Por: Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Es relativo
Las mejores maestras del mundo son las vidas o las biografías de grandes y ejemplares mujeres y hombres que entregaron su capacidad al servicio de los demás seres humanos. Dejan huellas eternas que hacen germinar el bienestar de las generaciones para todos los tiempos.
Tal es el caso de un ser humano con una capacidad inigualable, de cultura sorprendente; fue pintor, músico, historiador, cartógrafo, poeta, inventor, arquitecto, anatomista, filósofo, ingeniero paleontólogo, urbanista, matemático, geólogo y astrónomo; en general tenía profundos conocimientos y de todos dejó pruebas fehacientes, así como de ciencias y humanidades: fue un real erudito.
Lo conocemos más por sus obras pictóricas, como las denominadas La última cena, que está en Milán, en el convento de Santa Maria delle Grazie; por su obra La Gioconda o La Mona Lisa, que se dice está valuada en cinco mil millones de dólares. La mayoría de sus obras se encuentran en el Museo de Louvre, en París.
Como inventor, entre otros, creó la maquinaria voladora conocida como El Ornitóptero, inspirado en el vuelo de los animales. Todo ello y muchísimo más fue heredado a la humanidad por el genial Leonardo da Vinci. Fue su época, la misma en que destacaron genios en el Renacimiento artístico, como El Greco, Alberto Durero, Botticelli, Michelangelo Buonarroti, entre otros.
Fue universal Leonardo en su arte y en su presencia porque tenía vigente y usaba el sentido de la curiosidad, situación que le hacía alcanzar la perfección de lo que decía y hacía; por ello, para entender, comprender y hablar de Leonardo da Vinci lo debemos ubicar en su realidad humana, porque si exageramos la verdad conocida, podemos convertirla en un error, mentira o falsedad o en una argumentación sin fundamento.
Se ha señalado que la vida de Leonardo da Vinci es o se estructura desde su nacimiento hasta su muerte entre la leyenda, la imaginación y la verdad. Ello genera una biografía que a veces confunde o hace dudar. Su padre lo condujo a Florencia y comenzó a trabajar con el pintor y escultor Andrea de Verrocchio, quien dirigió el centro de aprendizaje con más reconocimiento en Florencia. Fue la primera gran escuela de Leonardo. Florencia, en el siglo XV, era la ciudad de mayores avances en el arte y la industria.
Ahí vivía uno de los hombres más ricos: Cosme de Médici, quién era el mecenas de las artes, apoyo que recibió Leonardo. En la época del Renacimiento había intensa actividad de renovación de la cultura, las artes, la filosofía y de la forma de pensar de los intelectuales; se dio apoyo para impulsar la belleza y grandiosidad a todas las edificaciones antiguas. El Renacimiento colocó al ser humano en el centro del pensamiento y del mundo.
Hubo interés en la belleza del cuerpo humano, en su estudio para efectos de las obras, pintura y escultura y llegar a la perfección en dichas obras. Leonardo destacó en este aspecto con la obra denominada El hombre de Vitruvio que descubrió con acierto las proporciones humanas. Para llegar a estos niveles usaba la observación, que es la clave para arribar a la calidad de sabio y base para arribar al conocimiento.
El primer cuadro de Leonardo se le denominó y se conoció como La Asunción, dicha obra corrió la misma suerte de varios de los cuadros de Leonardo, es decir, se dudó que fuera de él, otro ejemplo de ello fue su último cuadro San Juan Evangelista. Además, nadie sabe, pues no lo señala autor alguno, cuántas pinturas realizó Leonardo, hay la afirmación que fueron 25 obras de pintura, algunas de ellas inacabadas.
Recordamos que en esta época existía por razón lógica: el copismo, es decir se copiaban las pinturas, se imitaban, se reproducían y se falsificaban. Unas eran plenamente coincidentes, no se podía acertar cuál era la original, lo que dificultó a la obra de Leonardo, este fue de los pintores más imitados.
Sólo los expertos podrían, con dificultad, señalar al cuadro original. El fructífero negocio de la imitación género todas los especulaciones y daños a la realidad de los artistas. Una obra que padece de lo anterior fue la denominada Leda (y el cisne), de la que hay diversas pinturas. La Gioconda, otra de sus obras, está también plagada de leyendas y misterios, de historias. Se señaló que la que posó para el artista fue una dama de nombre Mona Lisa, esposa de Francisco del Gioconda.
Esta obra llega al museo de Louvre en 1797. Es admirada, además, por su enigmática sonrisa. Te dicen: “Si tú miras su cara, principalmente sus ojos, parece que está sonriendo, pero si miras su boca, no está sonriendo”. Todos tratan de concluir qué produce tan misteriosa sonrisa. Unos dicen –en plan chusco– que la sonrisa se debía, es decir, se produjo cuando le dijeron que iba a ser madre; otros, dicen que la sonrisa se produce cuando le dicen que no va a ser madre. Decía el propio Leonardo que la pintura es poesía y que la poesía era una pintura ciega.
El arte es vida, describe sensaciones personales, es color y forma que hablan y piensan. Una de las fases trascendentes en la pintura de Leonardo es la conocida con el nombre de Sfumato Leonardesco, que se define como un recurso que permite pintar lo que no se puede ver -la palabra se traduce como difuminado, vaporoso o nebuloso-.
Esto se puede observar en su maravilloso cuadro Santa Ana, la Virgen y el Niño, cuadro de profunda expresión religiosa. Sigmund Freud da opiniones importantes sobre esta pintura en relación a la vida de Leonardo. Obras sobresalientes: Adoración de los magos; Autoretrato; Diversos dibujos anatómicos; Esbozo de helicóptero; Estudio de la anatomía del caballo; Estudio de manos; Estudios para la última cena; Estudios para la cúpula central del Duomo de Milán; La dama de Armiño; La dama del unicornio Neptuno; San Jorge y el dragón, además de los ya mencionados.
Leonardo murió entre leyendas e historias: se dice que falleció en presencia de Francisco I, rey de Francia; que su tumba no ha sido encontrada. Su amigo y alumno Francesco Melzi, cuando murió Leonardo, dijo: “Todo mundo siente dolor por la pérdida de un hombre de estas características, que el poder de la naturaleza será incapaz de volver a engendrar”. ¡Se me hace que así es y será!