Ilse Aguilar
En Puebla, los casos en que ciudadanos hacen justicia por mano propia en los municipios suman 11 en lo que va del año, además de 225 intentos.
De 2019 a la fecha, la Fiscalía General del Estado ha registrado 29 linchamientos, tanto en zonas rurales como en la ciudad de Puebla.
De enero a noviembre hubo 224 situaciones correlacionadas con este tipo de incidentes en 72 municipios, de estos, 191 casos fueron resueltos por los primeros respondientes, es decir, autoridades municipales.
Mientras que en 30 se llevó a cabo la mediación, con apoyo de la Policía Estatal, Guardia Nacional o elementos de las fuerzas armadas, priorizando el diálogo y la negociación.
El protocolo de actuación se activó en 100 ocasiones. Este documento fue publicado en mayo de 2019 e indica el orden de respuesta que deben tener las autoridades a fin de preservar la vida de las personas retenidas y buscar la negociación con los agresores.
Según datos de la Secretaría de Gobernación estatal, entre 2019 y 2024 se redujeron en 95.33% los intentos de linchamiento en el estado y 66% los casos consumados.
Hasta ese entonces, se tenía registro de cuatro casos de linchamiento consumados en los que fallecieron 8 personas, en los municipios de Atlixco, Tepeaca, Tecamachalco y Tlapanalá.
Sin embargo, el 7 de diciembre en el municipio de Atzitzihuacán, tres personas fueron asesinadas, sumando 11 casos consumados.
El último intento de linchamiento registrado fue el pasado martes, cuando habitantes de Tianguismanalco intentaron hacer justicia contra presuntos responsables del asesinato de un adulto mayor.
Desconfianza
En México, los linchamientos siguen siendo una problemática latente que refleja no solo un contexto de inseguridad y desconfianza en las instituciones, sino también profundas desigualdades sociales.
Rubí Cervantes, psicóloga y terapeuta de Sorece analiza las dinámicas psicológicas y sociales detrás de estos eventos, así como los factores que los perpetúan. Para ella, uno de los principales elementos que fomentan los linchamientos es la sensación de impunidad.
“Finalmente resulta imposible sancionar a una colectividad, no es lo mismo que hacerlo con un individuo. Entonces se pierde esta idea de justicia, lo que acentúa aún más el problema”, señala.
Cervantes subraya que muchos linchamientos se desencadenan a partir de rumores, reforzados por el consumo de información no verificada en redes sociales y otros medios.
“Las personas que actúan de forma impulsiva no suelen comprobar la veracidad de una situación. Esto, sumado a prejuicios y discriminación, aumenta la vulnerabilidad”, concluyó.