Por: Hugo Arquímedes González Pacheco y Montes / [email protected]
Desde mi escritorio
Con impotencia y sin inclusión, maestros y padres de familia recibimos órdenes de la voluntad presidencial del regreso a clases presenciales “llueva, truene o relampaguee” a finales de agosto, a pesar de que México vive, con fuerte intensidad, la tercera ola de contagios de COVID-19. El gobierno federal oculta las verdaderas estadísticas de fallecimientos, esconde cifras de niños y jóvenes muertos por COVID 19 y otra vez minimiza la pandemia, ahora ante los contagios con las nuevas cepas que llegaron a México y están causando muertes.
Todo gobierno del mundo está padeciendo la pandemia, pero solo éste le echa la culpa al pasado, sino que actúan en el presente. No se puede seguir jugando con la salud ante los sucesos que estamos viendo; lo lamentable es que nos exponen a la pistola de la ruleta rusa, que lleva dentro un virus que pone contra la pared la vida de maestros alumnos y sus familiares.
Pero no tiene la culpa el gobierno de todo, cuando nosotros tenemos la obligación de cuidarnos. Si AMLO es amante de las consultas al pueblo, ¿por qué no consulta a los maestros de educación obligatoria y superior sobre el regreso a clases? Hay profesionales de la salud altamente calificados en las universidades, que saben las consecuencias que podríamos tener por una decisión acelerada sin consensar con los especialistas en medicina y educación.
La OMS advierte que la movilidad es, en estos momentos, el mayor riesgo. Máxime cuando los jóvenes no están vacunados. Pero afirma de manera autoritaria el presidente Andrés Manuel López Obrador que no hay marcha atrás, que a fines de agosto se reanudarán las clases en todo el país, porque considera que “no hay nada que lo impida” y que los jóvenes son fuertes; pero él no es especialista de la salud, menos en docencia.
Con todo respeto, AMLO y su esposa Beatriz no llevan a su hijo Jesús Ernesto a recibir clases a cualquiera de las escuelas que viven las problemáticas y privaciones reales que tienen los más pobres que asisten a escuelas carentes de agua. Además, la economía de los padres no les permite dar las condiciones de aseo y de higiene en sus hogares mucho menos en las escuelas, que han sido históricamente un foco de infección o contagio de cualquier enfermedad.
Sobre el rebrote de contagios de la cepa Delta en México, señaló AMLO que “es pequeño”, de tal manera que no representa un impedimento para la reanudación de las clases. ¿Cómo confiar en su asesor, el sabio Hugo López-Gatell, si no ha dado una efectiva solución para enfrentar la pandemia? Menos con el gasto innecesario de la publicidad millonaria de sus heroínas de la salud, se atrevió a decirle a los padres de hijos con cáncer que pertenecían a un grupo golpista contra el gobierno, qué poca inteligencia tienen para abrir la boca, igualmente Manuel Bartlett, que dice con el bozal no se oye ni se entiende, refiriéndose al cubrebocas.
Cómo creer en una secretaria de Educación, Delfina Gómez, que solo fue puesta para obedecer órdenes de sus patrones Andrés Manuel López Obrador y de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller. Delfina, en materia de política educativa, deja mucho que desear desprestigiando al magisterio por no tener la calidad docente para desarrollar proyectos educativos en beneficio de docentes, alumnado y padres de familia ante la crisis educativa en la pandemia y de salud ya mejor ni hablamos porque tampoco sabe nada.
La infectóloga mexicana Yesi Hernández Núñez, el epidemiólogo de Harvard Marc Lipsitch y el médico español Oswaldo Restrepo, especialista en medicina laboral con formación en epidemiología y riesgos, están convencidos de que la población mundial se infectará con la variante Delta de COVID-19. México está en mayor riesgo, por la deficiente logística de vacunación, la desinformación de autoridades de gobierno que han minimizado la pandemia con chistes por su ignorancia. A esto, sumemos la irresponsabilidad del pueblo sabio que no se cuida. Ya estamos sufriendo sus consecuencias.
Lo más conveniente es analizar una vez más el plan que ha contemplado la Secretaría de Educación Pública ante el regreso a clases presenciales. Porque es muy fácil desde las mañaneras decirles a los padres de familia organícense con los maestros para el retorno a la escuela exponiéndolos sin saber las consecuencias.
Los especialistas en medicina resaltan que en México no se controló la variante Delta, tras el brote en San Luis Potosí. Esta mutación suele ser más contagiosa y la vacunación, ni tratamientos previenen su letalidad. Habrá alta mortalidad si no se previene con responsabilidad.
Especialistas en medicina creen que no es conveniente el regreso a clases presenciales porque prevalece el riesgo de más contagios y muerte de la población más vulnerable. No se descartan fallecimientos de niñas y niños, como ya se ha dado, sobre todo en aquellos que tienen comorbilidades como enfermedades respiratorias, asma y los que viven con discapacidad.
La Federación Nacional de Colegios de la Profesión Médica A. C. no descartó que en los casos COVID-19 con la variante Delta haya niños o jóvenes universitarios con el virus, toda vez que es el grupo que no se realiza pruebas confirmatorias, y con el factor adicional de que puedan ser asintomáticos. No sabemos cómo podría repercutir un contagio en aulas, por lo que tenemos que estar reforzando las medidas. Reconocen que la única manera para dar batalla al virus es procurar las medidas de protección: uso de cubreboca, sana distancia, lavado de manos así como no asistir a lugares cerrados con más de 10 personas.
Cuando se relajan los únicos protocolos que garantizan prevención se abren caminos a los contagios, como ha ocurrido en las últimas semanas, luego de la gran movilidad por fiestas, antros clandestinos, graduaciones en lugares turísticos masivos y eventos políticos como las votaciones: por arte de magia sanitaria todo el país estaba en semáforo verde. Ahora se viven las consecuencias de relajarnos y la facilidad de minimizar restricciones.
Vacunar a los estudiantes es urgente, pues confiar erróneamente en que la pandemia acabó es estar equivocados; hay que hacer conciencia en el respeto a la vida y la salud de todos los mexicanos.
En las grandes decisiones para aplicar la justicia, el presidente siempre ha consultado en sus encuestas al pueblo sabio: el aeropuerto, el tren maya, la rifa del avión, el juicio a los expresidentes. Ahora se debe consultar a los docentes, los catedráticos universitarios ya que está en juego su vida y la de sus familias, al personal de salud que ha atendido a contagiados, viéndolos padecer hasta perder la vida. Ellos también son pueblo. Probablemente no tan sabios como los integrantes de su gabinete; pero retornar a las escuelas debe ser consensado, razonado, por amor a la vida.
Recordemos que la pandemia ha dejado a más de 150 mil niños huérfanos; sin embargo no hay programas de ayuda social, menos humanitaria para ellos. Sin embargo, mejor apoyan a otros países con nuestros impuestos protagonizando con la ayuda humanitaria.
Ustedes, ¿cómo se cuidan y aman a su familia?