Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / parmenasradio.org
Esta semana inicial de diciembre de 2022, fue anunciado con bombo y platillo el aumento de los salarios mínimos, como un récord histórico: 20%. Las ocho columnas de muchos periódicos y los economistas del lado del poder no tuvieron otra alternativa más que aplaudirlo, vitorearlo, sostener que se hace caso a las masas de trabajadores, etcétera.
Pero, cuidado, mucho cuidado, posiblemente sea lo que sentenciaba el filosofo E. Kant en el siglo XVIII, solamente es una medida de “compasión” y, por ende, no de “entendimiento” –en este caso– de la economía actual y, sobre todo, de la situación apremiante que viven los trabajadores.
Pareciera que este aumento no es otra cosa más que “la crónica de una muerte anunciada”, esto es, el antecedente del peor año económico que vivirá México en los últimos 28 años, desde la crisis económica de 1994 particularmente, para las pequeñas y medianas empresas.
¿De donde sacarán recursos las llamadas Pyme para ese aumento de los salarios mínimos?
Desde luego que, en un sistema en donde no se oye, no se escucha, nadie les tomó su parecer para ese aumento de los salarios, empresas que siempre han estado a su suerte, pero hoy es más latente.
Y es que el problema no es el aumento de los salarios mínimos a 20%, porque eso no es el tema principal, en el fondo y en la realidad se trata del mismo aumento de las aportaciones de seguridad social, esto es de los pagos que se hacen al IMSS y al Infonavit, por parte de los patrones, es decir de esas Pyme que hoy están estirando la liga para poder pagar.
Basta con asomarse a una oficina de esas dependencias públicas para observar cuántas empresas están haciendo convenios de pago de adeudos vencidos, lo que demuestra que esas empresas no tienen ingresos, ni para pagar sus aportaciones de seguridad social de la actualidad.
Ese aumento tan sonado desde el Palacio Nacional, más por compasión a los trabajadores que por entendimiento de la economía nacional, se trata también del aumento en ese mismo porcentaje del Impuesto Sobre la Renta (ISR) que pagan los trabajadores, pero que lo retienen y enteran los patrones. Además, se trata de un aumento de 20% del Impuesto Sobre Nóminas (ISN) que hay en las entidades federativas. Por tanto, el problema no es el aumento de los salarios, sino el aumento de esas contribuciones.
Desde luego que, un aumento tan abismal muy pocas empresas medianas y pequeñas lo podrán soportar, que ya de por sí vienen mermadas por la pandemia y que han sido devoradas por las grandes empresas transnacionales.
Basta con darse una idea de la realidad de aquellas empresas con el entorno de nuestras ciudades, en donde se ve por doquier las cadenas de supermercados, farmacéuticas, tiendas de conveniencia, etcétera.
Ahora, se les pone en frente un aumento de contribuciones disfrazado con el aumento del salario mínimo, por compasión a los trabajadores, más que por entendimiento de los efectos de ese aumento abismal.
¿Qué se podrá ver para 2023 con ese aumento de salarios?, pues algo innegable. Algunos “empresarios” haciendo convenios formales en el IMSS e Infonavit para diferir los pagos, otros más en esas mismas instituciones haciendo convenios, pero por abajo del agua, es decir, con corrupción para que no les cobren esas aportaciones de seguridad social; unos más, dando de baja trabajadores formalmente, aunque sigan operando en esas pequeñas empresas, pero sin servicios sociales; y, de paso, el Estado se beneficiaría al contar con menos personas que atender en las instituciones de seguridad social, total, están colapsadas de enfermos.
Unos más, buscando las figuras que, por imposición norteamericana, se tuvieron que combatir, esto es las outsourcing y las insourcing, que para muchos serán su “tabla de salvación”, por lo que resucitaran todas ellas; otros más, ante la ausencia de esperanza en este país, gobernado por el partido de la esperanza de México,
pues simplemente cerrarán las puertas, bajarán las cortinas y serán bienvenidos a la economía informal; algunos otros que tomaron la iniciativa de cerrar antes, de sacar su dinero del país desde hace tres o cuatro años, pues simplemente sentenciarán: “Te lo dije”.
Desde luego, las cámaras empresariales, industriales, de comerciantes estarán mudas ante este sistema oclocrático que nos gobierna. Por ahí alguien preguntará: “¿Y no hay medios de defensa para anular esas medidas?” Pues no, porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación está preocupada más en las redes sociales y en la sucesión de la presidencia del Poder Judicial, que en impartir justicia a alguien. En definitiva, se ha decretado (porque el aumento del salario mínimo es por decreto) el sepulcro de las Pymes, más por compasión para los trabajadores, que por entendimiento de las repercusiones para éstos, sus empleadores y la economía
nacional.