Soliloquio
Felipe Flores Núñez
La inmundicia de quienes presiden los partidos políticos y la de sus principales actores, se ha puesto en evidencia en el actual contexto del proceso electoral.
Ese desmedido afán por hacerse del poder los exhibe a diario de manera descarnada.
No tienen límites.
En esas sucias maniobras, nadie se salva.
Lo peor de su juego perverso, es que parecen creer que nadie lo percibe.
Se engañan a ellos mismos.
Son muchos los testimonios que la vox populi replica.
¿Cómo juzgar el malévolo proceder del ahora obligado gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien hizo todo lo impensable para tratar de ser candidato presidencial y mantener el mismo tiempo el control de su entidad?
¿Fue correcto que entre bebidas alcohólicas el joven y “nuevo” político le haya entregado los tenis naranja a manera de destape al ahora candidato-títere por Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez?
¿Qué decir del vergonzoso affaire en el que se vio involucrado Marko Cortés?
¿Cómo explicar el cinismo del dirigente nacional panista, al publicar un incumplido acuerdo político electoral con el gobernador de Coahuila, en el que había solicitado y le negaron posiciones en el gobierno, oficinas de recaudación, instituciones educativas y, de pilón ¡seis notarías!
¿Cómo defender al dirigente del PRI Alito Moreno, también involucrado en ese cochupo, por su penoso historial repleto de malignos incidentes y vulgares corruptelas?
Y en Morena, ¿alguna vez aclarará de donde provinieron las millonarias cifras que se gastaron para publicitar de manera desmedida en todo el país a quienes figuraron como aspirantes presidenciales, y en su caso que incluye a Puebla, para la gubernatura?
¿Qué hay de las afirmaciones de la exdirectora de Notimex, Sanjuana Martínez, quien delató que para solucionar el conflicto laboral de esa ya extinta agencia informativa debía aportar el 20 por ciento de las liquidaciones de los trabajadores para la campaña electoral de Claudia Sheinbaum?
En Puebla no se cantan mal las rancheras.
La opacidad y las tropelías administrativas de la dirigente estatal Augusta Valentina Díaz de Rivera han quedado más que evidenciadas durante los días recientes en este diario por las revelaciones del colega y director Arturo Luna.
Del PRD y el PSI, mejor ni hablamos.
Verde y PT, simples comparsas para vivir del presupuesto.
El PRI se cuece aparte.
La ineptitud del dirigente estatal Néstor Camarillo provocó fracturas y una inevitable desbandada.
Hoy el otrora poderoso tricolor es en Puebla una vil caricatura.
La salida esta semana de Silvia Tanús fue la puntilla.
En nada valieron sus 50 años de muy destacada militancia. No obstante, ella salió por la puerta grande. Dimitió con dignidad.
Para quien quiera entenderlo, y tras aclarar que no se irá de “chapulín” a otro partido, ella dijo que “En el PRI fui obrera, pero calificada. Y los obreros calificados también quieren ser empresarios”.
Silvia Tanús se suma a la larga lista de valiosos priistas que han sido desdeñados. José Márquez, Alberto Jiménez Merino, el mismo Pepe Chedraui, quien denunció que Camarillo dejó al PRI “hecho pedazos” por lo que dejó al partido donde “no cumplen y todo lo deciden por dedazos”.
Nada de eso le importa a Néstor Camarillo, porque jugó siempre con sus propias cartas.
Aliado de Alito Moreno, traicionó a todos, Jorge Estefan Chidiac incluido.
Fue juez y parte y así lo acreditó ayer, al auto postularse con cinismo inusitado como aspirante único a la primera fórmula del Senado.
Es así que en ese terreno lodoso se mueven ahora los principales candidatos.
Lástima por Claudia y por Xóchitl.
Igual qué pena para Alejandro y para Eduardo.
Bajo esas marcas, bajo sus siglas aspiran a posiciones de poder.
Compiten entre la inmundicia, que tiene como sinónimos la suciedad, basura, desperdicio, impureza, deshonestidad.
Ni modo, eso es lo que hay.