Tan grande es la desesperación de Julio Glockner Rossainz, titular de la Secretaría de Cultura de Puebla, que ha puesto en marcha un operativo de porras artificiales a su favor, para intentar contrarrestar el cúmulo de denuncias por hostigamiento laboral, anomalías administrativas e incapacidad, que lo persigue.
Con la “invitación” forzada a firmar una carta llena de halagos para el “defensor de causas sociales justas”, se advierte a los empleados de la dependencia que, de no hacerlo, “podrían perder sus trabajos”.
La campaña que busca limpiarle el rostro al protector “del patrimonio cultural y de los pueblos indígenas” lo encabeza Moisés Rodríguez, director de Artesanías.
La amenaza ni siquiera es velada, sino directa.
Pesa contra quien no se adhiera a la epístola que ofrece “nuestra completa confianza e incondicional respaldo” a la gestión de Julio.
La zalamería es tan desmesurada en el texto, que alguien que no conozca las denuncias contra Glockner, bien podría suponer que merece un Premio Nobel.
Va dirigido a la opinión pública y a nombre de todos los trabajadores.
Los mensajes de Moisés Rodríguez llegan a sus subordinados por Whatsapp.
También sirvieron para convocar a una reunión, que se realizó el viernes 15 de mayo, en “la oficina de la 7 Oriente, muy breve pero tiene que ser física” (¡en plena emergencia sanitaria!), para los lineamientos del apoyo forzoso.
Luego de ese encuentro, Rodríguez ha seguido con la presión.
En Garganta Profunda hemos dado seguimiento al caos que es, con Glockner al frente, hoy la Secretaría de Cultura.
Las denuncias por sus abusos, falta de pago, despotismo y su soberbia.
El hostigamiento que ha llevado a muchos a renunciar.
La forma en que, por sus instrucciones, se ha maltratado hasta la ignominia, a ex trabajadores, al no dejarlos pasar por sus cosas personales a las que fueron sus oficinas.
A muchos han boletinado.
Están en poder de Garganta Profunda audios y documentos que lo prueban.
Especialmente es reveladora una grabación en la que Javier Gómez, director de Acervo, humilla a una trabajadora.
Además, ese funcionario presume que fue designado por el mismísimo gobernador.
Arrastra ya Glockner muchas cuentas pendientes.
Tantas que, a estas alturas, las porras hechizas ya no sirven.