Ni más ni menos
Jorge Luis Hernández [email protected]
Dicen por ahí que si no hablaste en su momento, después ya son puro pretextos. Esto aplica más que nunca para lo que ha estado declarando el exseleccionador del Tricolor, Gerardo Martino, en diferentes medios de comunicación –no mexicanos, por cierto– respecto a los factores que hicieron que fracasara su proyecto en nuestro país.
Tata aseguró que fue hasta después de sus dos primeros años al frente de la Selección Mexicana, que se dio cuenta que los directivos tomaban mucho en cuenta los temas comerciales y de mercadotecnia respecto al equipo nacional.
¿En serio te tardas tanto en darte cuenta sobre algo que debiste haber notado desde tus primeros días en el proyecto? ¿Acaso no preguntó cómo se trabajaba en México?
Todo ello ante la interrogante del porqué de la poca actividad del Tricolor en los Estados Unidos y no en su propia casa, como lo hacen el resto de combinados nacionales.
Martino también aseguró que el futbolista mexicano en su mercado interno es demasiado caro, en tanto que en el extranjero, el mismo jugador, ni siquiera es conocido, por lo que el lograr que el jugador de nuestro país tenga necesidad de salir al futbol europeo es más complicado, al no salir el futbolista no tiene roce internacional y de esa forma no aumenta su nivel, ni de los equipos que conforma.
Totalmente cierto, lo comparto y aplaudo la crítica, pero por qué calló tanto tiempo, eso es palpable y visible, debió exhortar al jugador a emigrar cuando estaba en el cargo y no esperar a tomar esa falla como justificación.
Y es que, amigo lector, Martino ha dicho muchas verdades, eso no está en tela de juicio, aquí se trata del porqué espero tanto para decirlo y hacérselo saber a los que entonces eran sus jugadores.
Tata ha dicho también que otro factor que impidió que su gestión fuera exitosa, fue el que muchos directivos opinaban respecto a los jugadores que él llamaba, señalando, además, fuertes campañas negativas por parte de los medios de comunicación, ya que hasta los viajes que hacía a casa eran mal vistos.
Lo de los directivos que opinan, ¡bueno!, no lo debió señalar porque, en contraparte, siempre ha dicho que tenía amplia libertad para llamar jugadores, que – es más– nunca le habían tratado de convencer de convocar o no convocar –salvo en el caso de Javier Hernández a algún futbolista en particular, o sea, tenía margen de maniobra a placer. ¿Entonces?
De lo referente a los medios, en su natal Argentina dichas campañas también las hay y aquí siempre se le cuestionó – justificadamente– su falta de interés por dar más seguimiento a los jugadores que participan en la liga local; debió haber dicho también que el entonces director de Selecciones Nacionales, Gerardo Torrado, le permitió cuanto capricho quiso Martino, desde viajes no programados a Argentina, así como privilegios para desplazarse por todo México para él y su cuerpo técnico.
Tan se dejó trabajar a Martino que es la primera vez, en años, que un técnico hacía y deshacía, en todo momento le respetaron que no llamara a jugadores por aspectos de disciplina, como el caso de Javier Hernández y Carlos Salcedo –muy bien hecho, por cierto–, pidió no hacer comerciales ni aparecer en ellos y se lo cumplieron, pidió más partidos contra rivales de jerarquía y se los dieron –a las posibilidades del cuerpo técnico, claro está–, respetaron su trabajo cuando hubo una “sacudida” en el tema de Selecciones Nacionales, donde se fueron el director y otros entrenadores, bueno, hasta el tema de alojamiento en Catar fue bajo el consentimiento de Martino.
Para rematar, no escuché a Martino en esas entrevistas decir que pese a todas esas críticas y carencias en el futbol mexicano –que sí las hay– fue uno de los entrenadores mejores pagados: el mejor en el área de Concacaf –si me apura, incluso del continente– y uno de los mejores cinco pagados del Mundial de Catar.
No me cansaré de decir que Martino empezó bien su proceso; en más, se tiró a la hamaca. Nunca pudo convencer a su grupo de su proyecto, eso fue lo que pasó, fue un técnico lejano a los jugadores, aunado a los males que de nuestro futbol, dio como resultado lo que ya sabemos, una de las peores representaciones mexicana en una Copa Mundial FIFA.
Así que mejor ¡Shhh! ¿Ya para qué, Tata?