Así fueron los primeros equipos. Llegaron en la década de los 90 a Puebla. Su tecnología era, como se dice, “de avanzada”. Nadie había escuchado eso de “verificentro”.
Menos el concepto de “verificación vehicular”. Pero era obligatoria. Desde entonces se supone que un automóvil no puede circular sin su holograma. Pegotes que indican que “no contamina”. O que contamina “poquito”.
No ha habido, sin embargo, falacia más grande. Todo mundo sabe que con una “mordida” se obtiene la dispensa de tan engorroso trámite. Años han ido, años han venido, y nada ha cambiado.
¿O alguien tiene otros datos?