¡Ya es oficial! Apenas el jueves pasado, en este mismo espacio, nos habíamos pronunciado de manera enfática a favor de que se apliquen medidas restrictivas para quienes todavía se desisten a aplicarse la vacuna contra la COVID-19.
Referíamos que si bien ese segmento poblacional –que en la entidad poblana es de 13 por ciento de los mayores de 18 años– ejercía su derecho a la abstención, debería asumirse también que, por representar un alto riesgo como virtuales portadores del virus, no pueden ni deben convivir en lugares públicos con el resto de la sociedad.
Para entonces, el gobernador Luis Miguel Barbosa había dicho que no descartaba la posibilidad de acotar la movilidad para los renuentes, “para proteger a los que sí se han vacunado” y no poner en riesgo a la sociedad.
Este viernes, sin mayores preámbulos, el mandatario estatal confirmó que ya había tomado la decisión, por lo que habría que esperar sólo la expedición del Decreto respectivo.
De confirmarse por la vía institucional en las próximas horas, habría que celebrarlo. Y también reconocer que en este tema Puebla iría a la vanguardia y se posicionaría como referente en el país.
Dudo mucho que el gobierno federal asuma una postura similar, sobre todo porque ha conducido sus políticas sanitarias en torno a la pandemia con un enfoque abiertamente politizado, casi siempre actuando de modo errático y reactivo.
Es claro que la prevención no es lo suyo y bien haría en asomarse a lo que están haciendo otros países, muchos de ellos donde los acontecimientos en torno a la pandemia han sido premonitorios de manera cíclica, es decir, que lo ocurrido allá, en poco tiempo se ha replicado acá.
Por eso habría que tomarlos como aviso y llamada de alerta, en el entendido de que la llamada “cuarta ola” no es un mero cálculo, ni un pronóstico aventurado, sino una realidad.
Un repaso a la información de la prensa internacional de este fin se semana es revelador. El caso más patético es Austria, donde el gobierno informó que a partir de este mismo lunes impondrá un confinamiento nacional para la población y que en febrero de 2022 la ciudadanía deberá vacunarse obligatoriamente.
Austria se convirtió en la primera nación europea en aprobar dicha medida, días después de que entrara en vigor el confinamiento sólo para quienes no estuvieran vacunados, por lo cual cerrarán sus puertas la mayoría de tiendas, se cancelarán eventos masivos y los estudiantes volverán a clases en línea al menos durante las próximas dos semanas.
En Alemania, donde ya se sienten los efectos der la “cuarta ola”, se han anunciado también restricciones para las personas no vacunadas. La canciller Angela Merkel alertó sobre la “situación dramática” que se atraviesa, luego de que en las últimas horas se registrara un alza de hasta 65 mil 371 casos.
En tanto, este mismo fin de semana, legisladores alemanes aprobaron nuevas medidas que incluyen acciones concretas para limitar la movilidad social, como el hecho de que sólo las personas que tienen su esquema completo de vacunación o hayan superado la enfermedad, serán las únicas que podrán acceder a lugares y eventos públicos de entretenimiento y deportivos.
La nueva legislación también prevé solicitar a los empleados que demuestren que están vacunados, se han recuperado de COVID-19 o han dado negativo en una prueba para acceder a espacios de trabajo comunes.
Lothar Wieler, presidente del Instituto Robert Koch –la agencia alemana de control de enfermedades–, sugirió prohibir los grandes eventos y cerrar potenciales focos de infección, como los bares.
Por otra parte, Rusia igualó este sábado el récord de fallecidos a causa del coronavirus por segundo día. La agencia estatal para el control de la pandemia reportó mil 254 nuevos decesos por Covid-19. En las últimas semanas, los contagios parecen seguir una tendencia a la baja, pero siguen siendo más que en las anteriores olas de la pandemia.
Y en París, Marco Cavaleri, jefe de la Agencia Europea de Medicamentos, exigió que Europa cierre la brecha entre los vacunados y los no vacunados contra la COVID-19, para detener el embate de nuevos contagios, mientras que en Portugal se impuso de nuevo el uso de mascarillas en los bares y pedirá certificados para acceder.
De este lado del globo, en Estados Unidos el alarmante aumento en los casos de COVID-19 está obligando a algunos estados a volver a las clases en línea o está requiriendo que el Ejército envíe equipos médicos a los hospitales para atender a pacientes. A nivel nacional, las infecciones han aumentado en un 33 por ciento durante las últimas semanas.
Hay otros muchos casos en todo el orbe que sería prolijo referir para dejar claro que contra lo que muchos suponen, la pandemia está vigente y que el repunte que se presagia es real.
Aquí en Puebla el secretario de Salud, José Antonio Martínez García, ha dicho con claridad que a partir de la segunda semana de diciembre podrían resentirse los efectos.
De ahí el esfuerzo de mantener el ritmo der vacunación y de ampliar la cobertura a las zonas más alejadas de la entidad, además que la semana venidera se atenderá también al grupo de adolescentes con edad de 15 a 17 años, que son en Puebla poco más de 367 mil.
Inmunizar a la mayor parte de la población es la mejor vía para frenar los contagios, además de preservar las medidas de prevención ya conocidas, pero igual de relevante es mantener un comportamiento adecuado y, por supuesto, restringir la movilidad de las personas renuentes a la vacunación
De allí la lógica de que sea exigido el certificado para acceder a lugares públicos. El procedimiento no será fácil, porque exige su entendimiento y cabal cumplimiento por parte de toda la sociedad, además de otras dificultades tecnológicas. Pero es estrictamente necesario.
Es cierto que la medida de exclusión tiene sus riesgos, habrá incluso quienes la conciban como autoritaria. Allá ellos.
Lo cierto es que la “cuarta ola” viene y los efectos de su impacto dependerán de todos, bajo el entendido de está en juego, nada menos, que nuestra propia vida.