Agenda Ciudadana
Jorge Alberto Calles Santillana
La COVID-19 continúa siendo una amenaza para la salud mundial. Aunque los contagios tienden a descender desde el pasado 26 de enero, los números de infectados y de muertes siguen siendo altos. El miércoles de esta semana, dos millones 442 mil personas resultaron positivas y poco más de 13 mil fallecieron víctimas del virus en todo el mundo.
Pocos percibieron que fue en los últimos días de diciembre del año pasado cuando el mundo registró por primera vez más de un millón de contagios y que en esos momentos creció una nueva ola (la cuarta) cuyo desarrollo superaría con mucho a cualquiera de las anteriores. En enero 26, fueron contabilizados tres millones 746 mil nuevos casos. El decrecimiento no deja en claro que el fin de la pandemia se aproxime.
Hablar de la pandemia nos obliga a entendernos como sociedad. Con más de 5 millones de contagios, México es el décimo sexto país con más casos registrados y el quinto con mayor número de fallecimientos, con poco más de 314 mil.
En nuestro país, 61 por ciento de la población ha recibido las dos dosis de la vacuna y no hay datos claros acerca del porcentaje que tiene el refuerzo. Debido a que se inició tardíamente el proceso, es posible calcular que entre un cinco y un siete por ciento de la población tenga protección completa. Esto nos ubica muy atrás no sólo de los países desarrollados, sino también de varios de los países latinoamericanos. Chile, por ejemplo, ha aplicado las dos primeras dosis al 90 por ciento de su población y 69% ya recibió el refuerzo. 78% de los argentinos tiene ya las dos dosis y el 34% ha recibido el refuerzo. En Brasil, 72% de la población recibió las dos primeras dosis y el 28%, el refuerzo. Colombia e inclusive Perú registran mejores estadísticas que las nuestras.
Estados Unidos, Brasil, India y Rusia son los cuatro países que registran más casos que México. No obstante, la tasa de mortandad de ellos oscila entre 1.2 y 2.4%. La nuestra es de 5.8%. Altísima, comparada con esas y con la tasa mundial, que es de 1.4%. Estos porcentajes se han reducido gracias a que la última variante ha producido menos muertes que las anteriores. Pero hasta hace poco, nuestra tasa de mortandad era de 7%.
Somos el quinto país con mayor número de fallecimientos, el décimo sexto en contagios, uno con las más altas tasas de mortandad tanto civil como de personal médico. Algo está mal y no hemos recibido explicaciones pertinentes. Los datos sugieren que hay serias deficiencias en nuestro sistema de salud y en las políticas públicas de la materia, especialmente las concernientes a la atención de la pandemia.
Un sistema de salud de excelencia, eficiente y universal es condición necesaria para que una sociedad deje de ser injusta y desigual, como sin duda es la nuestra.