Garganta profunda
Arturo Luna Silva
[email protected] / Twitter: @ALunaSilva
Al presidente Andrés Manuel López Obrador la multitudinaria marcha del domingo en Ciudad de México que encabezaron, en supuesta defensa al INE, personajes de la oposición, le cayó peor de lo que aparentó en un principio. Lo desencajó. El rosario de descalificaciones que le recetó a lo que bautizó como “striptease político del conservadurismo”, lo exhibió. De ahí que, luego de inspirarse en la propuesta del gobernador Miguel Barbosa, de hacer una movilización a favor de la 4T, convocó a su propia concentración, que él mismo liderará en las calles. Lo hace para mostrar que puede más que sus adversarios. Es revancha.
La mayor molestia del tabasqueño –quien ya superó a Luis Echeverría en estas lides– con quienes participaron y organizaron la marcha de #ElINENoSeToca, es el intento de secuestrarle su más exitoso método político: la protesta social callejera.
Es la que lo encumbró.
Nadie en la historia del país ha encabezado tantas marchas y protestas que él.
También lo alteró el tamaño de la manifestación.
Si fueron 10 mil, 40 mil, 100 mil o más asistentes, no importa.
Se enojó de verdad.
Además, hay un riesgo: que algunos de sus seguidores se compren efectivamente la idea de que hay un malestar social masivo genuino, en su contra.
Eso es intolerable.
Por ello volverá, como presidente, pero también como líder de su movimiento, a tomar las calles.
Para enseñarles que él puede más.
Que, si se trata de la lucha y las proclamas en las calles, nadie puede ni podrá superarlo.
De ahí el involucramiento que hace de la gente.
El Pueblo (así, con mayúsculas) lo está pidiendo, se justifica.
Y remata con la frase emblema de hay que “mandar obedeciendo”.
Estarán Andrés Manuel López Obrador y los líderes de la Cuarta Transformación (4T), seguramente con acarreo, en el mejor de sus escenarios.
La calle.
La protesta.
Las arengas y el baño de pueblo.
Es su elemento.
La esencia de su fuerza y popularidad.
Tenía ya programados varios actos para el festejo de los cuatro años de la 4T.
Eso sería el 1 de diciembre.
Pero lo ha adelantado a este 27 de noviembre.
Con el escenario que mejor se le da: una marcha.
Lo hace después de que el gobernador Miguel Barbosa convocó con buenos reflejos políticos a una megaconcentración en Puebla.
Lo hizo con contundencia y agilidad, luego de la marcha del domingo de los “conservadores”.
Con la nueva convocatoria directa del presidente de la República, Miguel Barbosa moverá su convocatoria local del 27 de noviembre –día que también eligió Andrés Manuel– al 4 de diciembre.
Estará con López Obrador en Ciudad de México.
Las dos marchas, Puebla y la capital del país, serán un éxito.
Rotundo.
De asistencia masiva posiblemente pocas veces o nunca vista.
Acusarán que hubo acarreo.
Se quejará la oposición que, desde el poder, no se vale hacer manifestaciones callejeras.
Y tendrá alguna razón.
De cualquier modo, AMLO demostrará su fuerza.
Su aquí estoy y puedo más.
La revancha como entusiasta motivación.
La bilis como motor.
La venganza como satisfactor.
El signo del sexenio.
Pobre México.