Por: Mariana Flores
Habitantes de las sierras Norte y Negra del estado, que se desplazan a Puebla capital en busca de una mejor calidad de vida, llegan a ser víctimas de explotación laboral en hogares donde se les da techo, comida o educación a cambio de que realicen trabajos domésticos.
Al conmemorarse hoy el Día internacional de las Víctimas de Esclavitud y de Trata de Esclavos, coincidieron en lo anterior el especialista en Derecho Civil y Seguridad Pública, Eleazar Carrillo Camacho, y la socióloga Patricia González Urrieta, quienes aclararon que el término de esclavitud refiere a una persona que es considerada como propiedad de otra.
La socióloga explicó que las personas que provienen de zonas de alta marginación, como las sierras Norte y Negra de Puebla, así como de otros estados –que cada vez es más común ver en los cruceros de las zonas más concurridas de la capital poblana–, buscan insertarse en un grupo social mayor.
“Son personas ya de por sí vulnerables y explotadas por las condiciones que prevalecen en materia de seguridad, salud y economía”.
Ante ello, en el contexto de la pandemia por la COVID-19, la explotación laboral y el trabajo forzado mostraron una nueva visión de la esclavitud moderna, que normalizó los sistemas de precarización y la discriminación a la población marginada que migra en busca de mejores oportunidades de vida.
“Sí es importante reconocer que en algunas partes del mundo y del país, e incluso de Puebla, aún existe en concepto de esclavitud en sus diferentes vertientes, como la explotación sexual, por ejemplo. Sin embargo, este nuevo contexto social de
pandemia trajo consigo la adaptación de sistemas sociales con nuevas formas”, dijo González Urrieta.
La pandemia, lamentó, recrudeció estos aspectos. “Es muy fácil ver que terminan trabajando en hogares de buen estatus económico, donde a cambio de techo o comida o a veces educación, se adhieren a trabajos domésticos”, exhibió.
Por su parte, Carrillo Camacho, abundó que en consecuencia de la inserción de estos grupos marginados a un nuevo sistema, la sociedad tiende a volverlos invisibles, por lo que comienza a normalizarse la discriminación en su contra.
“La normalización de conductas ilícitas tiene muchas causas. La pandemia por supuesto es una de ellas, pues al haber una desaceleración económica se buscaron nuevas alternativas. La sociedad asoció ver a gente en condición de pobreza con un fenómeno normal”, comentó.
Y es que en la actualidad, el concepto de trabajo forzado para personas provenientes de alta marginación, suele traducirse en actividades agrícolas, ganaderas, agroforestales, y de labores domésticas.