Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Querido papá:
Con la enorme añoranza de siempre, te escribo esta vez a sabiendas que “allá arriba” tus horas solaces han tenido también momentos de exabrupto. Así lo entiendo, porque lo que ocurre “aquí abajo” no sólo debe sorprenderte, sino que algunos temas te han de incomodar y provocar indignación. Uno de ellos, en especial, tiene que ver con el deterioro de la imagen de nuestras Fuerzas Armadas.
Supongo, en tu caso, que es cuestión de honor, que para la milicia es algo más que un estigma. De allí que el lema “Por el honor de México” se imbuya a los cadetes desde que inician su etapa formativa en el Heroico Colegio Militar. ¿O no?
Por eso no quiero siquiera imaginarme lo indignado que debes estar, ante los distintos sucesos que de forma creciente e irreversible han venido socavando la todavía buena percepción de nuestras Fuerzas Armadas.
Ya lo sé, papá, por esa razón, si aún estuvieras entre nosotros, dirías que ante la desolación te volverías morir.
Lo mismo le debe ocurrir “allá” a quienes comparten contigo la gloria eterna. Me refiero a mi querido hermano, a mi tío, a mis dos abuelos y a mi exsuegro, todos ellos también militares de estirpe, de digna trayectoria.
Deduzco que en sus largas tertulias han de coincidir en lo vergonzoso que han resultado muchos eventos y que debatirán sobre el desgaste de nuestras Fuerzas Armadas.
Han sido muchos los sesgos a su naturaleza y otro tanto los consecuentes tropiezos. Unos y otros son de lamentar.
El hecho más reciente que empañó a la institución militar llegó al extremo, apenas semana que concluye. Ya sabes: el general secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, se vio envuelto en un escándalo por haber comprado un millonario apartamento a un proveedor del propio Ejército.
Bien decías que la discreción debiera ser una virtud y en los militares, una irrenunciable obligación.
¿Era necesario que hiciera esa compra cuando los militares de ese alto rango tienen a su disposición una amplia y confortable unidad habitacional, donde a costo mínimo pueden vivir con decoro?
¿Es correcto que estando en activo se haga de un lujoso condominio que cuesta 30 millones de pesos, aunque ahora diga que “sólo” pagó nueve millones?
¿Cómo está eso de que el vendedor del inmueble haya sido la empresa Protective Material Technology, una de las proveedoras consentidas del Ejército, a la que ente otros contratos –algunos sin licitación– le otorgó el año pasado 319 millones de pesos por el abastecimiento de placas balísticas?
¿No hay ahí conflicto de intereses?
“No hagas cosas buenas que parezcan malas”, bien lo decías.
¿Y luego, por qué no aparece esa sospechosa compra en la declaración patrimonial del secretario?
A esa tan dudosa transacción, se suma una revelación sobre frecuentes viajes al extranjero que ha hecho el señor secretario, en compañía de su familia y de un séquito de militares, lo que él mismo general trató luego de explicar al decir que tiene “un grupo de ayudantes que me auxilia en todo lo que tengo que desarrollar y en estos viajes también auxilian a mi familia…”.
Todo este lío comenzó, lo sabes, cuando en abril pasado la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad publicó un reportaje con base en cables de la Sedena, dados a conocer por el grupo de ciberactivistas Guacamaya, en los que da cuenta de “millonarios viajes del general Sandoval González al extranjero en jets del Ejército, hoteles de alta gama, comidas y cenas en buenos restaurantes, viáticos en suficiencia y visitas a museos y lugares emblemáticos de las ciudades visitadas”.
Ante ello, claro, esta misma semana el presidente Andrés Manuel López Obrador salió en defensa del secretario Sandoval González, a quien calificó de ser “una gente honesta, incorruptible, pero eso no lo van a aceptar nuestros adversarios porque tienen que hacer labor de zapa, esto es socavar la credibilidad del gobierno”.
“El general, entre otras características, entre otras virtudes, es una gente honesta, incorruptible, pero eso no lo van a aceptar nuestros adversarios”, sostuvo el mandatario en su habitual conferencia mañanera.
No podía ser de otra manera, papá, cuando el presidente ha sustentado su gobierno justamente en las Fuerzas Armadas, extralimitando sus funciones en tareas que no debieran competirle y al convertir a la Sedena en una súper-secretaría, con capacidad presupuestal sin precedente.
¿No crees que eso explica en buena medida que los militares estén permanentemente en el ojo del huracán y expuestas al escrutinio público?
Recordarás, y siempre te opusiste a ello, que todo comenzó con la encomienda al Ejército de las tareas de seguridad, lo que luego se magnificó con la ilegal adscripción a sus filas de la Guardia Nacional.
Desde entonces, los militares están en todos lados y se les ha encargado, entre otras cosas, construir obras como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, las dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar todavía en proceso, dos tramos del Tren Maya y hasta la remodelación de 32 hospitales.
Tienen, además, el control de los puertos y las aduanas y muy pronto contarán con su propia línea aérea, que competirá con otras líneas en el mercado nacional.
Bien sabes y lo compartes, que tal exposición y el uso político del que han sido objeto no es bien visto incluso por la casta militar, que considera que se ha puesto en riesgo el prestigio que histórica y merecidamente se han ganado.
De allí las inusitadas marchas protagonizadas en marzo pasado por familiares de militares en al menos 19 entidades del país, por el encarcelamiento de dos cabos y dos soldados que presuntamente asesinaron a cinco jóvenes en Nuevo Laredo, Tamaulipas, a quienes identificaron como secuestradores. En esas movilizaciones, se exigió respetar los derechos y el trabajo de los elementos del Ejército, al considerar que se le da más importancia a la delincuencia que a quienes entregan su vida por cuidar la paz en el país.
Además, se ha dicho con persistencia, bajo la contradictoria estrategia de “abrazos, no balazos” a los militares se les exigen resultados, pero no pueden ejercer su poder ni utilizar sus armas, lo que ha permitido actos denigrantes donde delincuentes someten, sobajan y hasta los agreden, o se dan casos como aquel penoso incidente donde tuvieron que dejar en libertad a Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, tras haberlo detenido en un eficaz operativo.
Por si fuera poco, al Ejército Mexicano también se le ha acusado de ser el espía del gobierno de la 4T, a través de su Centro Militar de Inteligencia que dispone de sofisticada infraestructura tecnológica con el soporte del sistema Pegasus. Según denuncias, la Sedena interviene conversaciones de distintos actores sociales, lo cual se descubrió al haber grabado en 2020 conversaciones con periodistas del defensor de derechos humanos, Raymundo Ramos, sobre dos ciudadanos muertos por militares en Nuevo Laredo.
Todos estos pasajes son sólo referentes, motivos suficientes para sentirte abrumado, papá, pero bien sabes que nada es para siempre. Algo me dice que pronto habrá un reacomodo, se impondrá la razón y la legalidad, y se recobrará la buena dosis de honorabilidad que nuestras Fuerzas Armadas han perdido.
En eso confío, papá, en esta misiva que espero te sirva, al menos, de consuelo. Mil besos.