Por: Adolfo Flores Fragoso/ [email protected]
Una nueva encuesta del Pew Research Center revela que 29% de los niños estadounidenses en edad escolar realizan su formación y deberes a través del teléfono celular.
Es la opción que les queda cuando no hay una computadora en casa (que es 21% de los casos), o el aparato está siendo ocupado por otro miembro de la familia. En consecuencia, 37% de los padres encuestados consideró que el suministro de tecnologías debería ser responsabilidad de las propias escuelas, a través de contribuciones de patrocinadores o del gobierno federal.
Paradójicamente, 90% de los encuestados reconoció, entre quienes tienen acceso a internet, que éste ha sido el medio para refugiarse ante la pandemia, y enfrentar así el confinamiento y cuadros depresivos, sin tomar en cuenta su uso para asuntos escolares personales o de sus hijos.
Al margen las estadísticas, lo cierto es que el virus sigue siendo una amenaza real, además con padres de familia que han perdido sus trabajos, con una inseguridad alimentaria que se ha disparado, y con maestros temerosos de retornar a las aulas, especialmente donde es practicado un esquema híbrido de educación (20% de clases presenciales y el resto en línea).
Y aunque algunas familias tienen los recursos para ayudar a los niños a adaptarse a la nueva normalidad, otras están entrando en su sexto mes de desempleo o lidiando con las demandas de la escuela en línea sin Internet confiable o espacio para que los niños estudien.
“El nivel de estrés está aumentando”, revela en su blog Sarah Y. Vinson, psiquiatra del área de Atlanta que trabaja con niños de todo el espectro de ingresos. Los expertos temen que, para los estudiantes de todo Estados Unidos, el estrés de la pandemia pueda generar ansiedad, depresión o dificultades de aprendizaje, y que los grupos más afectados por COVID-19, incluidos los afroamericanos y los latinoamericanos, puedan ser los más afectados.
Pero bueno; y México, ¿qué? Mucho antes de la pandemia ya había propuestas urgentes por parte de expertos de atender la salud mental de los mexicanos. Así como hay una primera línea en el frente de enfermeras y médicos, hoy habría que recurrir en igual medida a psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas.
En el caso de los niños y jóvenes estudiantes, están afrontando una grave pérdida de sus rutinas, por lo que habría que adaptarlos a otras nuevas y comenzar a recuperarse del estrés de vivir en una emergencia de salud pública global.
Y en el caso las escuelas, deberían centrarse en las necesidades emocionales de los niños, antes de preocuparse por los planes de estudios, incluso. Cuesta trabajo anticipar cómo se comportará, vivirá y trabajará profesionalmente dentro de diez o veinte años esta generación de escolares menores de edad. Esta generación del encierro. Una generación virtual. La generación V.