Por: Iván Mercado @ivanmercadonews FB IvánMercado
La repartición de recursos federales programada desde el Presupuesto de Egresos 2022 se va disolviendo lentamente en el imaginario de los inocentes e impotentes legisladores de oposición en este país. La orden de privilegiar las grandes obras y programas asistencialistas de la Cuarta Transformación va, y esa estrategia estaba cantada desde hace meses por lo que aquella “amenaza” de que las reformas del presidente no pasarán, si no hay una adecuada distribución de las contribuciones, solo motiva risa entre los que hoy detentan el poder en este México inverosímil.
Hoy los mexicanos estamos representados por una Cámara de Diputados de simulación. Los pesos y contrapesos no existen, ni se intentan, para no ser blanco de los señalamientos y posteriores represalias de una poderosa Presidencia que solo necesita acusar sin necesidad de probar.
El debate del Presupuesto de Egresos para el próximo año sencillamente no existe. No hay diálogo, no hay negociación y mucho menos disposición de escuchar o discutir las propuestas de los partidos que no gozan del manto protector de Morena.
La división de Poderes en México es una buena intención y un mejor discurso que queda cada vez más evidenciado en el Congreso de la Unión, donde la obediencia incondicional es el camino indiscutible a seguir y donde las y los diputados de “oposición” no pueden, no saben, simplemente no encuentran la forma y mucho menos la estrategia de contrarrestar una mayoría oficialista.
Hasta ahora, solo son diputadas y diputados que cobran un sueldo por quejarse y acusar públicamente su incapacidad de tejer una verdadera política opositora. Les falta imaginación o les sobra temor.
Desde finales de la semana pasada, los representantes del pueblo bueno y sabio desahogan más de mil 900 reservas presentadas por muchos de los que ahí mantienen una curul de adorno. Una a una, las observaciones son literalmente recitadas y desechadas por esa mayoría que ni siquiera las oye y mucho menos las lee.
Este es el caso que ocupa al muy delicado capitulo de la salud de los mexicanos, quienes durante el próximo año tendrán que seguir haciendo frente a sus padecimientos, dolencias y necesidades, tal como ha ocurrido en los últimos años.
Por una parte, el presidente levanta la voz y regaña a su gabinete exigiendo que se acabe con el desabasto de medicamentos que sufren los mexicanos y que este mismo régimen provocó y, por otro, sus incondicionales hacen de lado las necesidades de millones que improvisan, aguantan, enferman y hasta mueren sin remedio por falta de presupuesto.
Este escenario guarda en Puebla un gigante ejemplo de este desprecio por la salud de los poblanos y de los mexicanos. El emblemático hospital de San Alejandro, inaugurado un 15 de junio de 1976 por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez y el gobernador Alfredo Toxqui Fernández de Lara no forma parte, hasta ahora, de los proyectos a desarrollar por parte de la 4T durante el 2022.
Después de ser uno de los nosocomios más importantes del país, el Hospital General Regional número 36 del IMSS es hoy un monumento a la indiferencia institucional. San Alejandro y sus 450 camas atendió diariamente más de mil 160 consultas, realizó más de 80 cirugías por jornada, más de 6 mil estudios de laboratorio cada 24 horas y logró salvar la vida de decenas de miles de derechohabientes de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Tlaxcala en sus más de 48 años de servicio.
Todo ello ocurrió en otros tiempos, donde el poder sabía que se podían distraer y hasta robar los recursos públicos de muchos rubros, menos en la salud, ese capitulo fue por mucho tiempo necesario ejercerlo para mantener “atendida” a una población que ya comenzaba a enfermar. Había que mantener las apariencias.
Sin embargo, la naturaleza y sus manifestaciones cobraron factura. El sismo del 2017 colapsó las viejas estructuras del edificio médico y la orden de desalojo total se tomó sin considerar una sustitución real, ni las consecuencias de sobresaturación hospitalaria que esto iba a generar en Puebla. En pocas palabras, el gobierno de Peña Nieto decidió ignorar el problema y heredarlo a la siguiente administración.
Hoy la indiferencia prevalece y junto con esta, el peregrinar de miles de derechohabientes que sobreviven (en el mejor de los casos), en la red hospitalaria de un Instituto Mexicano del Seguro Social que atiende diariamente a miles de pacientes que sufren la desgracia de tener que ser atendidos hasta en los pasillos y salas de espera.
En este bien sabido problema, el pasado viernes el diputado federal Ignacio Mier Velazco, coordinador parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados, me comentó en entrevista radiofónica que para su partido la salud de los mexicanos es una de las grandes prioridades a atender. Citó la obsolescencia de una infraestructura médica abandonada por gobiernos anteriores y por supuesto, el gran pendiente de los poblanos, San Alejandro, también fue objeto de comentarios y proyecciones.
El legislador comentó que la recuperación de este hospital está considerada en un programa federal de “alcance estatal” basado en una bolsa de recursos extraordinarios calculados en los precios fluctuantes del petróleo mexicano proyectados para el 2022.
Del mismo modo, afirmó que al mismo tiempo se trabaja en un plan estratégico de economías con el propio Instituto Mexicano del Seguro Social, a fin de garantizar la construcción de una nueva infraestructura que sea capaz de reemplazar las 450 camas, quirófanos, laboratorios y demás áreas médicas que albergó el hospital regional número 36 en Puebla.
Sin embargo, este sábado otro diputado federal poblano, Mario Riestra, subió a tribuna para pedir a los legisladores de Morena y sus aliados respaldar la intención de su propio coordinador, a fin de reconsiderar el proyecto de construcción y sustitución de la urgente infraestructura médica. La petición fue desechada y reservada en automático por esa mayoría que muy probablemente no sabe si “San Alejandro” es un santo, un templo o un hospital en ruinas y abandonado.
En el Presupuesto de Egresos del 2022 no hay recursos etiquetados o contemplados para la sustitución del emblemático nosocomio de especialidades. La infraestructura sanitaria proyectada para los terrenos donados por el municipio de Amozoc tendrá que esperar por tiempo indefinido para que este proyecto vuelva a estar en la mesa de las prioridades de la Cuarta Transformación.
Mientras tanto, los derechohabientes del IMSS seguirán encomendándose a su deidad preferida y sujetándose a las actuales condiciones en las que operan sus nosocomios, esperando que los políticos algún día dejen de lado sus incapacidades y sus intereses de grupo, para representar con seriedad a ese pueblo “bueno y sabio” que los colocó en ese privilegiado estrato de mexicanas y mexicanos que, sin empacho, utilizan una tribuna nacional lo mismo para legislar con línea, que para subirse y cantarle las “mañanitas” a su amo y señor.
Así pues, el hospital de San Alejandro, puede esperar.