¡Oh, qué maravilla! ¡Cuántas criaturas bellas hay aquí! ¡Cuán bella es la humanidad! Oh, mundo feliz, en el que vive gente así
Aldous Huxley Un mundo feliz, 1932
La obra emblemática Un mundo feliz, del autor inglés Aldous Huxley, escrita en una pequeña población del sur de Francia en el año de 1931 y editada en 1932, es de las que se sigue hablando a casi 100 años de haberse escrito, y que refleja nuestros tiempos, a los que algunos le denominan de la “postmodernidad” y otros de la “modernidad tardía”.
En esa novela se hace mención de cómo se domina a la población por medio de espectáculos públicos, del entretenimiento al por mayor, de una serie de distracciones que no permiten observar la realidad y, por ello, la población vive en: “un mundo feliz”.
Cita al respecto de la importancia y la relevancia de esta obra el profesor español Jordi Pigem: “En este mundo feliz los humanos ya no nacen, sino que son producidos en laboratorios con niveles predeterminados de calidad, personas artificialmente producidas que no tengan capacidad crítica alguna, el poder las satura de entretenimientos y distracciones, que incluyen espectáculos de alta tecnología (feelies), orgías sexuales obligatorias (orgyporgies) y las alucinantes evasiones generadas por una poderosa droga recreativa (soma)” (Pigem Jordi, Pandemia y posverdad, Fragmenta Editorial, Barcelona, 2022).
Toda esa obra novelesca pareciera que con los sucesos que observamos en la actualidad es una realidad, y qué más de ésta que, particularmente, lo que estamos viviendo en este final de sexenio: “un mundo feliz”.
Todo está bien, el dólar a precios mínimos, las obras monumentales en proceso, la oposición política de la administración pública federal debilitada, el partido que fuera oficial por más de 70 años en quiebra técnica, las remesas mes a mes incrementando, y los sucesos de violencia no son otra cosa más que las consecuencias de los malos gobiernos que ya no volverán. En resumen: “un mundo feliz”
Y para ello, y emular lo que sostiene esa novela del mundo feliz, se dan las grandes distracciones, pues a un año de que finalice este sexenio resulta que se han adelantado bastante los ru- mores, procesos y demás acciones para las elecciones del 2024.
Posiblemente se deba, en parte, a la época que estamos viviendo de la aceleración del tiempo, lo que se denomina como “tiempos líquidos” por el profesor polaco Zymgunt Bauman.
Pero lo que sí es una realidad es que se han convertido todas las noticias y acciones del momento en una serie de distracciones con supuestas campañas preelectorales para escoger a los candidatos de cada partido o agrupaciones o coaliciones.
De la realidad mexicana nos olvidamos por el momento, pues ni los candidatos oficiales que son muchos, menos los de oposición, hacen una radiografía de los problemas del país, unos recorriendo el territorio nacional, hablando de las maravillas de la transformación de México, criticando a la oposición o, de plano, hablando de cualquier cosa.
Los de la oposición ingeniándoselas sobre cómo reunir el número de firmas para llegar a una ronda final de las precandidaturas, pero absolutamente nadie observa la realidad nacional, es decir, se centran en el mundo feliz de las elecciones.
En tanto sucede esta serie de disputas políticas y distractores, resulta que la realidad de la población es otra.
En primer lugar, sigue creciendo la macroeconomía, pero no la economía local, las pequeñas y medianas empresas se las arreglan como pueden para sobrevivir, de empleo ni se hable, los daños colaterales de la reforma de las outsourcing sigue vigente con la conformación de empleos informales, irregulares y el que nadie entendió ese cambio que deja las cosas igual.
La serie de modificaciones a la legislación laboral, como la inminente de la reducción de horas de trabajo en la semana, no es más que la invitación para que aquel patrón que pretenda contratar trabajadores mejor se abstenga de ello y, con esto, de la supervivencia de su negocio o, en el mejor de los casos, del poco crecimiento que pudiera tener.
El problema del valor del dólar tan bajo es tomar medidas en una economía que estuvo durante muchos años acostumbrada a devaluaciones permanentes, hoy hay que asumir otra realidad, que no es nada fácil entender después de décadas con devaluaciones y el dólar alto.
Ya de la inseguridad pública, de lo que sucede en muchos rincones del país, del inminente regreso de las autodefensas en Michoacán, de lo que sucede en Chiapas con la formación de otro grupo guerrillero, todo eso es lo de menos, estamos en radio, tele- visión y en las redes sociales en: “un mundo feliz de las candidaturas presidenciables”.