FOTOS: LA ITALIANA / TEXTO: JAVIER CORDERO Y GUADALUPE JUÁREZ
Hace 100 años en la 4 Poniente nació La Italiana, una empresa 100% poblana que pasó de producir pasta para las mesas mexicanas. a la que se sir-ve en Estados Unidos y países de Centroamerica y Sudamérica. Se convirtió en una firma tan grande que se diversificó en nueve marcas, además de la pasta, en una galletera, un molino de trigo, en producir arroz, harina de maíz, en un acopio de granos y su propia empresa de transporte para trasladar sus productos.
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El camino no ha sido fácil. Formar parte del 3% de las empresas que perduran más de un centenario es nadar contracorriente y sortear los retos de modernización de la industria, las crisis sanitarias -como la de la propagación del COVID-19-, la competencia con otras marcas y la inseguridad.
Al mes, les han llegado a robar hasta tres camiones en San Martín Texmelucan, Tecamachalco, Tepeaca y Puebla, además de los saqueos de trenes cuando trasladan el trigo. Al menos es lo que ha vivido en 50 años que ha trabajado en La Italiana, Juan Manuel Romero García, representante legal y asesor de la empresa. Él llegó a trabajar ahí cuando tenía 25 años de edad.
Ahí se ha enfrentado con el reto de modernizar el equipo y capacitar de forma constante a su personal. No hacerlo –dice– es la muerte para una fábrica de este tipo.
La empresa genera 2 mil empleos fijos y al tratarse de un producto de primera necesidad, durante el inicio la pandemia fue de las pocas firmas que no sólo pudo mantener los empleos de la fábrica fijos, sino generar otros temporales para la producción extra.
Los pedidos extras se debieron a que, aun-que su principal consumidor eran los restaurantes, varios bajaron sus cortinas, pero la venta de sus productos incrementó en los supermercados por las personas confinadas.