Mariana Flores
Guadalupe Feregrino, ama de casa de 30 años de edad, se convirtió en mamá en enero del 2021, antes de que las vacunas contra COVID-19 alcanzaran al sector de embarazadas en Puebla.
Lupita, como le llaman sus cercanos, enfrentó la incertidumbre sobre los riesgos del coronavirus para ella y su bebé y las restricciones impuestas por las medidas de distanciamiento social que le impidieron tener cerca a su gente.
Durante el embarazo, tuvo que adaptarse a normas y protocolos de seguridad para proteger su salud y la de su hija. Las visitas prenatales, virtuales, le generaban ansiedad e inseguridad.
El temor a contagiarse del virus y la falta de información clara sobre el impacto en los recién nacidos le generaron momentos de angustia.
“Ser madre durante la pandemia ha sido todo un desafío. Desde el embarazo hasta los primeros meses de crianza, enfrenté situaciones inesperadas y me vi obligada a adaptarme constantemente”, contó.
El día del nacimiento, Lupita experimentó una mezcla de emociones: gozo y amor al sostener a su bebé en brazos, sin compañía de sus familiares.
“El distanciamiento social fue realmente difícil. Quería compartir la alegría de la llegada de mi bebé, pero las restricciones de visitas en el hospital lo hicieron imposible”, dijo.
Buscó apoyo en grupos virtuales de madres, donde encontró consuelo y consejos útiles. Aprovechó al máximo las videollamadas y las redes sociales para mantenerse conectada con su familia y amigos.
Espera poder celebrar hoy en compañía de su esposo y de su bebé, tal como lo hizo el año pasado: rodeada de flores y obsequios de familiares y amigos.