Fernando Thompson de la Rosa / @cyberthompson
OpenAI es un conglomerado con genios de las más prestigiadas universidades estadounidenses que en Puerto Rico hablaron sobre el futuro de la inteligencia artificial y pusieron manos a la obra para darle un rumbo por el bien real de la humanidad.
Así surgió esta organización sin fines de lucro, con respaldo multimillonario.
ChatGPT es sólo uno de los robots que nos han regalado, un modelo de lenguaje basado en inteligencia artificial que interactúa con los usuarios por escrito de forma bastante natural y fluida, como persona académicamente bien preparada.
La inteligencia artificial tiene más de 40 años de existir, pero en los últimos seis ha crecido en forma exponencial, desarrollada con programas de software conocidos como algoritmos, robots y los primeros androides con actitudes humanas.
Esta rama de la tecnología está dedicada a imitar pensamiento, razonamiento y discernimiento humanos, al punto que lo hará por cuenta propia y posteriormente como todas las mentes del ser humano, fenómeno conocido como singularidad, que ocurrirá dentro de unos 30 o 40 años pero, al ritmo que van las cosas, podría llegar antes.
ChatGPT ha sido una sensación y su capacidad parece no tener límites. Sin embargo, no a todos gusta. Maestros desde primaria hasta postgrado tienen dolores de cabeza porque composiciones, ensayos, tareas e investigaciones las “piensa” y realiza ese robot y quienes han dejado de pensar son los estudiantes, que deberían ocupar cerebro y capacidades para aprender y formarse con pensamiento crítico y adquiriendo conocimientos.
Todo en la tecnología tiene su antídoto. Desde que surgieron las máquinas de búsqueda en internet o buscadores Lycos, HotBot, Altavista, Yahoo hasta llegar hoy a Google y pasar por el pésimo Bing, los estudiantes buscan en internet información y literalmente la copian y pegan.
Ya hay herramientas que indexan cantidades impresionantes de información y pueden encontrar con mucha exactitud lo que ha sido copiado del internet a partir de textos, portales, tesis, bases de datos e indican la fuente de procedencia. Son excelentes, pero no baratas como Plagius, WriteCheck, iThenticate, SafeAssign, Glat Plagiarism Services y Antiplagiarism, entre muchas otras indicando hasta el porcentaje de copia y remarcándolo para el profesor.
En ese mismo sentido existe un antídoto contra ChatGPT: herramientas para detectar si un texto fue escrito por el robot. Algunas de las opciones son:
- zerogpt.com
- copyleaks.com
- corrector.app
- originality.ai
- crosspalng.com
Pero conmino a los profesores dar por sentado que sus estudiantes usarán ChatGPT y les pidan aplicar otros robots de inteligencias para buscar otras fuentes de información y comparar los resultados.
La inteligencia artificial está aquí para quedarse y lo mejor es que sepamos sacarle provechopara sobresalir en el mundo empresarial y laboral.
Hay que conocer ChatSonic, BardAI, Copilot, Youchat, Botsonic y al menos dos docenas más.