Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] / web: parmenasradio.org
Quieren seguir vendiendo trajes de baño, adelante, que también vendan Tupperware y Avon y todo lo que puedan en catálogo, porque la Conade no va a dar dinero para ellas (nadadoras). Si ya están vendiendo trajes de baño y calzones, tal vez Avon les deje mayor rédito. Y no es falta de empatía, es lo que es.
Ana Guevara
Directora general de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte
E n el artículo 4º de la Constitución están previstos los derechos a la cultura física y al deporte. Establece esa disposición, textualmente, lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a la cultura física y a la práctica del deporte. Corresponde al Estado su promoción, fomento y estímulo conforme a las leyes de la materia”.
Esta inclusión en la Constitución Mexicana fue aprobada por el Congreso de la Unión desde septiembre de 2004, como un derecho fundamental más en nuestra nación; por ende, le corresponde al Estado cumplir con ese mandato, en cuanto a promover, respetar y garantizar esos derechos.
Desafortunadamente, en México poco se hace respecto a la cultura física y el deporte.
Entre los problemas más graves que se padecen están la obesidad, diabetes y enfermedades del corazón. En parte, son consecuencia de la ausencia de lineamientos y políticas públicas respecto a la cultura física y el deporte, que, desde luego, no son algo nuevo, sino que vienen desde antes de la reforma constitucional. Son un mal histórico.
¿Quien no recuerda sus clases de deportes en la primaria, secundaria, preparatoria? Todo, menos deporte, cultura física. Por décadas, en las escuelas en México se sustituyó el deporte y la cultura física por insolaciones, desmayos, sesiones al mediodía de ejercicios de calistenia mal asistidos, profesores improvisados, ausencia de orden y métodos; verdaderamente, un desastre rotundo en la historia de México.
Son muy pero muy pocos los deportistas que sobresalen; las mujeres y hombres que lo logran es por merito propio y de sus familias, amigos y allegados. Nada respecto al impulso por parte de las instituciones del Estado; por el contrario, parece que históricamente estas instituciones están dedicadas a ver la forma para que fracasen las sesiones de cultura física, deporte y, con ello, los pocos deportistas que logran llegar al alto rendimiento.
Son noticias de todos los tiempos que se queden los deportistas que representan a México en algún aeropuerto del mundo porque no hubo boletos de avión, el encargado no los compró, se fue con el dinero o lo movieron del cargo antes de hacer esos pagos; o bien, que los deportistas acudan sin uniformes, sin ropa deportiva, que acaban comprándola por su parte y los atuendos no les quedan o se rompen en la primera puesta.
Esto sin olvidar todo ese proceso corrupto de captación de los atletas de alto rendimiento: recomendados, dádivas y favores políticos, que no pueden quedar fuera de todo esto que rodea al deporte y a la cultura física en México por cualquier lado que se le vea.
Pero, se insiste, esto no es nuevo. Desde hace mucho tiempo, el deporte en México consiste en ver las olimpiadas cada cuatro años en la televisión.
Lo peor de todo esto es que la denominada Cuarta Transformación no hizo nada respecto del deporte y la cultura física, pues en lo que resta de esta administración pública federal ya es imposible hacer algo.
En el nivel de las primarias, secundarias y bachilleratos, el mejor pretexto es la pandemia. En estos tres años ya se perdió la generación que bien hubiera podido competir internacionalmente en los siguientes juegos olímpicos.
El fracaso de México en el futbol –el principal deporte en el país– en el reciente Mundial no representó acción alguna por parte del gobierno; como si no hubiera pasado nada. Este deporte, en manos de la iniciativa privada, que se ha encargado de explotarlo a más no poder, de modo que la administración pública federal actual asume una postura neoliberal, pues se ha limitado a “dejar pasar”.
Los resultados allí están en el campo del futbol profesional: algunos equipos profesionales, quebrados; llenos de extranjeros que no serían titulares en los equipos profesionales de sus propios países y entrenadores extranjeros que están en las mismas condiciones; una liga donde no hay descenso ni ascenso.
Casi imposible que un joven mexicano pueda subir a los primeros equipos si no es que supera la barrera de la corrupción. Peor aun el caso de las mujeres futbolistas, quienes incluso son hostigadas sexualmente.
Lo que pasó en estas semanas con las representantes del nado mexicano y las instituciones del Estado no es otra cosa que lo mismo de toda la vida en México. Nada nuevo, más que el cinismo grosero de los altos mandos del deporte, que es la misma imagen de lo que se pregona desde el Palacio Nacional.
Ya no es simplemente cumplir con una obligación constitucional del derecho al deporte y a la cultura física, sino del mínimo respeto a la dignidad humana de las nadadoras; en general, al ciudadano de a pie, que hoy lo tienen más entretenido en tantas cosas que ni se ha dado cuenta del trato que le dan sus propias instituciones de gobierno.
En resumen, los derechos a la cultura física y al deporte son simples derechos de papel.