Mariana Flores
Los cinco ejes del Nuevo Modelo Educativo para la Educación Obligatoria fueron trastocados totalmente por la pandemia de COVID-19.
Lo detallan maestros de grupo entrevistados sobre el impacto negativo de la emergencia sanitaria en las escuelas, que es el mayor desafío que han enfrentado.
Yolanda Flores Márquez y Miguel Ángel Flores Flores trabajan con pasión la docencia. Ella, desde hace 10 años en el sistema particular; él lleva 35 en el público.
La pandemia obligó al confinamiento de estudiantes y profesores justo cuando en las escuelas se incorporaba el nuevo modelo educativo, coincidieron Flores Márquez y Flores Flores.
El primer eje, de ambiente propicio para el aprendizaje, fue anulado por la falta de espacios adecuados en las viviendas de estudiantes y docentes.
La comunicación en una sola dirección maestro-alumno hizo imposible el eje de monitoreo constante de ritmo y desarrollo académico de los estudiantes.
“La postura de las autoridades era no reprobar y buscar la manera de que los niños entregaran mínimo las evidencias que se solicitaban en el programa educativo”, indicó la profesora.
El tercer eje, de profesionalización de los docentes, fue desplazado por la urgencia de aprender y aplicar herramientas digitales y el sistema de acreditación impuesto, de modo que los maestros fueron, en realidad recuperadores de evidencias.
“La pandemia probó la actitud, resiliencia y capacitación del profesor y demostró el apoyo diverso de las instituciones a los maestros. Hubo planteles que llenaron de trabajos y tareas a los niños y otros sí buscaron estrategias para atraer la atención de los alumnos”, indicó la licenciada en Pedagogía.
Subrayaron ambos que el trabajo on line multiplicó las horas ocupadas de los maestros.
“Requeríamos diseñar actividades y estrategias donde el alumno pudiera estar atento en un lugar que no está diseñado para el aprendizaje, (su casa), por lo tanto, este tiempo de revisión, de diseño, de trabajar con grupos pequeños, implicó que la jornada laboral se ampliara toda la mañana, toda la tarde y parte de la noche”, indicó la docente.
“No exagero cuando afirmo que quienes nos dedicamos a preparar nuestras clases llevando un proceso ordenado entregamos todo nuestro tiempo. Algunos hicieron cosas extraordinarias”, aseguró el profesor Flores Flores.
Agregó que al progresar en el dominio de herramientas digitales, los maestros más interesados en el proceso de enseñanza descubrieron grandes posibilidades; “los alumnos sí saben utilizarlas, pero no para estudiar; tuvimos que encauzarlos a eso”.
La inclusión y la equidad, cuarto eje, fueron no sólo impedidos, sino que las diferencias marcadas por la brecha digital y socioeconómica fueron más evidentes: desde conexión estable a internet hasta la utilización de mentores particulares establecieron desigualdades abismales.
“Tuvimos que trabajar en línea cuando ni nosotros ni los alumnos teníamos práctica. Ahora que ya regresamos a clases presenciales hay mucho retraso. Cada maestro hizo lo que pudo pero muchas cosas están fuera de nuestro alcance”, afirma el maestro.
El nuevo modelo, indicó la profesora Yolanda Flores, instruye centrar el aprendizaje en el alumno, es decir, establecer estrategias pedagógicas que permitan que el alumno a través del ambiente de aprendizaje, la convivencia con sus pares y la guía del maestro descubran el conocimiento, pudiendo entonces aplicarlo a diferentes situaciones de la vida; todo esto quedó limitado a los recursos que tuvieran a mano tanto profesores como alumnos.
El quinto eje, de coordinación entre gobierno, padres de familia, sociedad y estudiantes quedó limitado a la información de instrucciones.
Pese a todo ello, la profesora Flores Márquez trabaja cada día motivada por construir en sus alumnos de preescolar valores, hábitos de aprendizaje y bases para desarrollar sus capacidades.
El maestro Flores Flores, a su vez, piensa que la adolescencia es etapa crucial y por ello imparte clases de secundaria aunque el camino le toma una hora en transporte público de ida y otra de vuelta.