Gudalupe Juárez
Al norte de la capital poblana, en la calle Xaltonac, segunda sección de la colonia Roma, entre las calles Italia y Vía Beneto, una casa abre sus puertas de par en par para vender micheladas, pero conforme avanza la noche se convierte en un bar clandestino.
El patio se ilumina con luces de diferentes colores y la música banda resuena en la calle, mientras un letrero promete “un ambiente familiar” en viernes, sábados y domingos.
El negocio lleva por nombre La Cabaña del Tío y en su interior están colocadas mesas como si fuera un establecimiento nocturno, aunque dicen sólo ofrecer micheladas.
Pero no es el único lugar que utiliza la venta de cervezas preparadas para montar un bar, los cuales debido a la contingencia sanitaria está prohibida su operación en la entidad.
Otro lugar es en el mercado Ignacio Zaragoza, en donde Micheladas Rous también funciona como una especie de bar.
Cuando es de noche y los negocios de frutas y verduras comienzan a cerrar y el resto de los locatarios bajan sus cortinas, en este lugar se prenden luces de colores y la música sube de volumen, mientras grupos de hombres beben y ríen. El sitio está lleno las noches de fin de semana.
En la colonia San Pedro, entre la calle Ruiz Cortines y la avenida Morelos, también se ubica un sitio de venta de micheladas sin permiso, aunque no hay mesas que lo acondicionan como un bar, las personas suelen comprar y tomarlas en el mismo lugar.
Otros puntos de venta se encuentran en las colonias Viveros del Valle y Bosques de Manzanilla, 10 de Mayo, Miguel Hidalgo y Xonaca.
En la ciudad operan bares, siempre y cuando su giro comercial también sea de restaurante-bar, con lo cual pueden ofrecer alcohol, si el cliente consume alimentos. Además, tienen horario restringido (deben cerrar a las 22:00 horas) y aforo limitado.
En los bares clandestinos se omiten las medidas de protección sanitarias, como filtros en la entrada, toma de temperatura y tapetes sanitizantes, requisitos que las autoridades estatales han fijado para estos comercios.
En abril del año en curso, autoridades municipales y estatales montaron un operativo en el Mercado Morelos, en donde ubicaron tres negocios que vendían alcohol sin permisos. En esa ocasión decomisaron 681 litros de alcohol, así como bocinas, mesas y sillas.
EL ALTO NUNCA RESPETA LA LEY
Aunque la instrucción del gobierno estatal para restaurantes con venta de bebidas alcohólicas es que cierren a las 22:00 horas, frente a Casa Aguayo, sede del Poder Ejecutivo, ha funcionado a lo largo de la pandemia de coronavirus el mercado de El Alto hasta la madrugada.
Viernes y sábados son los mejores días de afluencia de clientes al sitio, donde las cocinas ofrecen antojitos y cartas de bebidas embriagantes sin restricción de horario o cantidad.
Incluso en los días que se ha impuesto “ley seca”, los locales de comida han vendido alcohol.
“Aquí siempre hay servicio; hemos venido a la una de la mañana o a las tres y encontramos de todo”, dice uno de los clientes, que convocó a sus amigos para ir al mercado después de una boda.
El mercado de El Alto se caracteriza por ser sede de tríos, mariachis y grupos norteños, además de la venta de comida típica mexicana y bebidas alcohólicas. Hay seis cocinas y cada una tiene entre 6 y hasta 12 mesas.