Manuel Martínez Benítez / @manuelmtzb
Mañana conmemoraremos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que debe de concientizarnos sobre uno de los grandes pendientes que toda la sociedad, nacional y mundial, tiene con el mayor segmento poblacional, y el que por muchos años fue el más lastimado, olvidado y abusado: las mujeres.
Datos y cifras hay muchas, el Inegi ha publicado análisis y documentos que nos brindan datos e información con respecto a la violencia hacia las mujeres en nuestro país.
Por ejemplo, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, que se realizó durante el 2021, nos revela la enorme violencia que viven las mujeres en México; nos dice dónde y por quiénes son más violentadas.
Ese documento y este artículo nos deben hacer reflexionar sobre la realidad que viven las mujeres y sobre qué podemos hacer todos, en lo particular y como sociedad, para evitar que esta violencia persista en México.
Esta encuesta del Inegi nos dice que el 70.1% de las mujeres mayores de 15 años en el país declaró haber sufrido algún tipo de violencia, es decir que unos 34 millones de mexicanas han sufrido agresiones en el país.
De ellas, el mayor tipo de violencia ha sido la psicológica, afectando a 51.6% de las mujeres mayores a 15 años a lo largo de su vida, 49.7% de este segmento femenino ha sufrido agresión sexual, 34.7% física y 27.4% económica, patrimonial y/o discriminación.
Estos datos por sí solos son indignantes y nos deben llevar a manifestarnos, pero también a actuar en consecuencia; debemos frenar esta situación y proteger a las mujeres, porque no lo estamos haciendo.
El dato, que es muy grave y doloroso, no queda ahí; en la medición, de octubre de 2020 a octubre de 2021, en plena pandemia, 42.8% de las mujeres declaró sufrir violencia, de forma especial psicológica y sexual (29.4% y 23.3% respectivamente), mientras que 16.2% dijo que fue agredida de manera económica, patrimonial y/o de discriminación durante la pandemia y 10% de forma física en ese año de encierro.
También se debe ver en qué ámbito se da una mayor violencia hacia las mujeres, y la más grande es la comunitaria: 46% de las mujeres dice que la ha sufrido a lo largo de su vida.
El segmento que es el principal violentador de las mujeres es, tristemente, el de sus parejas; 40% de las mexicanas mayores de 15 años indicó que ha sufrido daños por parte de la persona que debería ser su compañero o compañera de vida.
Esto deja en claro la vulnerabilidad que viven ellas en su ámbito más próximo; 32.3% dice que la violencia la vivieron en la escuela y 28% en sus trabajos.
Otra información referente a lo que padecieron las mexicanas en el último año de la medición revela que 11.4% dijo sufrir violencia por parte de su familia, es decir, una de cada ocho encuestadas.
Un grupo de datos más a observar tiene que ver con la violencia que vivió 42.8% de las mujeres por algunas variables socio-demográficas, y nos dice que la violencia contra las mujeres mayores de 15 años es percibida en mayor porcentaje en el sector urbano, más que en el área rural.
Aquí hay dos explicaciones posibles, o hay menos violencia contra la mujer en el ámbito rural o las mujeres en estas zonas no perciben lo que viven como agresión, aunque pueden ser aún más maltratadas que las mujeres en las zonas urbanas.
La violencia que más se percibe tanto en el ámbito rural como en el urbano es la psicológica, seguida muy de cerca por la sexual.
En cuanto a la percepción del maltrato vivido durante ese último año entre las mujeres por grupos de edad, vemos que las más violentadas (psicológica y sexualmente) son las de 15 a 24 años, con 58.3%; seguidas de las mujeres de 25 a 34 años y en tercer lugar las de 35 a 44 años.
Entre las mujeres de 65 años y más “sólo” el 19.2% de ellas declaró que percibieron violencia, en especial psicológica (13.7%).
Y aquí debemos detenernos a pensar: ¿será que las mexicanas adultas mayores sufren un menor grado de violencia, o será que no perciben la violencia que viven actualmente?
Y muy posiblemente fueron violentadas en el pasado, pero así vivieron y así fue su vida, como dirían algunas de ellas: “así me tocó vivir”.
Un dato más es que la percepción de la violencia vivida durante ese año evaluado por nivel de escolaridad, y creo que usted estará de acuerdo conmigo en que tal vez no sea que las personas con menos escolaridad sufren menos violencia, sino que entre más grado de escolaridad se tiene, más consciente está uno de lo vivido.
Y entonces se entiende que se debe educar más a la población de forma general y, en especial, a las mujeres sobre lo que sí es la violencia contra ellas, cómo denunciarla y prevenirla.
También hay que educar en este sentido a los hombres, para que entiendan que muchas veces lo que hacen es violencia contra ellas y dejen de ejercerla.
De las agredidas, 26% no tiene ninguna escolaridad y 31% cuenta con educación primaria; mientras que en las mujeres con preparación media superior y educación superior el porcentaje que vivió violencia es de 49.6% y 50.1%.
Por cierto, en todos los segmentos de escolaridad la violencia que es más reportada es la psicológica, pero entre las mujeres que tienen una mayor escolaridad, el porcentaje es casi igual cuando se reporta agresión sexual.
Un grupo de datos más que les presento es cómo se percibe la violencia entre las mujeres según su estado civil.
Aquí el dato también es muy revelador, 54% de las solteras percibió que la sufrió entre octubre de 2020 y octubre de 2021, mientras que entre las que declararon ser casadas, el porcentaje fue de 41%.
Por cierto, las mujeres solteras son el único segmento poblacional que percibe como primer lugar de violencia la sexual, y en segundo lugar la psicológica, poniéndonos a pensar en qué viven estas mujeres, muchas veces acosadas por ser solteras y verse forzadas a mantener relaciones sexuales.
Estos son sólo algunos de los muchos datos que nos muestra el Inegi en el contexto del “Día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres”, que se conmemora mañana.
Estos son datos, insisto, nada halagadores, que nos deben llevar a reflexionar sobre qué viven las mexicanas, qué hemos hecho como sociedad para evitarlo y qué hacemos en lo particular cada uno de nosotros para solucionar este problema. Desde mi punto de vista, este tipo de violencia es uno de los principales que se enfrentan en la actualidad y es solucionable si todos participamos en resolverlo.