Los tres mil habitantes de los nueve edificios multifamiliares de Melbourne, Australia, ayer no fueron a comprar comida.
En su cuarto día de confinamiento extremo para evitar contagio de coronavirus, policía y personal de gobierno hicieron las compras y las entregaron en cada departamento.
Todo el estado, Victoria, cerró frontera con su vecino para evitar cualquier riesgo de transmisión del virus que, sí o sí, se debe salir del territorio.
Medidas extremas, ¿no? Pero sólo así, creen los propios vecinos aislados, se va a salvar toda la ciudad, todo el territorio.
Y los uniformados están al pie de los edificios. El que se sienta mal, sale en ambulancia directo al hospital.
En Puebla, La Franja saltó al campo. ¿Hay mejor olor que el de pasto recién cortado? Para un profesional del balompié, no.