Por: Manuel Martínez Benítez/ @manuelmtzb
La cancelación de 109 fideicomisos es uno de los principales temas en las noticias de estos días, con un enorme ruido mediático y marcada con una importante oposición de las fuerzas políticas antagonistas al partido en el gobierno, Morena, así como de organizaciones sociales, académicos y de aquellos sectores que resultaron afectados por estas desapariciones.
Comencemos por explicar qué son los fideicomisos. De acuerdo con el Centro de Estudios en Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, “el fideicomiso es un contrato por virtud del cual una persona física o moral denominada fideicomitente, transmite y destina determinado patrimonio (bienes, recursos o derechos) a una institución fiduciaria encomendándole la realización de fines determinados y lícitos en beneficio de una tercera persona o en su propio beneficio”.
Y según Acosta y Almazán: “el fideicomiso público es un contrato por medio del cual, el gobierno federal, los gobiernos de los estados o los ayuntamientos, con el carácter de fideicomitente a través de sus dependencias centrales o paraestatales, transmite la titularidad de bienes de dominio público (recursos), del dominio privado de la federación, entidad federativa o municipales, afecta fondos públicos en una institución fiduciaria para realizar un fin lícito determinado de interés público”.
Es decir. que estos instrumentos financieros se usan y tienen la ventaja de administrar los recursos públicos para destinarlos exclusivamente a determinados fines, en especial en áreas prioritarias y estratégicas del desarrollo, por un periodo de tiempo de mayor aliento, sin estar sujetos forzosamente a los presupuestos anuales.
No obstante, tiene algo más de complicación cuando observamos que estos fideicomisos públicos tienen como origen de recursos del erario, y también tienen fuente de ingresos privados o extranjeros como fondos de la Unesco, la ONU u otros entes. Una vez teniendo claro lo qué son los fideicomisos y el origen de sus recursos y algunas de sus características básicas, podemos enfocarnos en lo que pasó en el país y en el porqué es importante lo que sucedió con respecto a la desaparición de varios de ellos en el gobierno federal.
La propuesta presentada por Morena a petición del Ejecutivo nacional, aprobada ayer, consistió en desaparecer 109 fideicomisos, que aglutinan un presupuesto de 68 mil millones de pesos, recursos que pasarán a administración de la Secretaría de Hacienda para ejercer el gasto en las acciones para los que se crearon estos fideicomisos y para acciones de cuidado de la salud. Hay que decir que estos no son todos los fideicomisos que tiene el gobierno federal.
Por ejemplo, el 2 de abril el presidente López Obrador desapareció los fideicomisos creados por acuerdos o decretos del Ejecutivo federal por un monto de más de 740 mil millones de pesos, y aún así hay fideicomisos que no fueron creados de esta forma y no pueden ser desaparecidos por un decreto.
Entre estos 109 fideicomisos que pasaron por la Cámara, hay 65 que son fondos administrados por el Conacyt para el desarrollo científico y tecnológico del país, como lo es el Centro de Investigación en Matemáticas (Cimat) o un fondo mixto que hay con el gobierno municipal de Puebla para el desarrollo en este municipio, o el fondo para el fomento de la bioseguridad y biotecnología, o el fideicomiso para desarrollos en salud y seguridad social.
No obstante, también desaparecen fideicomisos que financiaban destacadas instituciones como el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) o el CIDE, o el Colegio de la Frontera Norte, o el Colegio de la Frontera Sur, o el Colegio de Michoacán, o fideicomisos que impulsaban al cine mexicano (Fidecine), o el fondo que apoyaba a los (pocos y mal apoyados) deportistas de alto rendimiento, o el fondo de financiera rural, que por cierto paga a sus jubilados y ahora habrá que ver quién será el encargado de administrar y cuidar los recursos destinados para esos jubilados.
En este contexto, el fondo que más ruido y preocupación generó por su desaparición es el del Fonden, que es el Fondo de Desastres Naturales, el encargado de pagar las acciones o primeras acciones para paliar los efectos de los desastres naturales, en uno de los países con más afectaciones en el mundo por estos hechos.
Si usted como yo está de acuerdo en la necesidad de transparentar el uso de recursos públicos, entonces coincidirá en conocer dónde fue ejercido cada peso del presupuesto y para qué se gastó. Si como yo, usted piensa que es bueno que una comisión especial (a iniciativa del presidente) investigue o audite estos fideicomisos para asegurar su correcto uso, estará acorde en que nos presenten un reporte de lo que encuentren.
Sin embargo, creo que también podemos estar de acuerdo que no era necesario desaparecer fideicomisos para auditarlos, que no porque estén en las arcas de la tesorería del gobierno federal, van a ser mejor administrados, que no por desaparecer estos fideicomisos dejarán de existir gastos sin licitación y sin transparencia del por qué y del cómo del gasto.
Creo fervientemente que el mayor daño de esta desaparición es la cancelación de contar con políticas públicas con fondos transexenales, que evitaría ese viacrucis de pelear por recursos en cada presupuesto anual, para generar desarrollo o avances en temas específicos, el daño que hace a la ciencia, al desarrollo y a la sociedad la desaparición de Centros de investigación y de generación de conocimientos, como el CIDE, el Cimat, los colegios antes mencionados, los fondos que financiaban con becas a destacados investigadores que generan conocimiento que es lo que impulsa a un país, o la desaparición de centros de esta importancia y con arraigo como lo es el INAOE que tanto orgullo nos genera a los poblanos.
La desaparición de fondos como Fidecine, que impulsa la industria cinematográfica de este país, que nos ha regalado esa óptica de historias mexicanas llevadas a la pantalla; de artistas, directores y miembros de esta comunidad que se han podido desarrollar por estos fondos, o de los deportistas de alto rendimiento, que tanto les exigimos en las olimpiadas o en las muchas competencias de alto rendimiento en Latinoamérica o en el mundo durante los años y que ya no tendrán estos fondos para tener certezas de que sus recursos están ahí.
Ojalá me equivoque y que esos fondos que pasan a la tesorería queden ahí, para financiar para lo que se crearon estos fideicomisos, que financien a estos centros, colegios, científicos, deportistas, artistas y tantos otros mexicanos y poblanos, que generan arte, conocimientos, ciencia, desarrollo y orgullo para este nuestro país que tanto lo necesita, y para muestra recuerden que los científicos hoy están trabajando día y noche para crear una vacuna contra este virus que nos trastocó a todos, y le apuesto que usted y yo quisiéramos tener a muchos más científicos trabajando en esto o en cualquier otro combate a enfermedades o problemas sociales, para mejorar nuestra vida y la de todos.