundamentales para el bienestar social, las condiciones salariales en estos campos no se comparan con las de industrias como la tecnología, la ingeniería o las finanzas, en las que predominan los hombres.
Otro factor importante es la falta de acceso a oportunidades de desarrollo y promoción profesional. Las mujeres, muchas veces, enfrentan barreras invisibles para acceder a roles de liderazgo o cargos que impliquen mayores responsabilidades y, por ende, mejores salarios; además, la carga de trabajo no remunerado que asumen las mujeres en el hogar; asimismo, el cuidado de los hijos también limita su capacidad para desarrollarse plenamente en el ámbito laboral, lo que perpetúa la desigualdad.
Adicionalmente, prevalecen los estereotipos de género que causan una mayor concentración de fuerza laboral femenina o masculina en determinados sectores y ocupaciones. Este fenómeno, conocido como segregación ocupacional, reduce los ingresos promedio de las mujeres en comparación con los hombres. ¿POR QUÉ
EXISTE LA BRECHA DE INGRESOS?
No hay una explicación única ni generalizada detrás de la brecha de ingresos, pues depende de varios factores que inciden en las dinámicas económicas como:
Horas de trabajo. Las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres a actividades no remuneradas, por lo que tienen menos tiempo disponible para trabajar por un ingreso.
Posición jerárquica. Las mujeres tienden a estar concentradas en puestos de entrada y pocas alcanzan gerencias o direcciones por falta de flexibilidad para compaginar su vida personal con su carrera profesional.
Nivel educativo. Las mujeres con mayor preparación tienden a alcanzar puestos más altos y en sectores mejor pagados.
Concentración de personas del mismo sexo en ciertos sectores y ocupaciones. Existe una alta representación de mujeres en sectores con un menor nivel de ingresos.
¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO PARA REDUCIR LA BRECHA?
En los últimos años, México ha tomado algunas medidas para combatir esta disparidad; el gobierno ha implementado políticas de igualdad de género y ha fortalecido las leyes laborales para promover la equidad en los salarios y las oportunidades.
Por ejemplo, la Ley Federal del Trabajo y la reforma de 2020 en materia de paridad de género son un ejemplo de los esfuerzos para equilibrar las condiciones laborales entre hombres y mujeres.
Además, diversas organizaciones sociales, sindicatos y empresas han comenzado a implementar estrategias de sensibilización y acción positiva para fomentar la igualdad salarial.
La transparencia salarial, por ejemplo, se ha convertido en una herramienta poderosa para visibilizar las disparidades salariales y, a su vez, promover cambios en las estructuras salariales de las empresas.
¿QUÉ SE DEBE HACER?
A medida que aumenta el número de mujeres sumidas en la pobreza, la lucha por la igualdad salarial y la equidad de remuneración adquiere un nuevo sentido de urgencia, como muestra, en los Estados Unidos, por cada dólar que ganan los hombres blancos, las mujeres negras ganan 63,7 centavos, las indígenas, 59 centavos, y las latinas, 57 centavos.
Es urgente equiparar a las trabajadoras con los trabajadores en un mundo al borde de un inminente déficit de cuidados. Las mujeres representan el 67% de las personas trabajadoras que prestan servicios esenciales de asistencia sanitaria y social en todo el mundo, por lo que los gobiernos deben abordar los puestos de trabajo mal remunerados e infravalorados en el sector de los cuidados, y en particular en la educación, la salud y los servicios sociales, ámbitos en los que predominan las mujeres.
CONCLUSIÓN
La brecha salarial entre hombres y mujeres en México en 2025 sigue siendo una de las principales manifestaciones de la desigualdad de género. A pesar de los esfuerzos y los avances, aún estamos lejos de lograr una equidad salarial real.
La lucha por la igualdad salarial no sólo es un tema de justicia, sino también una necesidad económica y social. Sólo cuando logremos una verdadera paridad en el ámbito laboral, podremos asegurar un futuro más justo y próspero para todas y todos.