El poeta chiapaneco Jaime Sabines decía: “Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos (…) Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente.
Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir”.Esta visión es una práctica en el poblado de Pomuch, municipio de Hecelchakan (Campeche), con el Choo bá ak (limpieza de huesos), un ritual maya único en México previo al Hanal pixan (comida de las ánimas).
Dulce María Cohuo Pech, de 79 años, mantiene arraigada esta tradición, aunque el año pasado no pudo cumplir con el ritual debido a la pandemia de COVID-19, pero este 2021 –con su esquema completo de vacunación– regresó al camposanto acompañada de sus nietas y su hija María Ehuan Cohuo, encargada de hacer la limpieza de huesos de cinco familiares: les quita el polvo y cambia de manta para devolverlos a su caja. Un momento íntimo, para que los familiares estén limpios para su llegada a casa, donde el altar los espera.