Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Sin habérselo propuesto, una servidora pública del gobierno federal y un destacado académico entraron en un duro conflicto que este fin de semana se dictaminó.
Ambos son oriundos de Puebla y figuran en el escenario nacional.
Ella es Liza Elena Aceves López, doctora en Sociología, con maestría en Ciencia Política y licenciatura en Economía, todos por la BUAP.
Recientemente fungió como secretaria General del Ayuntamiento de Puebla y como titular de la campaña por la reelección como alcaldesa de Claudia Rivera Vivanco debió renunciar antes de la reciente jornada electoral, al ser designada para una posición relevante: directora del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt.
En la otra esquina, José Mata Temoltzin, actual rector del campus poblano de la Universidad Anáhuac, y también, por mérito propio, presidente del Consejo Directivo de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior, la FIMPES.
Ese organismo agrupa, nada más, a las 112 instituciones privadas más influyentes y de mayor cobertura educativa del país, con casi el 17% de la matrícula de educación superior.
El destino los puso frente a frente debido a que el CONACYT reformó recientemente el reglamento del Sistema Nacional de Investigadores para despojar de apoyos financieros a todos los investigadores de instituciones privadas.
Eso ocurrió antes de que Aceves López llegara al SNI, pero se le dio el encargo de operar el recorte, sin saber que tal intención no prosperaría por una decisión judicial.
Y es que Mata Temoltzin, en su calidad de dirigente de la FIMPES, promovió con oportunidad un recurso legal que este fin de semana tuvo respuesta por demás favorable.
Un juez federal le concedió la suspensión definitiva, tras haber impugnado el acuerdo de reformas al reglamento del SNI.
Tal medida, de corte discriminatorio por afectar a los investigadores de instituciones privadas, tendrá que ser anulada.
La resolución judicial –que significa un traspié para la 4T– obliga al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología a mantener por tiempo indefinido los estímulos económicos y beneficios que otorgaba el SNI a investigadores y científicos antes de la aprobación de dicha reforma.
En el caso de Puebla, la medida protege y beneficia a unos 300 investigadores de la propia Universidad Anáhuac, de la UDLAP, la Iberoamericana, la UPAPEP, y el Tec. de Monterrey.
Tales universidades poblanas habían mostrado su inconformidad mediante una carta pública, en la que resaltaban que su interés y pasión por llevar a cabo investigación “es la misma por igual en académicos de instituciones privadas y públicas, enfocados a su vez a la solución de problemas y desarrollo del país”.
Justo es decir que las universidades particulares del país concentran actualmente el 4.6% de los investigadores y generan el 10% de las publicaciones, además del 8% de las patentes nacionales.
Su trabajo docente beneficia a 38 mil estudiantes de posgrado de manera directa, enriquece la experiencia universitaria de más de 264 mil estudiantes de licenciatura y promueve las vocaciones científicas.
La medida visceral de hacerlos a un lado finalmente no prosperó y en ello tuvo que ver de manera preponderante Mata Temoltzin.
De ahí que festejara la tarde del viernes pasado en el restaurante La Noria.
Del lado opuesto nada se sabe.
Si acaso, que Liza Elena Aceves López ni las manos metió.
El nocaut fue fulminante.