Mercadotecnia electoral avanzada, estos “billetes” circularon en Puebla y en todo el país en la década de los 40.
Valían un peso.
Miles, tal vez millones de pesos que fueron a parar directamente al fondo para financiar la campaña del teziuteco Manuel Ávila Camacho.
“El Presidente Caballero”, como se le conoció.
La punta de lanza de una dinastía de poder que aún registra algunos últimos estertores en el estado.
Con el billete se pedía, además, el voto; y se apelaba al patriotismo, la justicia social y la unidad nacional en torno del candidato oficial.
“Hay algo que está más alto que nuestras luchas transitorias y es el sentimiento de la patria mexicana”, decía.
La elección terminó en medio de diversas irregularidades (hoy conocidas como fraude), 30 muertos y 150 heridos, sólo en CDMX.
Firmaba los billetes Miguel Alemán, secretario general, futuro coordinador de esa campaña y presidente de México.
El país de los “Cachorros de la Revolución”.
Ahora sí que la frase aplica:
“¡Qué tiempos, señor don Simón!”