Adolfo Flores Fragoso / [email protected]
Patrona de Valencia, María, Nuestra Señora de los Desamparados, fue esculpida por tres ángeles, describe cierta leyenda.
A ella está dedicada la capilla de la duodecmus estación del Viacrucis de la Puebla de los Ángeles, en la antigua Plazuela del Calvario, en la actual calle 12 Norte #2400.
Fueron los franciscanos los encargados de dirigir el diseño y su nada barato espiritual costo, como dejó el testimonio escrito fray Agustín de Vetancourt (o Bentacourt, 1698).
Vetancourt (o Betancourt) fue un memorable creyente español que auspició la construcción la Casa de Ejercicios del Santo Sepulcro del Calvario poblano (un lugar donde fuimos formados a punta de trancazos, en altos y blancos paredones, ciertos chamacos católicos “militantes” y custodios de la Antigua Capilla del Sepulcro, por cierto, desamparados).
¿A qué viene mi comentario?
A nada.
Sólo quise distraer tu atención.
…
La familia Mangino es poco citada en la historia de Puebla.
Su principal personaje fue Rafa Mangino y Mendívil, encargado de los dineros de la ciudad y estado (siglo XIX), quien tuvo a bien terminar como diputado y otras ciencias.
Comerciante de tabacos –también–, perteneció al Regimiento de Milicias Provinciales de Tlaxcala, antes de partir a España.
Como herencia a nuestra ciudad, financió la fuente de la Casa de los Ejercicios del Santo Sepulcro poblano, hoy en ruinas.
Según un documento del Archivo Parroquial de la Santa Cruz, Rafael rezaba diariamente un padre nuestro, en honor a su familia fallecida y a Agustín de Iturbide, quien lo nombró ministro de asuntos sin importancia y, posteriormente, terminó trabajando con Antonio López de Santa Ana (paradójicamente).
Conservador, y muy pudiente, terminó sus días en las Europas, viviendo de las rentas de la casa de las Diligencias (o –Palacio– del Marqués de Monserrate).
Parte de su fortuna la donó a la Casa de los Ejercicios.
Donde nos disciplinaron a trancazos los frailes.