Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: consultas@ccapuebla.com web: parmenasradio.org
Los gobiernos gobiernan cada vez menos, y
cada vez se sienten menos representado
por ellos el pueblo que los ha votado
Eduardo Galeano
Con los resultados de las elecciones del domingo 5 de junio de 2022 para elegir a seis gobernadores en México, no es noticia y nadie dice algo respecto a los índices de abstencionismo que se suscitaron, pues todos los medios de comunicación se han centrado en sostener los resultados, las reacciones de los partidos políticos, qué sucederá en el 2023 con las elecciones estatales y, sobre todo, cómo se presentará el 2024 para las elecciones presidenciales. Y, sobre esas elecciones federales, quiénes serán los candidatos, que harán los partidos políticos, si es que habrá coaliciones, etcétera.
Pero de lo que nadie habla en los medios de comunicación, y los propios gobernantes, así como los dirigentes de los partidos políticos, es del abstencionismo, que ha llegado a un grado que aparenta que a la población de país no le interesan más las elecciones. Todo parece que se han cansado de un sistema que no funciona, porque no representa a los ciudadanos, sus intereses y necesidades.
Por ende, se ha centrado actualmente el debate para las elecciones de 2024, y se ha convertido como la discusión de un partido de futbol sin jugadores, o, peor aun, sin un balón de por medio; es decir, no hay electores interesados en acudir a votar cada que se acuerda el sistema de ellos. Por todo esto es que el domingo 5 de junio de 2022 ganó en esas elecciones un partido político que tiene muchos afiliados sin que deban de contar con credencial de membresía y que se trata del “Partido de la Indiferencia”, más que del abstencionismo, porque para que haya el segundo, es decir el abstencionismo, es necesario que exista el primero; esto es, la indiferencia de la población de acudir a votar. Muy a pesar de que se diga que es una obligación constitucional ciudadana, es evidente que se percibe el voto como algo que no es la llave de un Estado democrático, pues los candidatos victoriosos una vez que llegan a los cargos públicos que les corresponde resulta que se dedican a tomar decisiones que los propios electores no comulgan con ellos, o bien son contrarias al interés de la generalidad y en muchas de las ocasiones no se entiende cuales son esas políticas públicas que, a lo largo del tiempo, se vive que son en perjuicio de la población.
Desafortunadamente, respecto a la indiferencia de la población y el abstencionismo (Vergara Nava, Silvino, Entre depredación e indiferencia, Parmenas, Puebla), esto no interesa debatir. Pareciera que no es un tema central, que a nadie le interesa que la gente no acuda a votar.
Pero, en realidad se debe hacer algo, pues después de las elecciones presidenciales de 2018 se ha regresado a los porcentajes de participación miserables por parte de la ciudadanía, pues no puede ser que el promedio de la población que acudió en las seis entidades federativas a votar el domingo 5 de junio de 2022 haya sido aproximadamente la mitad de votantes, si no es que menos, como en el caso de Oaxaca, en donde casi 80% de los registrados para votar no acudieron, y que luego las estadísticas se ajustaron a un 65%, que de todas formas es muy elevado el número de votantes que ven en las elecciones la ausencia de interés.
Lo cierto es que estos grados de abstencionismo no deben de quedar en el olvido o como simple registro histórico; algo se debe de hacer, porque estos niveles tan bajos de desinterés en las elecciones se traducen en que no funciona el sistema; que no podemos sostener que estamos ante un Estado democrático, porque, bajo esos números, en realidad los candidatos que finalmente van a gobernar están haciéndolo ni con la mitad de los ciudadanos a su favor, por ello es que se incumplen o se rechazan las políticas publicas que se implementan, las reformas legales, etcétera, porque simplemente el gobernante ganador no representa a la ciudadanía. Sin embargo, tampoco es la fórmula que se legisle sobre sancionar a los que no acuden a votar, como sucede en otras naciones. Resultaría muy desafortunado, y desde luego que no es el camino para resolver el problema.
En realidad, el problema es que el día de las elecciones es la punta del iceberg que se está derritiendo por la falta de representación de los partidos políticos, que se han convertido en organizaciones muy selectivas en su membresía principal, desde luego, y es de donde parte el problema del abstencionismo, pues si existen partidos políticos en donde los principales dirigentes están perpetuados como presidentes de Cuba o Nicaragua, es indudable que no pueden representar a alguien, más que a ellos mismos.
En fin, lo cierto es que hoy nos hemos topado con un problema muy grave que, por lo visto, a nadie le interesa.
En pocas palabras, existe indiferencia respecto al Partido de la Indiferencia.