Soliloquio
Felipe Flores Núñez
A pesar de su descrédito social, siempre habrá quienes estén interesados en conformar nuevos partidos políticos. Parecería contradictorio, pero no lo es. No al menos para quienes ven a los partidos como instrumentos eficaces de poder y, por supuesto, también como posibilidad de hacer negocios o para alcanzar otros fines frecuentemente inconfesables.
La realidad es que los partidos políticos en México no son dignos de confianza. Es más: se ubican en el penoso último lugar en cuanto a confiabilidad ciudadana.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Cívica realizada por el Inegi, el 76.4 % de la población de más de 15 años de edad dijo confiar poco o nada en los institutos políticos. De cada 10 entrevistados, solo el 21.8 % respondió tener mucha o algo de confianza en ellos.
Otros estudios de investigación revelan que el ciudadano simplemente los percibe con indiferencia, les son ajenos. Otros muchos no se sienten cabalmente representados. Y una gran mayoría tiene la convicción de que solo sirven para el beneficio personal de sus dirigentes.
Toda esa percepción ciudadana respecto al actuar de los partidos políticos está fundamentada. El reciente cierre de los periodos legislativos de diputados y senadores es prueba fehaciente de ello.
En general, hay una opinión compartida de que en México hay exceso de partidos políticos. Aún desvalorados, son muchos y muy onerosos. Actualmente, hay siete con registro nacional, y en el caso de Puebla, diez con registro local.
Pese a esa absurda abundancia partidista, ya se vislumbra en el escenario el arribo de nuevos institutos políticos. La ubre alcanza para todos y ante ello, ya acechan ocho organizaciones con la mira de convertirse en partidos políticos nacionales.
Lo llamativo es que entre esas agrupaciones recién avaladas por el INE, una tiene su origen en Puebla, y con otra hay un inocultable trasfondo religioso que también se ramifica en la entidad poblana.
La local es la llamada 5 de Mayo, Movimiento Transformador, que preside Jesús Barrales Sevilla, la misma que hace años pretendió obtener su registro como partido local en Puebla.
Aquella vez, su intención no prosperó al no cumplir los requisitos que exige la ley. De hecho, Barrales Sevilla ni siquiera fue capaz de realizar ninguna asamblea constitutiva, y luego se negó a responder a los requerimientos que le hizo el Instituto Electoral del Estado. Jamás compareció ante la autoridad electoral poblana para confirmar o refutar su eventual declinación.
Jesús Barrales tiene un contrastante y extraño historial político en Puebla. Como priista, en 2010 fue candidato suplente a alcalde de San Andrés Cholula por la alianza “Puebla Avanza”, conformada entonces por el PRI, Verde Ecologista y el PSI.
Conformó también en la región de Cholula la irrelevante organización Grupos Sociales Unidos por Puebla 13 de Noviembre A.C., en la que involucró a su hija Dulce Alejandra Barrales Contreras y a otros familiares.
Barrales ahora juega como activista de Morena y como tal hizo renacer la agrupación 5 de Mayo, Movimiento Transformador, y lo logró, al obtener la semana pasada su registro como agrupación política en el Instituto Nacional Electoral, al igual que a otras ocho organizaciones civiles, de las cuales, por cierto, seis son también afines a Morena.
Entre esas nuevas agrupaciones recién avaladas por el INE y con posibilidades de convertirse en partidos políticos, destaca la llamada Humanismo Mexicano, dirigida por dos legisladores federales de Morena, ambos muy cercanos a la controvertida Iglesia La Luz del Mundo.
El diputado federal de Morena y presidente de la Comisión de Salud, Emmanuel Reyes Carmona, es uno de los dirigentes de esta asociación, así como Hamlet García y Favio Castellanos, también legisladores de ese partido político.
Es pertinente recordar que sobre la Iglesia La Luz del Mundo hay muchas sombras por disipar. Naasón Joaquín García, su fundador y líder universal, está actualmente en prisión en los Estados Unidos con una condena de 16 años tras haberse declarado culpable de delitos graves de abuso sexual contra tres niños, además de enfrentar acusaciones por riqueza inexplicable.
Dicha Iglesia tiene amplias ramificaciones en Puebla, donde, según datos del INEGI, se calcula que tiene unos 16 mil seguidores, solo por debajo de otras entidades con cifras mayores, como Jalisco, Veracruz y el Estado de México, para acumular un total en el país de casi 200 mil creyentes.
En la carretera Acajete-Amozoc hay un enorme templo sobre una extensión de 14 hectáreas con jardines y fuentes que es usado como centro de formación para misiones de esta congregación religiosa, instalaciones que el propio Naasón Joaquín García inauguró en 2016.
Quedan, pues, ahí las fundadas dudas sobre la aparición de esas dos agrupaciones y respecto a los efectos políticos, económicos, religiosos y sociales que en su momento puedan tener en Puebla.
Otras de las organizaciones que recibieron su registro por parte del INE son Alianza Patriótica Nacional, Demócrata Liberal, Con Causa Social, Que Siga la Democracia, Movimiento Arcoíris por México y Frente por la Cuarta Transformación. El siguiente paso de todas será constituirse como partidos políticos y sobrevivir del erario público.
Para todos alcanza.
Vale recordar que tan solo para el año en curso, en el que no hay elecciones federales, el financiamiento de los siete partidos políticos nacionales alcanzó la nada despreciable cifra de los 6 mil 233 millones, 510 mil 798 pesos.
En el caso de Puebla, con la reciente y nueva reincorporación de Fuerza por México, son ya 10 los partidos políticos locales. Entre todos, sus llamadas prerrogativas suman para este año, en el que tampoco hay elecciones, 302 millones de pesos.
Con financiamiento asegurado, nada importa el desprestigio social de los partidos. Y menos las relaciones “peligrosas” que dirigentes y militantes pudieran tener.