Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
Con bombos y platillos se está discutiendo –si es que lo que se hace comúnmente en el Congreso de la Unión es discutir– sobre la reforma laboral propuesta por el partido oficial referente a la reducción de las horas laborales de la semana, de 48 a 40 horas.
Incluso, el partido verde propone la reducción de aún más horas laborales de la semana –afortunadamente ese partido no representa nada y a nadie– y todos los institutos políticos están prácticamente de acuerdo con esa aprobación que es casi inminente.
Es más, el otrora partido oficial de México por más de 70 años está incluyendo una iniciativa de ley para considerar el día 12 de diciembre como ¡día inhábil!
¿A qué se deben todas estas propuestas?, ¿a quién están beneficiando verdaderamente?, ¿quién está detrás de todas esas iniciativas?, ¿realmente consideran que se beneficia a los trabajadores?
Para los ingenuos esto se ve con muy buenos ojos, lo mismo que para la gran mayoría de los trabajadores que no dimensionan los riesgos de esa reforma.
Entre otros, el que paulatinamente se pierdan fuentes de empleo o contar con menos oportunidades de trabajo, sobretodo si es que esa reforma laboral entra en vigor a la brevedad y sin tiempo para que los centros de trabajo se organicen.
Lo cierto es que esto es un riesgo muy grave, sobre todo para las empresas mexicanas, que en su mayoría son familiares y, sobre todo, micro y pequeñas.
Esta reforma afectará considerablemente a las medianas empresas (de 51 a 200 trabajadores), a las pequeñas (de 11 a 50 trabajadores) y a las micro empresas (de una a 10 personas).
Para ellas los costos de esta reforma son insostenibles, lo que ocasionará la disminución en su producción o, bien, la menor prestación de servicios, lo que redituará en que tengan menos oportunidades de competir en un mercado que se están devorando las grandes empresas.
Es más, estas últimas están provocando los cambios, pues son sabedoras de que con esto se acabará mucha de la competencia que tienen.
Además, estas grandes empresas tienen como ventaja competitiva que cuentan con recursos para soportar esas reformas y para sustituir plazas laborales con equipos de alta tecnología.
Está más que demostrado con lo sucedido en el año de 2020 con la COVID-19, pues fue notorio que muchas de las empresas transnacionales se dedicaron a tecnificar o robotizar sus procesos de producción y, con ello, se desaparecieron miles de empleos formales.
Una vez que se apruebe dicha reforma laboral se generarán muchos problemas en donde por el momento no los hay.
¿Qué sucederá con las empresas?, ¿qué posición asumirán los micro y pequeños establecimientos?, ¿qué postura se presentará en los sindicatos y en el empleado de a pie?, ¿se tomará en serio la reforma?
Y es que hay que recordar que muchas de las disposiciones legales en México se quedan en el papel, iniciando con el primer incumplido de la nación que es el mismo Estado, pues hay un cúmulo tan grande de leyes y de obligaciones que resulta imposible de cumplirlas.
La misma suerte corrió la reforma laboral del 23 de abril de 2021 sobre las outsourcing; solamente desapareció en el papel y en Palacio Nacional.
Con la aprobación de esa reforma laboral que disminuye las horas de servicio, las empresas y los centros de trabajo se convertirán de la noche a la mañana en incumplidores de la ley.
En realidad, la propuesta de reducción de horas laborales no es más que un mandato no escrito del nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor el 1 de julio de 2020.
Como prueba de ello, basta recordar el 29 de enero de 2020, en que se llevó a cabo la firma del mismo.
En una emblemática conferencia de prensa, el presidente Donald Trump sostuvo que este tratado iba a ser verdaderamente de libre comercio, por lo cual se necesita de reformas, particularmente en México, para competir con los otros dos países de forma “pareja”.
Queda muy claro que todas esas reformas laborales son para cortar la única ventaja competitiva que tiene México ante sus socios del norte del continente, que consiste en la mano de obra más económica que en aquellos países del norte.
Ante ello, todas las reformas laborales a partir del 2020 van encaminadas a complicar la relación laboral, hacerla más pesada y así acabar con esa ventaja competitiva que representan las medianas y pequeñas empresas.
Con ello se busca beneficiar los intereses de las grandes compañías que son las únicas que podrán hacer frente a esta reforma laboral. Y, respecto a los trabajadores, pues ellos, como siempre, son usados para justificar estas medidas y, al final, dejarlos a su suerte.