En San Francisco Totimehuacán, la tristeza y el horror cayeron pesados y grises sobre amigos, parientes y vecinos de Guillermina. Tenía 31 años y empuje e ideas para mejorar la vida.
Salió de su casa para ver en persona a un ingeniero en la zona de Lomas de Angelópolis.
No regresó. Su familia siguió cada paso que pudo haber dado. El 9 de julio, su gente recibió la peor noticia: no sólo había sido asesinada, sino, además, mutilada y sus restos abandonados en dos puntos distantes.
Ayer fue sepultada.