ES RELATIVO
GUILLERMO PACHECO PULIDO
Los mexicanos tenemos una historia que abarca todos los aspectos, como historiografía, historia, mito y leyenda, y que en conjunto integran la vida y desarrollo de las ideas y esperanzas de una población.
En regla general, lo que queremos señalar es que no nos debemos alejar de conocer esa historia y que debemos sentirnos orgullosos de sus hechos, costumbres y construcciones, mismos que son admirados por extranjeros.
Es el caso fundamental de la gran dimensión que tiene la época de nuestros pueblos originarios.
Como una síntesis muy atrevida de una parte, transcribimos lo siguiente:
MITO DEL QUINTO SOL
En una de sus muchas versiones, dice que los cuatro Tezcatlipocas crearon cuatro veces al mundo, pero lo destruyeron otras tantas porque en cada ocasión uno de ellos trató de dominarlo.
El primer mundo o sol fue destruido por Quetzalcóatl, uno de los cuatro Tezcatlipocas, por medio del agua; los hombres se convirtieron en peces.
El segundo sol fue consumido por terremotos; el tercero sucumbió ante el fuego; el cuarto fue aniquilado por el viento. Finalmente, el quinto sol fue creado por los dioses reunidos en Teotihuacán.
El rico y arrogante dios Tecuciztécatl debió arrojarse a una gran hoguera, pero retrocedió temeroso ante el fuego. Lo suplió el pobre y despreciado Nanahuatzin, quien se sacrificó sin vacilar; luego imitó su ejemplo el primero.
Ambos surgieron en el cielo como luminarias, pero uno de los dioses, indignado por la cobardía de Tecuciztécatl, le arrojó un conejo y le hizo perder su brillo.
Todavía hoy es pálido: la Luna.
Nanahuatzin, transformado en Sol, exigió sacrificios humanos para iniciar y mantener su movimiento; su nombre es “Cuatro-Movimiento” y es el que rige nuestro tiempo.
Este mito fue considerado el origen y justificación de los sacrificios humanos. Tema tratado por diversos autores, entre ellos el mexicano Carlos Fuentes, que intitula una memoria del tiempo.
El distinguido historiador Juan Brom en su libro “Esbozo de Historia de México”, nos explicó al respecto. “En una de esas muchas versiones… sacrificios humanos”
EL CALENDARIO
En la cuenta del tiempo se combinaban dos ciclos. Uno estaba organizado en 18 meses de 20 días, que se complementaban con cinco días “nefastos”, para corresponder al año solar.
El otro constaba de 20 grupos de 13 días, que integraban el “año” adivinatorio. Ambos coincidían cada 52 años solares; el “siglo” indígena, en que los dioses decidían si continuaba o terminaba el mundo. Los cuatro soles anteriores habían durado siempre un múltiplo exacto de estos “siglos”.
Cada día del año adivinatorio se identificaba con un número y un nombre; la misma combinación sólo se repetía a los 260 días.
Así, cada fecha tenía una doble deidad, ya que tanto el número como el nombre tenían un significado religioso, que influía en la vida de las personas.
ALGUNOS DIOSES IMPORTANTES
Destacaron Quetzalcóatl (Kukulcán entre los mayas del posclásico); Tláloc (Chaac en Yucatán), dios de la lluvia, y su compañera Chalchiuhtlicue, Señora de las aguas terrestres; Xipe Tótec, dios de la fertilidad, vestido con una piel humana, lo que recuerda las hojas que mueren y que son sustituidas por otras.
Ehécatl, dios del viento, una de las formas de Quetzalcóatl; Xiuhtecuhtli o Huehuetéotl, dios viejo del fuego representado generalmente como un anciano que carga un brasero.
Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl “Señor y Señora de los descarnados” (los muertos); Coatlicue (“Falda de serpiente”), “nuestra madre”, progenitora de Huitzilopochtli, el dios principal de los mexicas.
POESÍAS NAHUAS
Nezahualcóyotl, seño de Texcoco, sabio y poeta, reflexiona acera de lo pasajero de la vida:
“¿Acaso de verdad se vive en la tierra? No para siempre en la tierra: solo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra, aunque sea oro se rompe, aunque sea pluma de quetzal se desgarra, no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí”.
Tecayehuatzin, señor de Huexotzingo, dice en una reunión de poetas:
“Y ahora, oh, amigos, oíd el sueño de una palabra:
Cada primavera nos hace vivir, la dorada mazorca nos refrigera, la mazorca rojiza se nos torna un collar, ¡Sabemos que son verdaderos los corazones de nuestros amigos!”.
QUETZALCÓATL
Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl (Uno-Caña Nuestro Señor Quetzalcóatl) fue el señor más destacado de Tollan.
De acuerdo con uno de los diversos relatos que hablan de él, nació después de que fue asesinado su padre, Mixcóatl, señor de los toltecas asentados en Culhuacán (hoy parte de la Ciudad de México).
Se hizo sacerdote del dios Quetzalcóatl, cuyo nombre adoptó, castigó a los asesinos de su padre y llevó a su pueblo a Tollan, donde gobernó con gran sabiduría.
Su figura humana se confunde en la tradición con la del dios homónimo, al grado de que su salida de Tollan se atribuyó a la maldad de su hermano y rival Texcatlipoca.
Después de que Quetzalcóatl abandonó Tollan y residió un tiempo en Chollolan (Cholula), siguió su viaje al Oriente; según unos relatos se inmoló en una gran hoguera y se transformó en el planeta Venus; según otros, se fue por el mar.
Los mayas hablaban de que llegó con ellos, donde recibió el nombre de Kukulcán, que significa también Serpiente Emplumada.
Este mito tuvo gran importancia a la llegada de los españoles, porque los indios relacionaron a Cortés con Quetzalcóatl.
Todo lo anterior tiende a que los mexicanos fortalezcamos la unidad para ir por los caminos y entregar nuestro esfuerzo y solidaridad para fortalecer nuestra identidad nacional, que a veces parece que olvidamos.
Sintámonos orgullosos de nuestra historia.