En Estados Unidos, la época de graduaciones llegó en medio de la pandemia y las recomendaciones mundiales de prevención, para algunas escuelas, no. Abrazos, apapachos, besos. Juntos, muy, graduados y sus familias. Y amigos, colegas, parejas…
Y en El Alto, Bolivia, se veía venir: la multitud está en las calles, desde ayer, porque hay feria. Es la ciudad contigua a La Paz, la capital, y los vendedores y los paseantes hacen el festejo juntos, en muchedumbre. Ignoran, o dejan pasar en forma inadvertida, que esto va en serio, que la enfermedad existe y ataca y saca el aire de las personas y dolorosamente las deja sin alma.
No miran a Brasil, con su récord de difuntos que no caben en ningún lado, ni en las morgues ni los cementerios ni los crematorios ni los sótanos de los hospitales donde dejan la vida sin ver a sus familiares, en el aislamiento que no quisieron hacer en abril.
No miran a Quito, Ecuador, que de tantas personas enfermas ha tenido que habilitar el Centro de Convenciones y ayer hizo pruebas al personal sanitario, administrativo, de apoyo y hasta a los afanadores que hacen turnos para cuidar a los casi 400 enfermos que entran por decenas. Las puertas no se han cerrado ni un minuto.