Guadalupe Juárez / Fotos: Agencia Enfoque
“Yo no tendría por qué saber tanto sobre el tema, pero mi hijo desapareció, y aquí estoy”, dice María Luisa Núñez Barajas, una de las fundadoras del Colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla.
Era viernes 29 de abril de 2017, cuando recibió la llamada de Juan de Dios, de 23 años, quien le decía que un retén militar instalado en la carretera lo había obligado a tomar otro camino para regresar a su casa. Y esa fue la última vez que tuvo contacto con él.
Desde ese día, María Luisa, abogada de profesión, hizo un recorrido por cada comandancia cercana a Palmar de Bravo.
Luego en hospitales, anfiteatros, por cada camino que conectaba a su casa.
Fue así como se topó con las deficiencias de las autoridades que no sabían cómo actuar ante la denuncia de una persona desaparecida, aunque ya existía un protocolo de búsqueda.
Pasaron los meses y en esa búsqueda, un viernes, 10 de mayo de 2018, se plantó frente a la Fiscalía General del Estado (FGE) junto a la madre de otros jóvenes que habían desaparecido, Abraham y Vicente.
A partir de ese día, de dos madres que buscaban a sus hijos ahora son más de 100 familias y de tres casos conocidos de desaparición se sabe que hay más de 2 mil personas que siguen sin aparecer de manera oficial, pero hay cientos que no denuncian por temor.
Es viernes 6 de agosto de 2021, está sentada junto a los padres y familiares de personas que han desaparecido en el estado, al frente de una comitiva de diputados locales que le han entregado de manera formal la iniciativa en materia de desaparición que envió el gobernador al Congreso local.
La iniciativa ha descongelado la discusión de otra propuesta que impulsan académicos y familiares de víctimas de desaparecidos en el estado, con la ley buscan que el sistema de desaparición en el estado sea funcional.
“A veces nos llegan muchos casos y lo hacen con nosotros, porque no confían en las autoridades. Hay casos en que se sospecha que fueron víctimas de trata de personas o del crimen organizado o secuestro, por eso no pueden salir a manifestarse como nosotros”, relata María Luisa a Crónica Puebla.
En el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas se indica que hubo desde 2011 hasta julio de 2021 en la entidad poblana 9 mil 386 reportes; 2 mil 509 siguen sin aparacer.
Un análisis de Data Cívica apunta que de las personas sin localizar en la entidad, 21.1% son mujeres entre 12 a 17 años de edad y 12.1 son hombres de entre 30 y 44 años de edad.
Y aunque el porcentaje de personas sin aparecer sea menor al de localizadas, la activista tiene claro que es donde más esfuerzos deben tener las autoridades, ya que las desapariciones están vinculadas con diversos delitos.
LAS ZONAS DE DESAPARICIÓN
Datos de la Fiscalía General del Estado apuntan que en municipios en donde se registra el robo de combustible, como Amozoc, Palmar de Bravo, Acajete, Acatzingo y Quecholac, 37.59% de las personas que fueron reportadas como desaparecidas de enero de 2012 a mayo de 2020 siguen sin ser localizadas.
En municipios como Huejotzingo y San Martín Texmelucan, la tercera parte de las denuncias por desaparición se trata de personas que siguen sin localizar, la mayoría mujeres de entre tres y 26 años de edad.
En la Sierra Norte, la cercanía con Veracruz ha desatado el horror. El robo de combustible y las bandas que operan en la zona limítrofe con aquel estado han dejado a las familias de personas desaparecidas en la búsqueda de fosas clandestinas que aparecen. Se sabe que la mayoría de los desaparecidos son hombres, jóvenes entre 20 y 30 años o adultos mayores de 60 años.
En Tehuacán, de las desapariciones ocurridas, 47% de las personas siguen sin ser localizadas. En la zona, el Colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla señala que los casos se relacionan con redes de trata de personas que operan en la zona.
Lo mismo que en la capital poblana, donde en 27% de los casos denunciados, las personas siguen sin ser localizadas.
El Colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla ha insistido desde el 10 de mayo pasado para que se instalara una Comisión estatal de Búsqueda, a la que acusan de excluirlos de las búsquedas, a recibir reportes por su cuenta de fosas clandestinas donde arrojan cadáveres, de atender las familias de personas desaparecidos y armar la propuesta de una ley que tenía que estar aprobada desde 2018, armonizada con la federal.
Michell Jiménez Toxtle
20 de febrero de 2016, dos días después de que Michell desapareciera, Griselda Toxtle, su tía, buscó apoyo de las autoridades, pero sólo se encontró con criminalización.
El Ministerio Público le pidió que primero buscara con sus amigos, en los lugares que frecuentaba, en todas partes. Cuando no lo encontraron, pudo levantar la denuncia.
Sin embargo, cuando Griselda llegó al Ministerio Público de San Andrés Cholula, la persona que la atendió, al ver la fotografía, le dijo que era “simpático”, que seguro se había ido de fiesta y que aparecería después de unos días. Otro, le dijo que seguro era gay. Uno más, que se pudo haber ido de “mojado” a Estados Unidos.
