Germán Campos Ramos
Alteración de la rutina, duelo no procesado, desesperanza, problemas de readaptación y sufrimiento excesivo, todo en el contexto de la pandemia, son factores que abruman a los menores de edad y encienden alertas suicidas, coinciden especialistas en psicología y protección de los derechos de la infancia.
Datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) revelan que cada 11 minutos un niño o adolescente se quita la vida en el orbe, refirió a Crónica Puebla Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia de América Latina y el Caribe.
En México, un factor que también dañó la salud mental de los menores fue que las autoridades los dejaron al final de la aplicación de la vacuna contra la COVID-19 y, aunque no es cuantitativo, Pérez García explicó que se volvió común que, en las consultas psicológicas, los niños se digan poco valorados, sin opciones a enfrentar un virus que podría matarlos y eso los deprime.
“Fue un acto de discriminación por edad y una grave omisión dolosa al no incluirles desde el inicio en la estrategia de control de la COVID-19 y el proceso de vacunación”, refirió el también psicólogo y defensor de los derechos de los menores.
“(Las autoridades) siguen en la misma actitud, para la mayoría sólo tienen una vacuna, no hay dosis pediátrica disponible y analizan aplicar la vacuna cubana, que no tiene pruebas de fase 3 y aún no es avalada por la Organización Mundial de la Salud”, dijo.
Todos esos factores –refirió– abonaron para que los menores vivieran escenarios de desesperanza y profundo estrés, a lo que se suma la violencia en el hogar, inestable salud mental de los adultos que los rodeaban, entre otros factores.
Verónica Alfaro, del Colegio de Psicólogos de Bolivia y parte de la misma red, comentó que la problemática en América Latina es muy similar, pero ahora se necesita poner los ojos en lo que será la postpandemia.
“Un ambiente de desesperanza, niños que no pueden habituarse a lo que antes vivían, la alteración a la rutina, todo eso les deja una sensación de no bienestar y sufrimiento”, señaló.
Refirió que los niños en América Latina son educados desafortunadamente a golpes, lo que genera efectos dañinos enormes, cuando la educación debe ser afectiva, pues “necesitamos un desarrollo neuronal que se presente de la mejor manera. La falta de afecto los golpea hoy más que nunca”.
“Qué podemos hacer, no hay políticas públicas a favor de la salud mental, la verdad es que se piensa que los psicólogos somos para los locos y eso es terrible, no hay salud física sin salud mental, las autoridades en general deben aplicar recursos y no pensar que se ahorran dinero no viendo el problema, cuánto vale la vida de los niños que se suicidan”, declaró.
Los especialistas explicaron que hay colegios de psicología a los que se pueden acercar niños y padres de familia, pues si bien hay apoyos gubernamentales, también se cuentan con otros canales que pueden intervenir.
Advirtieron que se debe tener cuidado con la desesperanza en los menores, especialmente en las escuelas, para detectar casos de depresión o tendencias suicidas. Tejiendo Redes llamó a padres acercarse a profesionales a vacunar a sus hijos pequeños, pues eso les hará sentirse más seguros y recuperar espacios.