SOLILOQUIO
Felipe Flores Núñez
Inédita, espectacular, fastuosa, emotiva, fantástica, memorable…
¿Cuántos adjetivos más caben para describir la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos celebrada el pasado viernes en Paris?
Hay, desde luego, otras opiniones, que van desde aquellas que cuestionan la excesiva duración del evento, hasta otras que aluden referencias implícitas de carácter político, en el contexto de las guerras en las que a diario mueren civiles en Palestina y en Ucrania.
Cada quien lo habrá de percibir a su manera, pero es innegable que la ceremonia de apertura de la máxima fiesta deportiva universal pasará a la historia por deslumbrante y por su innovación al haber suplido un estadio por escenarios naturales del entorno parisino de singular valor.
Fueron muchos los detalles que hicieron que el evento fuera único; entre ellos, que las 205 delegaciones participantes hicieran su recorrido en barcos por el icónico Río Sena y que el pebetero haya sido encendido en un globo aerostático.
Otro fue la presencia protagónica de figuras deportivas como Zinedine Zidane, Rafael Nadal, Nadia Comaneci, o de la música, como Lady Gaga.
Por supuesto que la Torre Eiffel fue el epicentro de un gran espectáculo de luz y sonido en un alarde de sincronización tecnológica, pero también sobresalió el recorrido de la antorcha olímpica por sitios emblemáticos, como la Catedral de Notre Dame, el Puente de las Artes y el Museo del Louvre.
Ese fascinante paseo sirvió a la vez como marco para destacar las muchas aportaciones del país galo en los campos de la ciencia, la tecnología y la cultura.
A partir de este sábado, hay mucho para ver y disfrutar de la justa deportiva.
En mi caso, he seguido desde niño la secuencia de los ciclos olímpicos a partir de 1968, cuando nuestro país fue la sede, a pesar de que entonces se vivían tiempos de tensión y de coraje social ante la presencia de un gobierno autoritario, cuyos excesos culminaron con un conflicto estudiantil y la imborrable matanza de Tlatelolco.
En esa ocasión tuve la oportunidad de conocer la Villa Olímpica, invitado por una familiar que trabajó como edecán, y también tuve acceso a varias competencias de atletismo en Ciudad Universitaria.
Sobra decir que quedé maravillado por el ambiente de fraternidad que prevalecía entre los atletas y visitantes de todo el mundo y por la auténtica fiesta humana con la que concluyó la justa deportiva.
La Olimpiada de México ‘68 marcó también varios hitos. Por primera vez en la historia, una mujer –la atleta mexicana Enriqueta Basilio– fue encargada de llevar la antorcha olímpica y encender el pebetero en la ceremonia inaugural.
También, por primera ocasión, los juegos fueron transmitidos a todo el mundo por vía satelital y, como nunca antes, las imágenes llegaron a todo color.
Asimismo, México cosechó el mayor número de medallas en una competencia veraniega: nueve en total, con tres de oro, tres de plata y tres de bronce.
Cuatro años después, el mundo se conmovió cuando ocurrió una tragedia durante la Olimpiada de Munich, luego que ocho palestinos del llamado grupo “Septiembre Negro” incursionaron en la Villa Olímpica y tomaron como rehenes a 17 atletas.
La operación de rescate ejecutada por la policía alemana resultó fallida y concluyó con un saldo de 17 muertos, entre ellos 11 deportistas israelíes, quienes eran el objetivo, un policía y cinco miembros del comando palestino.
La edición XXI de los Juegos Olímpicos celebrada en Montreal, Canadá, en 1976, fue especialmente significativa, pues tuve la fortuna de acudir como reportero y comentarista de Televisa.
Durante más de un mes, elaboré reportajes y notas “de color”; hice cobertura de muchos eventos en distintas disciplinas y además participé en un resumen nocturno que a diario se realizaba de manera exclusiva para los países miembros de la Organización de Televisión Panamericana, la OTI.
De aquella experiencia, quizá la más significativa de mi vida profesional como periodista, recuerdo en especial haber estado presente en uno de los momentos más icónicos de la historia olímpica, cuando la gimnasta Nadia Comaneci, con apenas 15 años de edad, logró por primera vez una actuación perfecta para alcanzar una calificación de 10.
En su trayectoria deportiva, la rumana conquistaría nueve medallas olímpicas, de las cuales cinco fueron de oro.
Desde entonces, ya como fiel espectador, he seguido las competiciones con la mayor puntualidad posible.
Imposible relatar las hazañas y las emociones de cada edición celebradas consecutivamente en Moscú, Los Ángeles, Seúl, Barcelona, Atlanta, Sidney, Atenas, Pekín, Londres, Río y Tokio, ésta ultima opacada por la COVID-19.
Para los juegos de París que virtualmente comenzaron este sábado no habría que esperar mucho de la delegación mexicana, aunque los pronósticos son bastante optimistas.
Al respecto, cabe acotar que la cosecha de medallas obtenidas por atletas mexicanos en toda la historia de los Juegos Olímpicos es muy precaria: apenas 73 preseas, de las cuales 13 son de oro en ocho disciplinas: natación, clavados, equitación, boxeo, atletismo, halterofilia, taekwondo y futbol.
El único mexicano que ha logrado adjudicarse dos medallas de oro es Humberto Mariles Cortés, al ganar en equitación en salto individual y luego como miembro del equipo nacional en los Juegos Olímpicos de 1948 celebrados en Londres.
Por lo pronto, al iniciarse las competencias en París, los tres poblanos que acudieron como parte de la delegación mexicana fueron eliminados este sábado.
Se trata de Gribrán Zea Armenta, quien había logrado boleto tras una destacada actuación en el preolímpico celebrado en Puerto Rico.
Zea ganó su primer combate al vencer al iraní Mohammad Fotouhi por 15-13, pero perdió en la siguiente ronda 15-6 ante el giorgano Sandro Bazadze, número dos en la clasificación mundial.
Por su parte, Marcos Madrid Mantilla, quien con 37 años tuvo su segunda participación olímpica al haber acudido a los Juegos de Río en 2016 en la especialidad de Tenis de Mesa, perdió 4-0 en su enfrentamiento de ayer ante el alemán Dimitrij Ovtcharov, seis veces medallista olímpico.
Mientras que la otra poblana, Sofía Reinoso Díaz Barriga, no logró ubicarse entre los primeros 22 lugares en la prueba clasificatoria de canotaje slalom, para quedar fuera de la competencia.
Ella era la única mexicana en esa rama que estuvo antes en los Juegos de Tokio 2020.
Tras su respectiva eliminación, en sus redes sociales el mandatario estatal Sergio Salomón reconoció el esfuerzo de los tres poblanos por “su dedicación, pasión y logros” y les agradeció por llevar con honor y orgullo el nombre de la entidad y del país a la escena deportiva mundial.
Los Juegos Olímpicos siguen siendo la fiesta universal más importante del planeta y ojalá perseveren, muy a pesar de todos sus inconvenientes, sus intereses políticos y económicos; sus problemas de dopaje, de exclusión y de racismo, males sociales que todavía no ha sido posible erradicar.
Inspirado en el espíritu y los valores olímpicos, para concluir me quedo con el párrafo de la canción Imagine de John Lennon, interpretada en la ceremonia inaugural del pasado viernes por Juliete Armanet como un mensaje de paz y unidad universal: “Imagina que no hay países. No es difícil hacerlo. Nada por lo cual matar o morir. Y tampoco ninguna religión. Imagina a toda la gente. Viviendo la vida en paz”.