ES RELATIVO
GUILLERMO PACHECO PULIDO
Humanista es aquel que, respetando filial devoción a su patria, sabe ser y sentirse cuidador del mundo.
Esta frase la conocí desde la escuela preparatoria y me llamó siempre la atención por su dimensión y significado.
El humanismo no es teoría política; es expresión y esencia de la filosofía que crea a la naturaleza humana, al hombre y a la mujer para que prevalezca y se respete su libertad, su dignidad, su razón, sus valores.
Porque hombre y mujer son el eje, el centro de la ética, la cultura y la estructura de un pensamiento filosófico universal que apoyan su desarrollo en plenitud, sin excepción alguna.
Esa filosofía humanista parte desde la antigüedad clásica, que reconoce al ser humano como un fin en sí mismo.
Se busca que sean los principios racionales, sustentados en la justicia, en la igualdad, en la moral y la ética, que a su vez fortalecen la estructura social.
Pensadores como Protágoras señalaron que el ser humano es la medida de todas loa cosas: Sócrates, Cicerón, Francesco Petrarca (padre del humanismo), Giovanni Boccaccio, Erasmo de Rotterdam, Juan Luis Vives.
Y en la época moderna, Inmanuel Kant, John Stuart Mill, Jean Paul Sartre y otros más, quienes apoyaban el respeto al ser humano con base en la educación y en la responsabilidad individual.
Vino a mi memoria, como siempre, entre pláticas con amigos, en las que señalamos el grave riesgo que enfrenta la humanidad al dejar de ser humanista.
Eso se debe a que, como decía Robert Musil en su obra “El hombre sin atributos”, “al concluir la Segunda Guerra Mundial, descubrieron los seres humanos que el mundo había cambiado, drásticamente, antes de la guerra. Creían en el humanismo y en el arte; había una conciencia común del bien y el mal. Después la guerra, se dieron cuenta de que el humanismo había desaparecido y se encontraron a sí mismos en una era tecnológica”.
Y la humanidad deja de ser humanista porque hoy y mañana y siempre el ser humano vive en una sociedad mecanizada, dirigida por máquinas; computadoras que, por razón lógica, carecen de sentimientos, y ese ser humano forma parte de esa máquina que sólo funciona en el mundo cibernético, donde no existe ni existirá razón o espíritu alguno.
Y ello hace desaparecer la dimensión del humanismo y destruye al ser humano, y lo vuelve un tornillo o un número sin patria, sin dignidad, sin existencia humana.
Nos deben preocupar en serio, además de la tecnología, las guerras, las pandemias, la guerra monetaria mundial, los graves y peligrosos fenómenos de la naturaleza, los cambios climáticos, los efectos graves de la pobreza y la miseria y demás fenómenos como la delincuencia.
Así, pues, todo lo que está aconteciendo debe preocupar fundamentalmente a los padres de familia, a maestros, a las iglesias, a los intelectuales, a los líderes políticos, a los gobernantes, a los dueños de empresas, a todos.
Y preocuparnos por convertir a los integrantes de la comunidad, en el mundo, en seres alejados del odio, de la mentira, de la división, de todo lo que destruye la convivencia humana.
Ser plurales, tolerantes en su totalidad, predicar las verdades, respetar la Ley y a todo ser
humano:
Con nobleza de espíritu, es hora de que se asomen los dirigentes y líderes sociales a consolidar al salvador humanismo: seamos ciudadanos del mundo.
Seamos parte del sueño que no se debe rendir.