Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Todos tenemos una mala semana, pero la que ahora concluye –para el presidente Andrés Manuel López Obrador y para el Ejército Nacional– fue definitivamente fatal.
En realidad, el mandatario federal venía precedido de días difíciles al no prosperar en el Congreso la aprobación de su iniciativa para que Secretaría de la Defensa Nacional se haga cargo de las tareas de seguridad pública, previa adscripción a sus filas de la Guardia Nacional.
A ese complicado trance de corte político, le embistió una evidente fractura al interior de su gabinete en la coyuntura del octavo aniversario de los lamentables sucesos de Ayotzinapa, cuyo esclarecimiento, a pesar de su interés, parece cada vez más lejano y complejo.
La revelación detallada del contenido del informe del subsecretario Alejandro Encinas, sobre la cruel matanza de los estudiantes y las reacciones tanto de la Secretaría de la Defensa Nacional como de la Fiscalía General de la República, provocaron durante los días recientes cuarteaduras internas difíciles de subsanar.
Por lo menos, hay a la vista un inadmisible afán en la cúspide castrense de proteger a algunos mandos, que pudieran estar involucrados en los hechos, y por parte de la dependencia encargada por ley de la investigación, un manejo desaseado.
El desistimiento por parte de a FGR de órdenes de aprehensión contra 20 personas, 16 de ellas militares, acabó por consumar la escisión.
Al respecto, el presidente López Obrador habría dicho que le dio instrucciones al secretario del Defensa Nacional para que se cumpliera lo que establecía el informe de Encinas, por lo que los militares implicados debían asumir su responsabilidad.
Tal precisión presidencial causó desconcierto. Se supone que a ningún servidor público se le tiene que instruir, incluso por escrito, sobre el acatamiento de sus subordinados a una investigación.
El panorama se ensombreció aún más con la inesperada renuncia de quien fungiera como fiscal de la Unidad Especial de Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa, Ornar Gómez Trejo, ante la inconformidad del manejo discrecional de la FGR.
Ante ello, organizaciones no gubernamentales y grupos de colectivos alertaron que la libertad e independencia de las investigaciones “se encuentra bajo amenaza por injerencias externas”.
“A través de un comunicado, 18 organizaciones acusaron que la repentina renuncia del fiscal, sumada a la reciente noticia de que 21 órdenes de aprehensión habrían sido canceladas, representaba un “grave retroceso” en el caso, mismo en el que acusaron la existencia de “injerencia indebida” por parte del Alejando Gertz, fiscal General de la República, de quien piden se dimisión, así como de otras áreas de la Fiscalía.
En síntesis, por lo ocurrido durante la semana cada vez se saben más detalles del incidente de Ayotnizapa, pero entre tantos enredos todo es ahora mucho más confuso y se ha revertido buena parte el camino andado.
Faltaba más para cerrar la semana. La cereza en el pastel devino al delatarse que un grupo de delincuentes cibernéticos hackearon y robaron información de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Tras de reconocerlo y en su intento de minimizar el ataque, el presidente López Obrador dijo que la sustracción masiva de documentos no afectaba a su gobierno, “pues a diario en sus ruedas de prensa se informa sobre temas relativos a las actividades de las fuerzas armadas y de diversos asuntos”.
“No afecta en nada, porque se actúa con transparencia, que es la regla de la democracia; si no se miente, si se habla con la verdad, ¿qué problema puede haber?”
Hasta donde sabe, con la transgresión cibernética se pudo extraer decenas de miles de correos electrónicos y documentos de seguridad nacional, alojados en servidores de la Sedena desde 2016 a septiembre de 2022.
Seguramente con el tiempo se irán revelando los contenidos de la información robada, por ahora se hicieron públicos algunos datos de inteligencia sobre líderes criminales y personajes de la política nacional, disputas entre los secretarios de la Defensa Nacional y la Marina, así como las malas condiciones de seguridad en las aduanas, entro otros temas.
Pero entre todo ese material, destacan particularmente reportes del estado de salud del presidente, que a primera vista son desalentadores y que revelan de manera evidente que, en su momento, en este asunto nunca se habló con la verdad.
El caso me recuerda a un reportero estadounidense que, como corresponsal de importante de un medio impreso en nuestro país, se quejaba con frecuencia del infranqueable cerco informativo por parte de las dependencias de gobierno federal, lo que le impedía desarrollar su trabajo.
“En mi país, si al presidente le da gripa se informa de inmediato a la prensa, aquí ustedes lo reservan como si fuera un secreto de Estado”, me dijo alguna vez.
Y vaya que tenía razón, de modo que no puede hablarse que existe ahora absoluta apertura, cuando se sabe de la persistente opacidad en el manejo informativo de temas torales, entre otros, en lo relativo a los asuntos financieros o a los que vinculados a las licitaciones de los grandes proyectos de infraestructura. La transparencia no es lo suyo, ni qué.
Lo preocupante es que el ataque cibernético pretenda soslayarse. Ya el INAI advirtió que la información sustraída “puede llegar a comprometer datos de carácter confidencial de personas servidoras públicas y particulares, así como información de seguridad nacional”.
En tal virtud, y en un plazo de 72 horas, el INAI sostuvo que la Sedena “tiene la obligación de informar lo sucedido, sin dilación, tanto a los titulares de los datos como al INAI, para efectos del inicio de la investigación previa”.
De algún modo, el INAI que preside la poblana Blanca Lilia Ibarra cuestionó también la fragilidad de los sistemas cibernéticos de la Sedena, al enfatizar que “la información de seguridad nacional debe ser resguardada bajo los estándares tecnológicos más avanzados, ya que su publicación podría causar un perjuicio significativo al interés público o a la seguridad nacional”.
“El bien más preciado que tienen las Instituciones públicas es la información que resguardan en sus archivos, incluida la que se contiene y salvaguarda por infraestructura tecnológica…, lo que vuelve apremiante la necesidad de mantener los sistemas informáticos actualizados y protegidos, en aras de garantizar los derechos de acceso a la información pública y de protección de datos personales”.
El tema da para mucho más y sabremos de otras muchas revelaciones, algunas debidamente resguardadas por seguridad nacional, y otras, como la enfermedad del presidente López Obrador, por mera conveniencia.
Y mientras se calcula el rebote en otros ámbitos –en el político especialmente–, no queda más que deducir que fue una mala semana para AMLO y para la Secretaría de la Defensa Nacional.