Mario Galeana
Entre las veredas que conducen hacia los cerros, en los parajes al pie de las carreteras, en el polvo que nos toca la cara, Aby Blanco halló los colores de su paleta. La tierra es el elemento principal de una exposición en la que la artista multidisciplinaria retrata su experiencia recorriendo los senderos de distintos municipios de Puebla.
La exposición lleva por nombre “La piel de la tierra” y se encuentra en la Casa de Cultura de Puebla capital hasta el próximo domingo 21.
La muestra se compone por un mural, dos instalaciones de arte textil, un registro fotográfico, collages y lienzos con retratos de las personas que la artista conoció a lo largo del estado.
El trabajo de Aby Blanco es una exploración de la gente que habita estas comunidades, a través de uno de los elementos básicos del planeta.
“Inicié este proyecto cuando buscaba una salida de tipo social en el arte, que incluyera acciones con comunidades y no sólo encerrarme a crear como si fuera artista renacentista. Así encuentro a la tierra y ella me encuentra a mí”, dice en entrevista.
A partir de 2020, comenzó un itinerario por los municipios de San Jerónimo Tecuanipan, Zapotitlán de Méndez, Cuetzalan, Teteles de Ávila Castillo ,Atlixco, Zapotitlán de Salinas–en especial, Los Reyes Metzontla–, Zacapoaxtla, Pahuatlán y Puebla con el apoyo de una beca del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA).
El proyecto consistió en recolectar la tierra de las comunidades y utilizarla como pigmento natural para realizar obras artísticas en colaboración con los habitantes de aquellos pueblos, sobre todo infancias, personas adultas mayores y mujeres.
Al cabo de una docena de municipios recorridos, la artista recolectó más de 40 tonalidades distintas de la tierra que encontraba en cerros, veredas, carreteras y terrenos.
“Escogí los primeros municipios porque no los conocía, como la Mixteca o la zona de la Reserva de la Biósfera (en Zapotitlán Salinas). Al llegar, iba convenciendo a algunas personas de boca en boca, repartiendo folletos que realizaba en ese mismo momento. Pero después fue con ayuda de amigos que me pasaban los teléfonos de artesanos, o de personas que trabajan en cooperativas de las comunidades”, describe.
COLABORACIÓN DE LOS VECINOS
Con grupos de ocho, 10 y hasta 80 personas, la artista
conoció los distintos usos del suelo mineral de 12 sitios
diferentes y la gente de las comunidades la guió incluso
en el ritmo en el que desarrolló este proyecto
Así, por ejemplo, podía llegar a tener grupos colaborativos de más de 80 personas, o pequeños núcleos de no más de ocho. Pero, ante todo, el trabajo de creación artística que realizaba con ellas era una apuesta en contra de la exigencia del tiempo y su prisa.
“En un taller que di en 2019 en la Meseta Comiteca, en Chiapas, tuve un acercamiento con los pigmentos minerales, pero también con otro ritmo de vida; los niños y la comunidad me enseñan que tengo que ser menos aprehensiva, vivir a un ritmo desacelerado”, cuenta.
Cuando realizó el proyecto, podía tomarse un día entero pulverizando la tierra que recogía junto con las personas de las comunidades; después, preparaba la pintura y comenzaba la creación de retratos y murales. Todo aquel proceso le tomaba tres o más días.
En medio de todo, desvelaba las problemáticas de cada una de las regiones, como la migración o la inseguridad. “Pero la aportación social que más hago es caminar como acto político y resistencia. Buscar la tierra llevaba a diferentes actividades, como al reconocimiento de las mujeres de nuestras familias”, dice.
Las dos instalaciones que se encuentran en La piel de la tierra también fueron sumamente laboriosas.
Y a Blanco le tomó meses armar el tejido de cada una.
El resultado de este proceso es una sucesión de retazos textiles que emula tanto a los montículos de milpa en los campos, como a los panales de las abejas, las casas y el abrigo. Para Aby Blanco son justamente eso: el abrazo de la tierra.
Con la exposición no ha llegado el fin de esta travesía iniciada por la artista. Su intención es impulsar un centro que albergue una investigación sobre la tierra como recurso mineral de las distintas comunidades de Puebla, abordado desde una perspectiva científica, social y artística.
“Pero se necesita el apoyo del Estado, y yo quiero seguir caminando. Imagino este centro como uno de los tantos lugares que abrió Francisco Toledo”.