Fernando Thompson de la Rosa
En esta maravillosa era digital por la que atravesamos, el acceso masivo a internet y el uso constante de las redes sociales han revolucionado la forma en que las personas interactúan, trabajan y se comunican.
Sin embargo, junto con los beneficios, surgen desafíos significativos, como la usurpación de identidad y la pérdida de privacidad. Estas problemáticas afectan a millones de usuarios y presentan riesgos particularmente graves para los menores de edad.
Este artículo analiza la magnitud de estos problemas, expone casos concretos y proporciona recomendaciones prácticas para mitigar los riesgos.
Dos de las más grandes calamidades que afectan hoy a la enorme mayoría de personas que usan el internet es la usurpación de identidad y la pérdida de privacidad, los cuales afectan tanto a adultos como a menores de edad.
Las cifras demuestran que el impacto financiero y emocional es significativo, pero con educación, medidas de prevención y colaboración entre usuarios, gobiernos y empresas tecnológicas es posible reducir los riesgos y crear un entorno digital más seguro. La conciencia colectiva y la acción proactiva son esenciales para proteger nuestra identidad y privacidad en la era digital.
La usurpación de identidad ocurre cuando una persona utiliza la información personal de otra sin su consentimiento, generalmente para obtener beneficios económicos, cometer fraudes o perjudicar a la víctima. Este delito ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas debido a la creciente digitalización de la vida cotidiana.
Tan sólo el año pasado se registraron más de 1.1 millones de quejas relacionadas con fraude de identidad, representando un incremento significativo en comparación con años anteriores y se estima que el impacto financiero global de la usurpación de identidad superó los 50mil millones de dólares, con pérdidas promedio por víctima de 20 mil pesos.
Las formas más comunes incluyen fraudes de tarjetas de crédito, robo de información para solicitar préstamos y creación de perfiles falsos en redes sociales. Las víctimas enfrentan daños a su imagen personal o profesional cuando los delincuentes cometen actos ilícitos en su nombre.
Las complicaciones para recuperar las cuentas usurpadas de redes sociales como WhatsApp, Facebook, LinkedIn e Instagram pueden generar ansiedad, miedo y una sensación de vulnerabilidad constante. En casos extremos, las víctimas optan por desconectarse del entorno digital para evitar futuros riesgos.
Es un hecho. La privacidad personal está bajo constante amenaza debido a la cantidad de datos que los usuarios comparten en línea, muchas veces sin ser conscientes de las implicaciones.
Los menores de edad son especialmente vulnerables debido a su limitada comprensión de los riesgos e indiferencia. Las plataformas como Instagram, Facebook y TikTok promueven la publicación de fotografías, ubicaciones y eventos, lo que facilita a los delincuentes obtener información para cometer fraudes o extorsiones.
De hecho, los algoritmos de todas las redes sociales recopilan datos sobre las preferencias, interacciones y ubicaciones de los usuarios, creando perfiles detallados que pueden ser utilizados para fines comerciales o maliciosos.
Los niños y adolescentes, en su afán de pertenecer a comunidades virtuales y tener un gran número de seguidores, comparten datos sensibles que los exponen al ciberacoso y/o manipulación.
Las organizaciones internacionales como UNICEF han advertido sobre el aumento de casos donde menores son manipulados para compartir imágenes comprometedoras que luego son utilizadas para chantajes.
Según un informe de NortonLifeLock, el 21% de los usuarios menores de 18 años han sido objetivo de correos o mensajes fraudulentos diseñados para obtener acceso a sus cuentas.
Ahora, ¿qué hacer para reducir los riesgos anteriormente descritos?:
1. Crea y usa contraseñas únicas y complejas para cada cuenta, combinando letras mayúsculas, minúsculas, números y caracteres especiales como $#%.
2. Activa la verificación de dos factores en todas las cuentas que uses como Google, Facebook, etc. y revisa periódicamente los estados de cuenta y reportar cualquier transacción sospechosa.
3. Jamás proporciones datos personales en correos electrónicos, mensajes de Whats o SMS, ni llamadas no solicitadas.
4. Usa servicios como Norton o Experian, que ofrecen alertas cuando la información personal de un usuario aparece en bases de datos sospechosas.
5. Mantén los sistemas operativos de tu computadora, tableta, teléfono inteligente, laptop y aplicaciones actualizadas para evitar vulnerabilidades.
6. Evita el uso de redes Wi-Fi públicas para realizar transacciones financieras o acceder a cuentas personales.
7. Siempre configura la privacidad en redes sociales así puedes limitar quién puede ver tus publicaciones y evitar compartir información que permita identificar ubicaciones o rutinas.
8. Minimiza la cantidad de datos personales compartidos, como números de teléfono, direcciones, RFC, clave del INE, etcétera.
9. Revisa los permisos solicitados por aplicaciones antes de instalarlas, lo mismo con las cookies de los sitios que visitas.
10. Enseña a los niños sobre los peligros de compartir información personal en línea y fomenta el pensamiento crítico ante solicitudes sospechosas. Recomiendo utilizar herramientas de control parental para monitorear la actividad en línea y limitar el acceso a contenido inapropiado.
Espero que lo anterior te sea de utilidad y reduzcas el riesgo al usar internet, redes sociales y aplicaciones.