No se deseaba, pero era inevitable: este viernes se anunció que la viruela símica, o viruela del mono, llegó a Puebla.
Se trata de dos casos y, como ocurrió con la COVID-19 a principios de 2020, los contagiados provienen del exterior: uno de un país europeo y otro de una playa.
La información no debe ser motivo de alarma ni razón para generar el pánico, pero sí es particularmente relevante que la autoridad sanitaria mantenga hacia la población una línea de comunicación abierta, franca y permanente.
Al menos, en el caso de Puebla, desde hace varias semanas la Secretaría de Salud abordó el tema y se dijo estar preparada para cualquier contingencia. Señaló que en todos los hospitales y centros de salud en la entidad se cuenta con guías prácticas y de los protocolos necesarios.
En la víspera, el mandatario estatal Miguel Barbosa se refirió al par de casos registrados en Puebla y expresó el compromiso de su gobierno para comandar la respuesta frente a este padecimiento, además de referir la solvencia y fortaleza del sistema estatal de salud.
Dijo que no se trata de establecer condiciones de extrema prevención, “pero tenemos que empezar a resolver este asunto con el profesionalismo mostrado; aunque no es un epidemia ni una pandemia, tenemos que asumirlo y resolverlo”.
En cambio, el desprestigiado Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, negó que la viruela del mono vaya a propagarse “extensamente” en el país.
Días después, mediante un comunicado, la dependencia federal advirtió –innecesariamente– que al haberla declarado como una emergencia de salud pública, “no necesariamente se le debe considerar como una enfermedad grave o de rápida propagación”.
Es pertinente decir que hace una semana la viruela símica fue declarada como una emergencia de salud internacional, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), luego de identificar su propagación en diversas regiones.
Actualmente hay más de más de 18 mil casos en al menos 78 países, siendo España y los Estados Unidos las más afectadas.
Este mismo sábado, el Ministerio Sanidad español confirmó la segunda muerte por la viruela del mono, enfermedad que suma ya 4 mil 298 casos en el país.
Del total de casos confirmados en España, más de 4 mil eran hombres y sólo 64 mujeres, cuya edad oscila entre 10 meses y 88 años, con una media de edad de 37 años. Se dispone además de información sobre el mecanismo de transmisión más probable en 2 mil 253 casos, siendo en 82.1% por contacto estrecho en el contexto de una relación sexual y en 10.5% por contacto estrecho no sexual.
En México, hasta el fin de semana se han contabilizado unos 65 casos confirmados, sin que haya alguna defunción.
Las personas contagiadas se localizan, por ahora, en 12 estados de la República: Ciudad de México (que tiene la mayoría de casos), Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Colima, Baja California, Sinaloa, Tlaxcala, Veracruz, Oaxaca, Quintana Roo y Puebla.
Tomando en cuenta que estamos actualmente en una situación adversa, por los efectos de la quinta ola de COVID-19, y que la población afronta una enorme susceptibilidad, ahora más que nunca parece pertinente estar debidamente enterados y asumir los nuevos retos con responsabilidad.
A decir de los expertos, afortunadamente las medidas que deben aplicarse para estar a salvo, tanto de la viruela símica como del coronavirus, son prácticamente las mismas ya conocidas, como mantener la sana distancia, usar el cubrebocas, lavar o desinfectar constantemente nuestras manos y los espacios y objetos que se usan de manera cotidiana.
El secretario estatal de Salud, José Antonio Martínez García, ha explicado que la enfermedad no es grave, por lo que tiene una muy baja tasa de mortalidad, y que para que alguien se contagie debe tener contacto directo, piel con piel, y hasta contacto íntimo.
Los síntomas comienzan con fiebre, dolor de cabeza, ganglios inflamados, lumbalgia (dolor de espalda), dolor de músculo o cansancio. En consecuencia se producen erupciones y lesiones cutáneas en cara y el resto del cuerpo.
Para evitar contagios es importante, además, no tener contacto físico directo con personas infectadas o con sospecha de la enfermedad; lavarse las manos con agua y jabón o utilizar gel. La persona enferma debe cubrirse nariz y boca con la parte interna del codo al estornudar o toser y no debe compartir alimentos, bebidas, cubiertos y platos, además de usar de manera permanente y correcta el cubrebocas.
Lo cierto es que, tras el devastador coronavirus, los gobiernos del mundo se vieron obligados a renovar sus programas de respuesta ante la pandemia, invertir en medicamentos y vacunas y reforzar en general sus sistemas de salud.
Ahora la viruela símica está poniendo a prueba esas actualizaciones.
Expertos en enfermedades infecciosas dicen que pese a su rápida expansión en un breve lapso, resolver el brote de la viruela del mono es “un objetivo alcanzable”. Sin embargo, la falta de urgencia y coordinación en las pruebas y el tratamiento en muchas partes del mundo ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a hacer sonar la alarma.
En este escenario resulta de la mayor importancia no minimizar la enfermedad y mantenerse lo mejor informados, así como a toda costa evitar otra vez el discurso contradictorio y manipulador, como lo hizo el gobierno federal durante los días críticos de la pandemia por el coronavirus.
No se nos olvida aquello de que la COVID-19 era como “una gripita” y que decenas de veces son dijeron que “ya íbamos de salida”, pero hasta la fecha no podemos superar el mal.
Recuérdese también que en la década de los años 80 el VIH/SIDA no fue tomado como una amenaza internacional, sino hasta que el mundo supo que también podía afectar a hombres heterosexuales, a mujeres y niños.
Está dicho: la viruela del mono es mucho menos transmisible y hay la capacidad de que el brote actual pueda controlarse, pero el que una enfermedad no tenga una alta tasa de letalidad no debiera interpretarse como leve, como para no tomarse en serio o ser minimizada.
Lo que ahora se demanda de la autoridad es evitar, ante todo, la información sesgada, decir las cosas como son y actuar con profesionalismo y responsabilidad.
Lo que se espera en no volver a tropezar con la misma piedra.