Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Por si hicieran falta asuntos para la polémica y la discusión pública que abonan al creciente clima de polarización, el tema de los nuevos libros de texto gratuito ha irrumpido durante los días recientes en el escenario nacional con el presagio de un choque frontal de saldos impredecibles.
El conflicto surgió a raíz de que el gobierno federal elaboró, imprimió y está distribuyendo en todo el país los nuevos libros sin apegarse a los procedimientos establecidos por la ley en cada una de las etapas previstas para la elaboración de materiales educativos.
Además, diversos sectores han cuestionado muchos de los contenidos de los nuevos textos que el gobierno de la 4T configuró sin contar con los consensos necesarios, bajo el enfoque de lo que llama “La nueva escuela mexicana”.
Entre otras críticas –ya documentadas en este diario durante los días recientes– se afirma que las nuevas versiones de textos escolares contienen innumerables sesgos históricos, graves omisiones y una inadmisible ideología política.
Hay además errores de ortografía y sintaxis, los diseños son burdos y nada didácticos, e incluso contiene infografías copiadas de Internet.
Por lo pronto, estos nuevos libros de texto gratuito llegarán a Puebla el próximo jueves 10 de agosto y según se ha previsto, serán distribuidos de inmediato en toda la entidad a través de las 19 Coordinaciones de Desarrollo Educativos (CORDES).
No obstante, hasta este momento nadie puede asegurar que esos libros puedan ser utilizados durante el próximo ciclo escolar, a iniciarse el lunes 28 de este mismo mes. Y es que aplica en Puebla, como en el resto del país, una orden judicial que obliga a la SEP federal a someter el rediseño de los libros a consultas con expertos en el ramo educativo, los gobiernos estatales y otros actores involucrados.
Desde junio pasado, derivado de un amparo promovido por la Unión de Padres de Familia, la SEP federal ya había sido advertida judicialmente para no continuar con el proceso de impresión y distribución.
La SEP desobedeció esa orden judicial e hizo suya la clásica expresión presidencial de que “…a mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
Este mismo martes, el propio López Obrador aseguró en su conferencia mañanera que los nuevos libros de educación básica serán distribuidos y usados a partir del día 28, una vez que los programas sean entregados en las escuelas.
Respecto a la exigencia de una jueza sobre el rediseño de los textos de primaria y secundaria, el mandatario dijo enfático que no hay ningún juicio de amparo que impida su distribución. Consideró que los nuevos materiales promueven la dimensión social, humanística y científica, que se había perdido durante el periodo neoliberal.
En defensa también de los nuevos textos gratuitos, el director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, Marx Arriaga, llamó a maestros a defender los Libros de Texto Gratuitos y arremetió en contra de “pseudointelectuales” que, dijo, “braman” para que los libros sean desechados.
La titular de la SEP federal Leticia Ramírez respondió de especialistas en educación, respecto a que los materiales contienen errores o sesgos ideológicos e históricos, al asegurar que los nuevos libros de texto del nivel básico promueven una educación “humanista y científica”.
En cambio, para la Unión Nacional de Padres de Familia, “el Nuevo Modelo de Escuela Mexicana carece de diagnóstico y tiene una raíz sociopolítica de izquierda que busca permear en los menores desde la primaria”.
Advirtió que “si bien existe una teoría pedagógica que respalda la ruptura de paradigmas en los libros de texto gratuito, la diferencia de contenido ideológico siembra incertidumbre entre los padres de familia”.
Gilberto Guevara Nieblas, acreditado profesor y experto en temas educativos, alertó que la mayor dificultad que enfrentarán los nuevos planes de estudio y los nuevos libros de texto, será sin duda la deficiente preparación de los docentes. “No se ha ofrecido a los maestros un programa ordenado y sistemático para dotarlos de la formación que exige una reforma tan confusa y compleja como la que han impuesto las autoridades de la SEP”, señaló.
Especial preocupación ha causado la innovación de un ejemplar para los maestros, titulado “Un libro sin recetas”, en cuya imagen de portada es un mitin por la liberación de los detenidos en el conflicto estudiantil en 1968. El texto señala, entre otras consignas, que todo lo hecho en materia educativa de 1982 a 2018 son explícitamente las “raíces podridas del neoliberalismo educativo”.
Entre otros argumentos para evitar la distribución de los libros de texto gratuitos en primarias y secundarias del país, es que sus contenidos no fueron revisados por expertos en las didácticas y disciplinas correspondientes, así como de docentes con experiencia en las aulas, además que fueron excluidos los libros de español, matemáticas, ciencias naturales, biología y geografía.
“No aprenderán el razonamiento lógico de las matemáticas, no profundizarán sus conocimientos del español, ni tendrán libros de lectura. Supuestamente los niños ahora aprenderán haciendo proyectos que los maestros escogerán de los nuevos libros”, señalaron inconformes que están recabando firmas para evitar su aplicación.
Respecto a que haya sido suprimido por completo el libro exclusivo de matemáticas, cuya materia se aborda sólo de manera genérica en el libro de saberes y pensamiento científico, la Sociedad Matemática Mexicana acusó que las pocas referencias a la materia contienen errores, inconsistencias conceptuales y escaso contenido explicito, al pasar solo a 10 páginas de las 250 que antes tenía.
Los académicos cuestionaron también retrasos y la falta de transparencia, lo que implica un reto para los maestros que no han tenido el debido acercamiento ni han recibido instrucción de cómo aplicar los nuevos conceptos, por lo que exigen que las matemáticas tengan un lugar pertinente y trascendente en los textos recién renovados.
En conclusión, es fácil advertir que la polémica en torno a los nuevos libros de texto gratuito ha ido creciendo cada día de manera exponencial a pocos días de que se reinicien las clases. No es un asunto menor, cuando el tema central es la formación de los y las niñas del país, cuyo proceso educativo ya se había mermado por las inconveniencias de la pandemia del COVID-19.
Las prisas, la improvisación, la opacidad y la obsesión del gobierno federal por imponer un nuevo modelo educativo en su último año de su gestión dejan por lo pronto muchas dudas.
Este, como otros asuntos torales de la vida pública del país, será finalmente resuelto en última instancia por los tribunales y qué bueno que así sea, porque a pesar de todo, quieran o no, la ley si es la ley.