Manuel Martínez Benítez / @manuelmtzb
Para cualquier político y gobernante en cualquier esfera que esté, siempre será importante conocer, entender y en lo posible controlar dos temas en específico de su entorno: la agenda y el momento.
La agenda se refiere al manejo de los temas, ¿cuáles están en la sociedad y cuáles son los que yo como gobernante o político quiero posicionar?
Hay que decir que la “agenda” se divide en cuatro segmentos específicos:
La agenda pública: temas que trae la sociedad, temas que generan diálogos sociales, que nos interesan o preocupan a los ciudadanos.
La agenda mediática: la de los medios de comunicación, los temas que a los medios les parecen atractivos o de interés periodístico, para reportear un tema de la agenda pública o, en algunos casos, llevar un tema de agenda mediática a la agenda pública.
La agenda digital: ha cobrado fuerza en tiempos recientes; desde mi punto de vista, es una agenda muy compleja de entender y de manejar y también extremadamente cambiante; es la agenda de lo que pasa en las “redes sociales” y aquí encontramos temas tan variados y de tantos orígenes que es casi imposible para un actor o gobernante no global llevar un tema a esta agenda.
La agenda política: son los temas que los políticos y/o gobernantes intentan posicionar o llevar a la agenda pública, o los que les interesa atender o priorizar.
Ahora bien, el concepto “momento” o manejo del tiempo se refiere a lo que está pasando: en qué lapso gubernamental, político o social estamos como sociedad, y cuál es el momento perfecto para llevar un tema desde la agenda política o mediática hasta la agenda pública.
Por ejemplo, si estamos en el mes de abril, uno se ve “obligado” a hablar del tema de la niñez, y sería un pésimo momento para hablar o impulsar acciones con respecto a los adultos mayores.
Entendiendo estos dos conceptos medulares para la estrategia política, uno puede hacer análisis mucho más profundos de lo que pasa en la esfera gubernamental o política y el porqué de las acciones de algunos de los gobernantes o políticos. Aquí hay que decir que no a todos los políticos se les puede analizar con esta óptica, ya que no todos entienden y menos aplican estos conceptos para diseñar su estrategia y aplicarla.
Ahora bien, y esto es una apreciación personal y fuera de cualquier apasionamiento, siempre me ha parecido que el presidente López Obrador había sido un político que entiende muy bien estos dos conceptos y siempre fue su máxima prioridad el manejo de la agenda, y entender en qué momento estaba la sociedad para hablar de temas específicos.
Y ejemplos de esto hay muchos, desde las protestas “de joven” en Tabasco sobre los pozos petroleros, que lo catapultaron a la escena nacional, hasta las conferencias de prensa cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México, que dictaba la agenda nacional, incluso al presidente en turno.
Y ahora con su mañanera y con las acciones de su gobierno, el presidente intenta posicionar su agenda en la agenda pública, en la agenda mediática y en la agenda política de muchos, y hay que decir que hasta ahora le viene funcionando.
Esto lo digo porque todo lo que el presidente dice en la mañanera, o las acciones o comunicaciones que genera su gobierno, impactan en las demás agendas fuertemente. Tanto en la agenda mediática como en la agenda digital y en la agenda política de todo el país. Y al no haber ningún otro actor o grupo político con la fuerza de llevar a la discusión temas con esta fuerza, el presidente acapara el manejo de la agenda.
Es por esto por lo que el tema de “la casa gris” (como se ha llamado al escándalo de la casa en la que vivió un tiempo el hijo del presidente López Obrador en Houston) es un tema que hay que analizar muy de cerca y ver los alcances que tiene en la agenda y en el momento que estamos viviendo.
El tema le pega a uno de los principales tópicos que hay en la agenda pública: la corrupción. Ha acaparado la agenda mediática, ha trastocado la agenda digital, y está en la agenda política de todo el país. Y por eso resulta extraño que el mismo presidente mantenga este tema “vivo”, o sea, lo toca en el principal instrumento de comunicación del país, la mañanera.
El mismo presidente ha impulsado el tema con sus declaraciones y ataques a los medios de comunicación, de tal forma que se ha vuelto el de mayor importancia en todas las agendas en este momento que, por cierto, es un momento en que los temas podrían ser otros para él y su gobierno, como la revocación de mandato, el aeropuerto de Santa Lucia, o incluso para la oposición que podría estar hablando de los terribles indicadores que hay en el país en materia económica, de seguridad o las crisis de relaciones exteriores o de relaciones gobierno-empresariales que estamos viviendo.
Es por esto que creo que debemos todos reflexionar por qué el presidente actúa así. Yo veo cuatro posibilidades:
Uno. López Obrador está muy enfadado con que le reventara este escándalo, y al haber perdido el manejo de la agenda pública y mediática, se encuentra muy molesto y esto lo lleva a enredarse más en él. Trata de controlar la narrativa sobre este tema y “quitarse el golpe” para lograr retomar el control de la agenda pública y mediática.
Pareciera que el enojo no le está dejando ser estratégico.
Dos. El presidente tiene muy medido este tema y sabe que no lo hará perder los respaldos sociales que actualmente tiene, su base, y exacerbe aún más a sus opositores, manteniendo el ambiente polarizado, que es donde el se siente cómodo y es donde parece que saca más provecho para mantener activas y movilizables a sus bases.
Tres. El presidente está usando este tema, con mucho riesgo, para operar otro de mayor interés para él, dejando que la opinión pública y la opinión publicada estén distraídas en “la casa gris”, y él pueda enfocar los esfuerzos en el tema que sea de su interés sin que nadie esté observando.
Cuatro. Como última posibilidad: el presidente está atrapado en esta coyuntura, en esta agenda y no sabe cómo salir. Es, en realidad, la posibilidad que menos veo factible, ya que si algo ha demostrado López Obrador en el tiempo es que sabe cómo construir o usar una narrativa o agenda.
Sea lo que fuere que esté pasando, creo que vivimos uno de los peores momentos políticos del país, con una polarización alarmante de las fuerzas de poder, con tremendos problemas sociales que no están siendo atendidos ni enfocados y que, si bien uno puede estar en contra o a favor del presidente, creo que no es bueno para nadie que el Poder Ejecutivo esté tan confrontado con parte de la sociedad como lo está.
Y digo parte porque, por lo menos hasta ahora, las encuestas no registran una caída importante del apoyo al presidente, aunque es temprano todavía para ver todos los efectos de esta coyuntura. Veremos qué tanto afecta esto como se vaya desarrollando esta agenda y en qué momento estamos o estaremos en las semanas por venir.
Por cierto, si usted es un gobernante o un político, póngase a pensar si tiene clara su agenda, la agenda pública, mediática y digital de su entorno, y si tiene claro en qué momento está y cuáles son los momentos por venir, porque si no, está en problemas. Y si tiene esto claro, usted puede llevar un gobierno funcional, y eso siempre (o casi siempre) será bueno para la sociedad.