“Yo les respondí: sea lo que sea, quiero que ustedes lo busquen. La verdad, se portaron muy mal, no sienten lo que es el momento cuando tenemos un desaparecido, empiezan a cuestionar en lugar de que lo busquen en ese momento. No buscan a la persona; insisten en juzgar si es buena o mala; yo quería que lo buscaran”.
El último contacto con Michell fue un mensaje de texto a su tía, un 18 de febrero, cuando le pidió una recarga telefónica. Griselda fue al Oxxo y recargó el teléfono de su sobrino, como lo hacía en varias ocasiones, pero al pedirle que le confirmara que la había recibido, él ya no respondió.
Cuando fue a su trabajo a buscarlo, sus jefes le entregaron los documentos de Michell y le dijeron que había pedido permiso para visitar a un tío, pero nunca llegó con él.
Nadia Morales Rosales
Nadia Guadalupe Morales Rosales, tenía 17 años de edad, desapareció el 27 de octubre de 2017, cuando iba a la escuela.
Desde ese día, sus padres se han enfrentado a la burocracia de las instituciones y a no saber nada de su hija.
Victoria Rosales Camacho y Javier Morales Flores, padres de Nadia, cuando fueron a la FGE a denunciar la desaparición de su hija menor de edad, les dijeron que no era necesaria una alerta, pues “su vida no corría peligro”.
Para ellos, sus padres, el sólo hecho de que Nadia fuera una mujer menor de edad era suficiente para que la buscaran, pues Puebla es un estado donde hay casos de trata de personas.
Galilea Cruz
Cony busca a su sobrina Galilea Cruz. La última vez que supo de ella fue en diciembre de 2018, el día que su cuñado vio a la joven de 21 años de edad hacer maletas y subir al vehículo de su pareja Omar Ramírez, con quien ya vivía, pero que había dejado en dos ocasiones por peleas frecuentes.
En la cena del 24 de diciembre de ese año, Luis el hijo de Galilea de 6 años de edad y la familia Cruz Aguayo –originaria de Veracruz, radicada en la capital poblana desde hace décadas–, esperó que ella regresara para celebrar las fiestas decembrinas, pero su lugar en la mesa estuvo vacío esa noche, y también la de fin de año, y la de Día de Reyes. Galilea ya no regresó.
En una ocasión, recuerda Cony Aguayo García, quedó atónita cuando leía el mensaje en el celular que checaba a hurtadillas mientras su sobrina jugaba con Luis.
“Tú sabes a lo que me dedicaba”, le decía Omar a Galilea en una conversación en Facebook. Se refería a la trata de personas con fines de explotación sexual, pista que no han seguido las autoridades.
José Martín Jiménez
Minerva, de 80 años de edad, busca a su hijo José Martín Jiménez González, un comerciante de toallas que desapareció en Chachapa –junta auxiliar de Amozoc– el 22 de noviembre de 2018.
Era jueves. José Martín entró a su recámara y le pidió su bendición, como hacía todos los días antes de que saliera de su casa. Y aquella fue la última vez que lo vio.
“Mi hijo siempre me pedía la bendición. Se fue. No se llevó el celular, ni nada, ni su identificación”, relata Minerva.
José Martín es uno de sus siete hijos, pero el único que velaba por ella. Minerva, con la cadera lastimada y bastón en mano, busca por predios, mercados, cárceles y hospitales a su hijo, con la esperanza que siga con vida.
Pero también ha ido a asomarse a las fosas clandestinas para ver si entre los montones de cuerpos logra identificar el de su José Martín.
Olivia Cristina Caramillo Viveros
Olivia desapareció una tarde de 2016. La última persona que la vio fue una de sus tres hijas. Recuerda que vio a su madre sacar su bicicleta, tomar una bolsa de mandado con su cartera y una carpeta donde tenía información de los clientes de una financiera para la que trabajaba en Tehuacán.
Su hermana, Gloria Caramilla Viveros, relata que pidió a la financiera la información de la cartera de clientes, para saber con quién pudo haber acudido ese día.
Pidió a las autoridades que rastrearan las llamadas con las compañías telefónicas, para saber si llegó al lugar a donde iba o si la interceptaron en el camino, pero a la fecha sigue sin acceder a esa información.
Gloria buscó y enumeró cada una de las cámaras en las calles donde vivía su hermana, para que pudieran saber más, pero la burocracia de la FGE hizo que revisaran las grabaciones un mes después: demasiado tarde para unos dispositivos que sólo poseen capacidad de memoria de 15 días.
En medio de la búsqueda, la familia recibió varias llamadas que, a cambio de dinero, diferentes voces prometían decirles el paradero de Olivia. Llamadas en las que les relataban cómo iban vestidos cada uno de sus familiares.
Llamadas en las que les hacían saber que eran vigilados.
Las autoridades les dijeron que se trataba de una extorsión, pero en la carpeta de investigación nunca se consignaron así esos hechos.
Además del temor, la familia de Olivia se endeudó por sus visitas a la capital poblana para exigir avances en la investigación, esfuerzo que –consideran– no ha valido la pena, ante los nulos resultados.
“Nos cambian de ministerios públicos y otra vez lo mismo, ya es injusto, ya son tres años que no sabemos nada, nada, nada. A estas alturas pedimos que esté con vida, y si alguien le hizo algo, encontrarla, cómo sea, pero encontrarla”.