Por: Jorge Luis Hernández jorgedeportes@hotmail.com
Ni más ni menos
La derrota de la Selección Mexicana ante su similar de Uruguay, en juego de preparación, caló profundamente en el ánimo de los aficionados, prensa especializada, directivos del balompié nacional y el mismo Gerardo Martino.
Me dice mi “pepe grillo” en temas del Tricolor, que como pocas veces, el Tata salió enfadado y dubitativo respecto a la exhibición de su equipo ante los charrúas. Tan es así que cuando cayó el tercer gol de Uruguay, Martino volteó a ver a su cuerpo técnico y les susurró: “Lo que faltaba”. Se llevó las manos a la cara, se agachó y tras cinco segundos con la mirada hacia el piso, levantó el rostro, respiró profundamente y volvió a susurrar: “Bueno, a darle, no hay de otra”.
Está claro que algo se acabó o rompió en el proceso de Gerardo Martino al frente del Tricolor, los resultados logrados por el argentino a su llegada contrastan enormemente con los recientemente obtenidos y muchos nos preguntamos ¿qué pasó?, ¿cuándo se rompió la comunicación entre el técnico y los jugadores?
La Selección Mexicana sigue jugando a lo mismo desde la llegada se Martino al banquillo Tricolor, pero el rendimiento de los jugadores ha dado venido a menos en los últimos meses y muchos de ellos pareciera que le gritan al Tata “¡no queremos que nos convoques más!”, con sus paupérrimas actuaciones.
Martino obviamente es el responsable de todo en el aspecto deportivo y de cancha en el equipo mexicano, pues él elige a los jugadores y trabaja con ellos, pero está llegando el momento donde debe poner las cartas sobre la mesa, porque los créditos se les están agotando ante los ojos de todos, incluso, aquellos que los defendían –me incluyo– a capa y espada.
Se entendería que ese empecinamiento del estratega por jugadores como Rodolfo Pizarro y Jesús Gallardo, obedeciera a que ambos son piezas determinantes en su parado o que están atravesando por un excelente momento en sus equipos, sin embargo, en estos casos, ni uno ni otro, ambos fueron y han sido intrascendentes para sus clubes y, por ende, para el combinado nacional.
Lo más preocupante es que esta Selección, ante Uruguay, se vio sin sistema y sin idea, muy lejos del nivel de un combinado que ha trabajo todo un proceso de tres años y a meses de disputar la Copa del Mundo.
Los tres goles recibidos por los charrúas son lo de menos –insisto–, lo peor de todo es que no hubo un sistema definido y si lo hubo sólo fue en el dibujo táctico, porque quienes debían ejecutar dicho sistema no estuvieron a la altura de las circunstancias y eso no lo puede negar Martino.
Salir a declarar que esos rivales necesita México para subir su nivel, sabe a muy poco, porque no es que el Tricolor haya venido de ganar convincentemente torneos y juegos amistosos ante rivales de menor nivel, sino que, ante el cuadro uruguayo, se evidenció lo que ya veíamos venir desde meses atrás, sí, este equipo hace mucho dejó de jugar como eso, este combinado incluso sufría para ganar a esos rivales que antes se les derrotaba a medio gas.
Gerardo Martino y su proyecto han venido menos y ahora fueron evidenciados, es decir, que con el nivel mostrado desde hace ya año y medio me atrevo a decir, no les alcanzará para mucho en Qatar 2022, y Martino tiene la solución en sus manos.
Conste que no me subo al tren de que llame puro jugador del Atlas, pues para un servidor, y con todo respeto dicho, los elegibles de los Zorros para Selección no son mejores que los hoy a llamado el Tata, el caso concreto de Aldo Rocha, es un buen jugador sí, pero no mejor que los mediocampistas del Tricolor. Los demás atlistas, la base de los Zorros, son extranjeros, por eso no se puede echar mano de ellos, pero sí hay más jugadores de otros clubes de la Liga MX que merecerían una oportunidad, ante el bajo nivel que han mostrado muchos jugadores en el equipo nacional.
Martino debe dejar de defender lo indefendible, pues si el futbolista no responde, no hay sistema que funcione o táctica que valga.
El tiempo para Martino se agota, pues la presentación ante los sudamericanos encendió los focos rojos en los directivos de la Selección Mexicana, por lo que ya hay en la mesa un plan alterno en caso de que el nivel del cuadro nacido no mejore.
No, no son especulaciones, es una realidad, pues en la Dirección de Selección Nacionales ya hay dos nombres en la mesa para el “bomberazo”, en caso de ser necesario. Uno trabaja en San Nicolás de los Garza y el otro recientemente fue subcampeón del futbol mexicano (aquí se los sugerí primero), pues lo que buscarían es que el equipo tenga “sangre” y a ese par de técnicos vaya que les corre en cada juego y, dicho sea de paso, mi “oreja” nunca me ha quedado mal.
Al tiempo.
¿LARCAMONISMO?
Término acuñado por algún sector de la prensa deportiva, para referirse al buen trabajo hecho por Nicolás Larcamón en las primeras fechas del Clausura 2022 con La Franja.
Sin embargo, ese romance entre el Larcamonismo y la afición pronto terminará su fase idílica, sí, esa etapa donde todo lo que hace el técnico es visto con buenos ojos, pues lo cierto es que la polémica vivida en los cuartos de final entre América y Puebla terminó por maquillar la baja de juego que su equipo tuvo de la Jornada 10 en adelante, en donde sólo ganó uno de los 12 partidos disputados –incluyendo repechaje y cuartos de final–.
El equipo perdió la brújula y muchos jugadores se distrajeron con tanto halago de aquí y allá, eso sí, nunca su técnico, siempre he dicho que el estratega argentino es y ha sido congruente con lo que dice y hace, sin embargo, sus futbolistas sufrieron los estragos de tener un plantel reducido por lesiones, convocados, suspendidos y una agenda apretada, situaciones que para el Puebla, fueron mucho y al final derivó en su eliminación del certamen.
Eso lo supo Larcamón, por eso acudió al “sentimiento” otra vez, acudió a la psique de su grupo en la Liguilla, pues en lo futbolístico ya había probado de todo y el equipo nomás no levantó.
Ahora viene la etapa de consagración para Larcamón y su “corriente”, pues conforme pase el tiempo, a la afición le irá pareciendo ya muy poco del decir cada torneo lo mismo
“Este equipo con poco hace mucho”, “este equipo pese a todo va siempre adelante”, “este equipo estaba para salvarse no para calificar”, son frases que pueden convertirte en estribillos y, por supuesto, que indudablemente terminarán por aburrir a los aficionados, e incluso a aquellos colegas que se envolvieron en la bandera del Larcamonismo, por lo que los resultados deberán llegar ya para este Puebla.
No lo dudo e insisto: Larcamón es un buen técnico, pero ha llegado momento de que se comprometa consigo mismo, con su carrera y pida a su directiva lo que necesita para pelear campeonatos, porque “hacer mucho con poco” se puede convertir en un paliativo gris, sin sabor y comodino, seguro estoy que ni el mismo Nicolás, ni su afición, querrán ese porvenir en sus caminos, porque, hasta el placebo más efectivo, tiene fecha de caducidad. Ni más ni menos.
¡Hasta la próxima!