Soliloquio
Felipe Flores Núñez
De manera por demás inesperada, la tarde del jueves pasado se confirmó la noticia de la inesperada renuncia de José Antonio Martínez como secretario de Salud del gobierno estatal.
La versión había circulado horas antes en redes sociales y hasta hubo quien de manera incrédula tuiteara que se trataba de una fake news. Poco más tarde, el propio gobernador Sergio Salomón Céspedes validaría la información: “Informo que hace unas horas recibí la carta de renuncia que, por motivos personales, entrega el doctor José Antonio Martínez para separarse de manera definitiva al cargo de Secretario de Salud que venía desempeñando”.
En el mismo mensaje en redes, el mandatario le agradeció su institucionalidad y compromiso con el gobierno de Puebla y le ratificó su “reconocimiento por tu trayectoria en el sector salud de nuestra entidad”. A manera de despedida, le deseó “lo mejor en los nuevos proyectos que emprendas”.
El nuevo movimiento en el gabinete estatal podría no tener nada en particular, si se considera que desde que inició su gestión el gobernador ha hecho varios ajustes para afianzar su equipo a fin de concretar sus proyectos y tener un cierre lo más efectivo posible. En esa línea, destacan las suplencias de titulares ocurridas en las secretarías de Gobernación, Educación Pública, Comunicaciones y Transportes, Planeación y Finanzas y Cultura.
Han sido tantos los cambios –13 en total– que ni siquiera en la página oficial se han dado tiempo de insertar las fotografías y currículum de los nuevos funcionarios, pero este caso llamó especialmente la atención, por tratarse de quien se consideraba una de las figuras estelares del gabinete estatal.
Es por ello que la intempestiva dimisión generó durante el cierre de esta semana comentarios encontrados y múltiples interpretaciones, entre las que solamente dos pudieran tener sustento y hasta algunos indicios de credibilidad.
La primera interpretación es que se trató de una renuncia pactada con fines político-electorales; esto es, que fue concertada al más alto nivel del gobierno estatal para impulsar al doctor Martínez García como un viable aspirante de Morena a la gubernatura de Puebla o, en caso extremo, a la alcaldía de la capital.
Está probado que el médico poblano es muy bien percibido y tiene un bagaje importante de adeptos por su eficiente desempeño al frente del sector salud, el que se magnificó desde su arribo a la dependencia en junio de 2020, justo en los momentos de mayor apremio por la embestida de la Covid-19.
Todos coinciden en que Martínez García afrontó la pandemia asumiendo un firme liderazgo y exhibiendo notable eficiencia, virtudes que, sumadas a su carisma y enorme empatía, le otorgaron muy altos niveles de aceptación social.
Su trabajo fue tan efectivo durante la contingencia sanitaria que mereció un reconocimiento a nivel nacional y hasta se llegó a decir que había recibido una invitación para incorporarse al gabinete del gobierno federal.
Ya desde entonces, el extinto gobernador Miguel Barbosa lo había visualizado como prospecto político. “Ya hablas como candidato”, le dijo una vez, y hasta después elogiosamente consideró que él era mejor y más competente que Hugo López Gatell, el inefable subsecretario de salud federal todavía cuestionado por su malogrado desempeño durante la pandemia.
A diferencia de López Gatell, que siempre minimizó los efectos de la Covid-19 y ni siquiera usaba cubrebocas, Martínez García se distinguió por sus informes certeros y su permanente orientación social; incluso se le vio varias veces visitando a pacientes enfermos e inyectando vacunas.
Esta versión de enfoque político tiene sentido si se considera además que el mandatario Céspedes Peregrina necesita tener en la mano varias cartas como alternativas para jugar de modo activo en la sucesión gubernamental.
En esa disputa van adelantados Alejandro Armenta e Ignacio Mier, así como Julio Huerta, mucho muy atrás y quien al parecer en su desenfrenado sprint ya dio todo lo que podía dar. Martínez García es entonces un buen perfil, está muy bien posicionado y a tiempo de sumarse de lleno a la contienda.
Aun siendo así, surgen entonces algunas preguntas: ¿Por qué el gobernador no dio una pista sobre la nueva ruta del renunciante, insinuando al menos cuando le deseó lo mejor en sus proyectos a emprender que incursionaría a la política?
¿Era necesario que Martínez García renunciara al cargo con tanta antelación, cuando como secretario tenía una gran exposición por su intensa actividad en varios rincones de la entidad mediante sus muy exitosas jornadas médicas?
La segunda interpretación, que bien podría encajar al analizar esta inesperada renuncia, es la que apunta a que se trató de un acto de congruencia del doctor Martínez García, ante la decisión del gobierno de Céspedes Peregrina de adherir al sector salud poblano al programa federal IMSS Solidaridad.
Es bien sabido que el ahora exsecretario se opuso siempre a esa posibilidad, al igual que el exgobernador Barbosa Huerta, por considerar que no era necesario en Puebla, al contar aquí con un sistema de salud sólido, eficiente y de calidad.
A las dudas que siempre mantuvo, por cierto, este fin de semana se sumó la Coparmex-Puebla, al hacer un llamado para analizar la decisión “pues en el tema presupuestal, financiero, de recursos materiales y humanos se verá afectado por la migración a ese programa federal”.
Si bien la transferencia al IMSS Bienestar no se ha concretado de manera formal, todo indica que eso podría ocurrir durante las semanas siguientes; incluso apenas se informó que ya fueron instaladas las mesas de transición para detallar el proceso en todas sus vertientes.
Al respecto debe entenderse que Céspedes Peregrina debió verse sumamente comprometido con el tema, dado el apoyo que ha recibido desde su arribo a la gubernatura por parte del gobierno federal, e incluso del propio presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por tanto, un “no” al IMSS Solidaridad por parte del gobierno estatal francamente no se concibe desde ningún ángulo, pero eso no excluye la posible resistencia de Martínez García, quien, de ser el caso, habría preferido abandonar el cargo con apego a sus muy propias y válidas convicciones.
En todo este contexto con matices especulativos a falta de información precisa, por lo pronto habría que esperar para conocer durante los próximos días cuáles fueron las auténticas razones de la renuncia, que de todos modos no deja de ser sorpresiva.
Sea lo que haya sido, José Antonio Martínez García debe tener la conciencia tranquila por su brillante desempeño desde que llegó de emergente con motivo de la pandemia y por sus múltiples acciones a favor de la salud de los poblanos.
Ahí quedan, entre otros logros adicionales, haber restaurado las instalaciones de “El Batán”, la apertura de nuevas unidades de hemodiálisis y las obras en curso de centros de atención de oncología y cardiología en el Hospital del Niño Poblano y en el Hospital del Sur, además de haber instaurado el programa del quirófano itinerante, único en el país y en el mundo.